La creación de un euro digital es uno de los proyectos en los que el Banco Central Europeo (BCE) lleva trabajando desde hace años. Sin embargo, su introducción puede suponer más problemas de los que podría parecer en un principio. Así lo señala el informe Estudio sobre los nuevos métodos de pago digitales, que la institución acaba de publicar.
La investigación se ha realizado en los 19 países del área euro y pone de manifiesto las barreras que existen para la creación de esta moneda digital. La primera de ellas es la necesidad de que se produzca una “aceptación universal” en toda el área euro, para lo que “este método deberá ofrecer ventajas significativas sobre las opciones actuales o nuevos beneficios que simplifiquen la vida diaria”, señalan los expertos del BCE.
Será imprescindible que los pagos se puedan realizar en cualquier plataforma y dispositivo
Pagos fáciles
El estudio concluye también que es imprescindible que se puedan realizar “pagos instantáneos, fáciles y sin contacto [contactless]”. Este aspecto deberá ir combinado con una “cartera digital que permita esos pagos, al margen de qué plataforma o dispositivo usen tanto quienes efectúen los pagos, como quienes los reciban”.
Las personas entrevistadas para la realización de la investigación señalaron la importancia de contar con una solución que agrupe todos los distintos métodos de pago, para reducir la necesidad de contar con diferentes tarjetas y números PIN. Otro de los aspectos más valorados fue la posibilidad de contar con informes sobre el gasto o incluso poder marcar límites a este.
Otro de los requisitos que deberá cumplir el euro digital es no suponer nuevos costes o que estos sean muy bajos.
La protección ante el fraude y la privacidad son claves
Autenticación biométrica
La autenticación biométrica “fácil de usar, segura, fiable y rápida” también podría convertirse en un valor para la implementación de un euro digital. “La seguridad no solo se refiere a la privacidad de los datos personales ante el fraude y los hackeos, sino también a una autenticación segura y fiable en los pagos”, señalan las conclusiones del informe.
Los medios más valorados son “la huella digital, cara o escaneo de iris”. Pero, en general, cualquier utilidad que suponga poder efectuar las transacciones con comodidad, rapidez y facilidad, sin poner en peligro la seguridad, será bienvenida.
Un euro digital debería estar disponible para un amplio abanico de dispositivos y sistemas operativos
Funcionalidades
Otras de las funcionalidades que las personas entrevistadas en el estudio consideraron importantes es la facilidad en la adopción. Es decir, configurar una cartera digital debería ser amigable y no suponer mucho tiempo ni esfuerzo: “Los participantes no desean tener que comprar y aprender a usar otro dispositivo nuevo; prefieren integrar la cartera en otro que ya tengan y usen”, para lo que deberá estar disponible en un amplio abanico de sistemas operativos.
Algo que deberá combinarse con la posibilidad de cambiar los ajustes de privacidad de forma sencilla para la realización de pagos, de forma que sea flexible y se adapte a las necesidades de cada operación. Además, los usuarios señalan como relevante poder evitar la exposición a publicidad por parte de las instituciones financieras.
En cuanto a la recarga de la cartera, “la mayoría prefirió la opción manual, con recordatorios personalizables cuando el saldo se sitúe por debajo del límite establecido”.
La mayoría de las personas no saben que sus depósitos en bancos están garantizados hasta 100.000 euros
Público frente a privado
Otra de las conclusiones de la investigación es que “como era de esperar, la mayoría no ve diferencia entre el dinero de un banco central y el de uno comercial. Ambos son vistos como seguros y sin riesgo, en especial al saber que las cantidades depositadas en sus entidades están protegidas hasta 100.000 euros por las garantías públicas, algo de lo que la gran mayoría no era consciente”. Por tanto, este factor no juega a favor de un euro digital público, por lo menos en principio.
De hecho, no parece haber preferencias en cuanto al proveedor del servicio y las personas valoran más las utilidades y funcionalidades que ese aspecto, aunque “casi todos los participantes preferirían un banco, un banco central o una entidad europea antes que una compañía tecnológica”. Estas últimas se perciben como menos fiables, en especial en lo relativo a los datos personales y financieros.
Euro digital
El BCE decidió en julio del año pasado iniciar la fase de investigación del proyecto de un euro digital. “Han transcurrido nueve meses desde que publicamos nuestro informe sobre un euro digital. En este período, hemos realizado nuevos análisis, hemos recabado información de los ciudadanos y los profesionales, y hemos realizado algunas pruebas, con resultados prometedores. Todo ello ha hecho que nos decidamos a acelerar el proceso y a iniciar el proyecto de un euro digital”, señalaba la presidenta del BCE, Christine Lagarde. “Nuestro trabajo trata de garantizar que, en la era digital, la ciudadanía y las empresas sigan teniendo acceso a la forma de dinero más segura, el dinero de banco central”, añadía.
La fase de investigación está planteada con una duración de 24 meses y su objetivo es “abordar aspectos clave relativos al diseño y la distribución”. Según el BCE, “un euro digital debe ser capaz de atender las necesidades de los europeos, contribuyendo al mismo tiempo a impedir actividades ilícitas y evitar cualquier impacto no deseado en la estabilidad financiera y la política monetaria”.