Ponernos una camiseta es un acto cotidiano que aprendemos cuando somos pequeños. Ese sencillo gesto, sin embargo, se convierte en una odisea para las personas con esclerosis múltiple o parálisis cerebral y sus cuidadores. Hasta ahora las posibilidades que el mercado ofrecía eran muy caras. Desde hace un tiempo dos jóvenes diseñadoras industriales trabajan para hacerles la vida un poco más fácil pero siempre bajo la misión de “dignificar” la existencia de esas personas con trastornos que derivan en movilidad reducida.

Elena Peñalver es una de las fundadoras de Don´t Stop Me junto a Eva Naranjo. Esta empresa social nació por un caso familiar cercano, momento a partir del cual “comenzamos a tomar conciencia de las dificultades por las que pasan las familias”.

Recuerda que “nos llegaban familias demandándonos productos que necesitaban”. No podían acceder a ellos por no tener tiempo, carecer de los conocimientos necesarios o por motivos económicos. “A partir de ahí nos dimos cuenta -dice Elena- de que había una enorme carencia a la hora de solventar las necesidades de estas personas”. Hasta Don´t Stop Me, las soluciones existentes eran muy caras, mientras la Seguridad Social se ciñe a las de gama baja, “con lo que las prestaciones también son más reducidas”.

Poder adquisitivo mermado

El tema del precio no es baladí, puesto que normalmente se trata de familias cuyo poder adquisitivo se encuentra muy mermado por los tratamientos para mejorar la calidad de vida de sus seres queridos. “No hablamos de productos de lujo, sino de necesidades”, insiste, por eso “llegamos a la conclusión de que no hay unos productos que sean una solución real”.

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Don´t Stop Me, como empresa social, desarrolla dos líneas de negocio. Por una parte, la ropa adaptada. El propósito es que “sea estéticamente igual a la que utilizamos el resto de personas pero que cubra una necesidad específica y con un precio similar”.

La base que es “fundamental e ineludible”, recalca Elena, no es otra que “dignificar la vida de quien la utiliza”. Comenzar el día con algo tan sencillo como vestirse se simplifica mucho con sus diseños.

Camisetas, jerseys o abrigos son iguales que los tradicionales, pero con una diferencia: se abren por detrás para facilitar las cosas. La explicación es evidente. “Poner a una persona que tiene rigidez muscular, una camiseta o jersey tradicional” supone una odisea. “Meter primero la cabeza, un brazo, luego el otro… el sufrimiento es tanto para ella, como para su cuidador”.

“No es digno”

A modo de ejemplo menciona el caso de las personas con babeo. “Lo normal es ver a chavales de 15, 16 años, o de 20 o 30 con un babero blanco. No creemos que eso sea digno y por eso hemos desarrollado unos picos con tela estampada y que son absorbentes. Están dirigidos a diferentes edades y parece que llevan un pañuelo en lugar de un babero”.

Todo se fabrica en España, y aunque no es una novedad en nuestro país, sí que lo es que tengan precios asequibles.

Una de las características de esta empresa social es su cercanía con las familias, algo que se ha convertido en todo un valor que articula su funcionamiento. Se plasma en que están en constante contacto con ellas. “Hacemos encuestas entre grupos de padres y madres, ortopedias y profesionales de centros ocupacionales o de fisioterapia”. Las respuestas son la base de cualquiera de sus productos.

A partir de esos datos “elaboramos los prototipos que prueban y nos dan su punto de vista, se produce ese feedback y, una vez concluido ese proceso, lo enviamos a fabricación”.

Ayudas Técnicas

Aunque “la parte de la ropa es principal porque es lo más económico y lo más rápido”, Elena Peñalver reconoce que el fin inicial de Don´t Stop Me era impulsar Ayudas Técnicas para diseñar material que permita a estas personas desarrollar actividades de su vida cotidiana (andar, comer…). Es la segunda línea de negocio a más largo plazo, puesto que estos productos requieren de más tiempo para su implementación.

En la actualidad, en colaboración con la universidad tiene hasta cinco proyectos en marcha, y uno están a punto de patentarlo. “Es trabajo de investigación y desarrollo puro y duro” asegura.

Su trabajo ha recibido varios reconocimientos, entre ellos, como empresa social, el ser seleccionado por la Obra Social “la Caixa” que ha supuesto, aparte de la visibilidad que ofrece una de las fundaciones más importantes del mundo, “de la formación, de la inyección de autoestima indudable, el apoyo económico que ha sido muy importante. Al fin y al cabo, ha sido nuestra primera inversión”.

Motivación impagable

Don´t Stop Me, por definición como compañía social, reinvierte sus beneficios. Las cosas no van mal, señala Elena, “pero más lentas de lo creíamos. Estar obligadas por ley a buscar el equilibrio económico, les lleva a no dejarse llevar “solo por la parte emocional, porque si fuera así seríamos una ONG y el proyecto no saldría”.

No obstante, admite “la fuerza que te da que alguien te diga ‘no he encontrado nada parecido en el mercado y el niño va estupendo’”. En tales casos “esa motivación nada que ver con cualquier otra cosa”.