En una clase de Educación Primaria de un colegio cualquiera tuvo lugar esta semana la tradicional reunión de inicio de curso convocada por los profesores para explicar la metodología del año. Su propuesta se basa en experimentos e investigación, con trabajo en equipo y refuerzo de su capacidad de análisis. En ella no caben los deberes.

Padres y madres reaccionaron en contra, convirtiendo el encuentro en monotemático con la necesidad de mantener 'la tarea' como tema principal. Esto coincide con la discusión ya nacional alrededor de los deberes, su cantidad y las horas que requieren. En la comparativa con otros países en los que se opta por métodos de estudio que, entre otras cosas, los reducen o eliminan, España sale perdiendo.

Escuelab nació en 2013 de la mano de un grupo de investigadores que realizaba su tesis doctoral en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas. Propone, en palabras de Cristina Balbás, cofundadora del proyecto, el impulso de la cultura técnico-científica, con el objetivo general de “formar a futuros ciudadanos capaces del pensamiento crítico y de hacer análisis exhaustivos en su vida diaria”. Ambos casos, el del colegio y Escuelab, tienen en común los aspectos educativo y formativo, la edad de sus destinatarios y el sistema elegido para la consecución de las metas.

Divulgar la ciencia

Balbás explica que, al principio, organizaban actividades cuya duración era, generalmente, de una jornada. Esto, junto al hecho de que no era factible por seguridad y logística invitar permanentemente a niños al CNIOles llevó a exportar sus talleres a los colegios. Así se inició una empresa social que “nace de la preocupación por la gran brecha que existe entre ciencia y sociedad y por una necesidad de comunicar al público en general lo que estábamos haciendo en el centro”.

Escuelab se dirige a los menores de 6 a 14 años porque “cada vez hay menos vocaciones científico-técnicas, pese a que se prevé que es el ámbito en el que habrá más demanda profesional”.

Su sistema, grosso modo, consiste en aprender jugando. Para Balbás es como “cuando nos llevaban los sábados al campo y allí nos divertíamos manipulando, jugando…”. La elección del intervalo de edad no es baladí puesto que “cuanto más pequeños, más sensación tienen de jugar, a la vez que aprenden”.

La resolución de retos como base

Precisamente ese es el método de sus talleres, pero siempre planteándolos como retos a resolver por parte de los chavales.

Todo es muy sencillo. “Nuestros facilitadores no son monitores, profesores o científicos, sino guías del aprendizaje con formación superior científica. Lo que hacen es plantear el reto y aportar a los alumnos una serie de conocimientos básicos de partida y materiales y herramientas que pueden utilizar para resolverlo”.

"Aprender jugando" es la base de esta empresa social, en la imagen un grupo de menores lanzando cohetes elaborados por ellos. (Foto: Escuelab)

El método científico es la base y lo primero que se les enseña. A partir de él “ellos deciden en equipo” la solución, se muestran los experimentos y los llevan a cabo, a lo que sigue una “evaluación para saber si lo han resuelto y si no, qué podrían haber hecho”.

“Falta de cultura”

Escuelab persigue paliar la “falta generalizada de cultura y vocaciones científicas en España”. Lo afirman en su web y lo ratifica Balbás para quien “unos conocimientos científico-tecnológicos son también parte importante de esa cultura, porque es positivo saber quién escribió El Quijote, pero también de quién es la Teoría de la Relatividad”.

Otro propósito es “ayudarles a desarrollar habilidades de futuro”. La razón es que quienes tienen ahora 8 años “en su gran mayoría se van a dedicar a profesiones que en la actualidad ni existen”. Para ello es fundamental que “sepan hacer una lectura crítica de un texto y extraer lo importante, o pensar de manera crítica y aceptar el error dentro del método de aprendizaje”.

En los últimos años se habla y mucho de la neurociencia y su aplicación a aspectos de la vida como la educación. Este proyecto también bebe de ella gracias al desarrollo de una metodología que tiene en cuenta “las investigaciones de cómo funciona el cerebro y cómo aprende, sobre todo cuando somos pequeños y nos estamos desarrollando” para intentar “aplicarlas al día a día de nuestras actividades”.

Democratizar la educación científica

La propuesta de Escuelab parece que ha dado con la tecla, como lo demuestran los reconocimientos que acumula. El Programa de Emprendimiento Social de Obra Social “la Caixa” los ha seleccionado algo que “ha supuesto un empujón para el proyecto”. Destaca Cristina Balbás que la parte de formación es “importantísima” y la “de visibilidad clave, porque aunque estamos formados en divulgación científica y gestión empresarial, faltaba la pata de comunicación, y toda ayuda externa es muy buena”.

También han recibido el Premio Jóvenes Emprendedores Sociales de la Universidad Europea y el Premio Nacional de Educación por la divulgación de la cultura científica, entre otros.

Las bases están puestas con cimientos firmes y la empresa consolida sus objetivos que pasan, a corto plazo por “la misión de democratizar el acceso a la educación científica para que todos los niños lleguen a ella”. Casi nada.

Por cierto, la reunión celebrada en aquel colegio cualquiera entre progenitores y profesores concluyó con la exigencia de los primeros del regreso a la metodología 'tradicional' e institucionalizada para que los deberes lleguen cada día a casa. Algunos docentes no están por la labor; otros, ante la insistencia, dudan.