El COVID-19 ha supuesto una revolución en nuestras vidas en muchos aspectos. Y, por supuesto, en el plano laboral no podía ser diferente. Según la consultora McKinsey, “la pandemia ha supuesto una disrupción global en los mercados laborales en 2020”.

Ha surgido un nuevo elemento crítico: la proximidad física

Ha surgido un nuevo elemento crítico: la proximidad física

La pandemia ha acelerado tendencias ya existentes en teletrabajo, comercio electrónico y automatización

Futuro laboral complejo

La compañía acaba de publicar su informe The future of work after COVID-19 [El futuro del trabajo tras el COVID-19], en el que afirma: “La pandemia ha acelerado tendencias ya existentes en teletrabajo, comercio electrónico y automatización; y un 25 por ciento de profesionales más de las estimaciones previas necesitarán cambiar de ocupación”.

Esta situación se suma a las consecuencias a corto plazo, que han sido “repentinas y severas: millones de personas han sido incluidas en ERTEs o han perdido sus empleos y otras se han adaptado rápidamente a trabajar desde casa por el cierre de las oficinas”.

Disrupción

La investigación de McKinsey ha abarcado ocho países con diversos modelos de mercado laboral: España, Alemania, China, Estados Unidos, Francia, India, Japón y Reino Unido. En total, suman el 62 por ciento del producto interior bruto mundial y casi la mitad de la población.

Como señala el informe, hasta la llegada de la pandemia, las mayores disrupciones en el mercado laboral eran consecuencia de las nuevas tecnologías y la globalización. Pero, a partir de ella, ha surgido un nuevo elemento crítico: la proximidad física.

Desde la atención médica, hasta la educación, pasando por las fábricas, el transporte y el mantenimiento, además de la restauración y el turismo, son muchos los sectores que van a experimentar cambios radicales como consecuencia de la necesidad de interacción.

Se multiplicará por cuatro o cinco el volumen de teletrabajo pre-COVID

Continuidad

Algunos de los cambios y rutinas que ya hemos incorporado a nuestro día a día continuarán. Por ejemplo, el trabajo remoto y las reuniones virtuales. Pero serán menos intensos que durante el pico de la pandemia.

La investigación ha analizado más de dos mil tareas en unas 800 ocupaciones diferentes y concluye que entre el 20 y el 25 por ciento de ellas pueden ser llevadas a cabo en remoto, entre tres y cinco días a la semana, sin pérdida de productividad.

Eso significaría multiplicar por cuatro o cinco el volumen de teletrabajo pre-COVID. Y podría tener un efecto en la “geografía del trabajo, si las personas y las empresas se marchan de las grandes ciudades, hacia las afueras y las pequeñas localidades”.

Por supuesto, la solución no es perfecta para todas las situaciones. Las conclusiones señalan que las negociaciones, las decisiones de negocio críticas y la incorporación de nuevas personas a la plantilla pierden efectividad cuando no se realizan en persona.

El crecimiento de otros sectores no compensará la pérdida de empleos en algunos

Trabajos diferentes

Los mayores cambios en la era post-COVID se registrarán, según McKinsey, en el tipo de trabajos. “Esperamos que el impacto más negativo de la pandemia recaiga sobre los trabajadores en los servicios de restauración, ventas a clientes y servicios, así como en los trabajos de oficina menos cualificados”.

Para compensar, se podrían incrementar los puestos de trabajo en almacenes y transporte, “como resultado del crecimiento del comercio electrónico y la economía de envíos a domicilio”. Sin embargo no será suficiente: los empleos en el sector de la restauración en Estados Unidos suman 4,3 millones y el crecimiento esperado en el sector transporte no llega a los 80.000.

El cambio más importante será el que deberán llevar a cabo las personas para adaptar sus capacidades a las exigencias de sus nuevos puestos. El uso de habilidades cognitivas básicas se reducirá un 3,4 por ciento en Alemania, por ejemplo; frente a un incremento del 3,2 por ciento de las habilidades emocionales y sociales. En India, los trabajos manuales y físicos se reducirán en 2,2 puntos porcentuales, mientras que el tiempo dedicado a la tecnología se incrementará en un 3,3 por ciento.

Las mujeres tendrán que realizar 3,9 veces más transiciones laborales que los hombres

Mujeres, jóvenes e inmigrantes

“Los trabajadores con mayores desventajas pueden tener que afrontar las mayores transiciones, en parte por su desproporcionada presencia en las áreas más afectadas por el COVID-19”, afirman los autores.

En el caso de España -al igual que Alemania y Francia-, “el incremento de transiciones laborales requeridas debido a las tendencias influenciadas por el COVID-19 es 3,9 veces mayor para las mujeres que para los hombres”.

Los jóvenes también tendrán que adaptarse más que los mayores, así como las personas no nacidas en la Unión Europea, con respecto a los profesionales nativos, según el informe.

Casi el 20 por ciento de los trabajadores que viven en hogares rurales carecen de acceso a internet

Responsabilidades

Pero no todo el esfuerzo tiene que correr de parte de los empleados. También las empresas deben realizar “un análisis granular de qué trabajo puede ser realizado de forma remota”. La clave está en un enfoque “en las tareas, más que en los trabajos en sí”. También es preciso valorar “más las habilidades necesarias, que los títulos académicos”.

En cuanto a los gobiernos, deberían “expandir y reforzar la infraestructura digital”. El objetivo es generar oportunidades, porque -como señala el informe- “incluso en economías avanzadas, casi el 20 por ciento de los trabajadores que viven en hogares rurales carecen de acceso a internet”. Por otro lado, deben “ampliar los beneficios y sistemas de protección a los trabajadores autónomos y a quienes están adquiriendo nuevas habilidades y conocimientos”.