La inflación de los alimentos continuará en 2021 y 2022, según el Fondo Monetario Internacional [FMI]. “De hecho, el reciente incremento acusado en los precios internacionales de la comida ya ha empezado lentamente a impactar en los precios al consumo domésticos en algunas regiones, a medida que los comerciantes -incapaces de absorber la subida de costes- están repercutiendo esos incrementos en los consumidores”, explican desde la entidad.

Sus cálculos indican que “es probable que esté por llegar más [incremento], dado que se espera que los precios internacionales de los alimentos crezcan alrededor del 25 por ciento en 2021, en relación a 2020”.

La inflación en alimentos será del 3,2 por ciento y 1,75 por ciento de media en 2021 y 2022

Impacto en los consumidores
Eso significará una repercusión del 20 por ciento [13 por ciento el primer año y 7 por ciento el segundo] en el coste de los alimentos para los consumidores, lo que supondrá una inflación de alrededor del 3,2 por ciento y 1,75 por ciento de media en 2021 y 2022.

Por si fuese poco, a esto hay que añadir un 1 por ciento más, como consecuencia de la subida de fletes.

Los efectos de la inflación alimentaria pueden ser nefastos para la erradicación del hambre

Peor para los más débiles
Como no podía ser de otra forma, el FMI calcula que saldrán perdiendo los de siempre: “El impacto, sin embargo, variará por países. Los consumidores de los mercados emergentes podrían experimentar incrementos mayores, debido a una mayor dependencia de las importaciones de alimentos (por ejemplo, países del África Subsahariana y del medio este y norte de África)”.

La entidad advierte de que “la repercusión desde los costes de producción a los de consumo también tiende a ser mayor para los mercados emergentes”. Algo que puede tener un enorme impacto en “naciones de renta baja que están luchando contra la pandemia”, para los que “los efectos de la inflación alimentaria pueden ser nefastos y poner en riesgo los esfuerzos para erradicar el hambre”.

El equipo de economistas del FMI señala que “los mercados emergentes y los países de renta baja también son más vulnerables a las sacudidas de los precios de los alimentos, porque los consumidores de esas naciones típicamente gastan una proporción relativamente grande de sus ingresos en comida”.

La factura de importaciones de comida de los países con monedas más débiles se ha incrementado

Impacto de las divisas
Y no solo eso, este tipo de países cuentan con el “factor de riesgo adicional” de “la depreciación de su moneda frente al dólar USA, posiblemente debido a la caída de las exportaciones y de los ingresos procedentes del turismo, así como de los flujos netos de capital”.

El motivo es que la mayoría de los productos alimenticios se negocian en dólares, lo que hace que “los países con monedas más débiles” hayan visto “subir su factura de importaciones de comida”.

La subida de precios de los alimentos es anterior a la pandemia

Motivos
El FMI señala que esta subida de precios de los alimentos “es anterior a la pandemia”. “En el verano de 2018, China fue golpeada por un brote de fiebre porcina que acabó con la mayor parte de la cabaña de cerdos del país, lo que representa más del 50 por ciento de cerdos del mundo”, señala el FMI.

La subida sin precedentes del precio de los productos porcinos en el país tuvo un efecto dominó en otros países y en otras proteínas animales. A esto se sumó la creación de aranceles a la importación de cerdo y soja estadounidenses.

Por supuesto, “las medidas de confinamiento y las disrupciones en la cadena de suministro llevaron a los precios de los alimentos a sus cotas más altas”. Sin embargo, la entidad reconoce que a principios del verano de 2020, “varios precios de productos alimentarios se habían moderado, lo que hizo descender la inflación del sector en muchos países”.

Otro factor importante es que los aranceles de los envíos por mar se han duplicado e incluso triplicado en los últimos doce meses. A eso hay que sumar que los carburantes también han subido de precio y que en algunas regiones hay escasez de conductores de cambión, lo que está incrementando el coste del transporte terrestre.

Por último, los precios de los productores de comida se han disparado hasta máximos desde 2014. Los de la soja y el maíz, por ejemplo, se han incrementado un 86 y por 111 por ciento, respectivamente.

El motivo principal de esta subida es el aumento de la demanda de productos de primera necesidad durante la pandemia y el acopio de ellos que han hecho algunos países. Además, el fenómeno meteorológico de La Niña ha provocado sequías en exportadores como Argentina, Brasil, Rusia, Ucrania y Estados Unidos.