Pedro Abrantes [de la Universidade Aberta e ISCTE– Instituto Universitário de Lisboa], acaba de publicar, junto a Lígia Ferro [de la Universidade de Porto], una investigación titulada: La educación y sus efectos sobre las oportunidades de la juventud.

Los resultados de su investigación están disponibles en el Observatorio Social de la Fundación “la Caixa”, como parte de un análisis de las oportunidades y retos a los que se enfrentan los jóvenes en España y Portugal.

Hemos hablado con Abrantes, para que nos explique de primera mano cuáles han sido las principales conclusiones de su trabajo.

Es la primera generación en la que el 90% de los jóvenes estudian hasta los 18 años

Menos abandono escolar

Según sus datos, “la evolución de la proporción de jóvenes entre 18 y 24 años que no han completado la educación secundaria superior en los últimos 20 años ha sido positiva, pero a ritmos muy diferentes: lento a escala europea, moderado en España y alto en Portugal”.

Como explica el propio Abrantes, “es un cambio muy grande entre los jóvenes. Hoy en día, la gran mayoría -alrededor del 90%- está estudiando entre los 6 y los 18 años. Es la primera generación que tiene un porcentaje tan alto”.

Quienes no estudian sufren mucha más exclusión que en las generaciones anteriores

La otra cara

Pero también advierte de que no todo son buenas noticias: “La otra cara de la moneda es que quienes no están estudiando en este período, acaban sufriendo mucha más exclusión que en las generaciones anteriores, cuando era más común”.

Y eso tiene consecuencias directas en sus oportunidades de futuro: “El mercado laboral se ha vuelto mucho más exigente. Y la sociedad, también. Eso ha significado un reto grande, sobre todo para ciertas minorías que no acaban de integrarse bien en la escuela.

Ha habido mejoras en la respuesta del sistema educativo

Motivos

Abrantes señala algunos de los motivos de esa reducción de personas que abandonan la escuela: “Ha habido mejoras en la respuesta del sistema educativo, sobre todo en términos de la oferta de formación técnica y profesional, lo que es importante a la hora de evitar que los jóvenes abandonen sus estudios”.

Por otra parte, las políticas sociales también han profundizado mucho más. Por ejemplo, "el apoyo a las familias ha conseguido que los jóvenes sigan estudiando. Ha habido colaboración entre las estructuras educativas y la intervención social, que ha tratado de conseguir que, para que las familias puedan estar en ciertos programas, los niños tengan que seguir estudiando”.

Impacto

El impacto del abandono escolar en las vidas de las personas es muy importante: “El hecho de no conseguir terminar una educación secundaria superior, sea a través del bachillerato o de la formación profesional, tiene consecuencias bastante negativas”.

Entre ellas, “la integración laboral es mucho más difícil, sobre todo para las niñas, pero también para los niños. Aparte de eso, es un factor que perjudica otros contextos de integración y participación social, sea en la comunidad, en las actividades cívicas y culturales…”.

Además, Abrantes hace hincapié en el hecho de que todos esos elementos interactúan entre sí: “Estamos hablando de una exclusión en varios medios, que es acumulativa”.

Propuestas

La integración de todas estas personas “es fundamental. Lo que nos enseña nuestro estudio es que, a veces, hoy en día hay una idea de que muchos jóvenes no consiguen un puesto de trabajo, a pesar de contar con un título de enseñanza superior. Pero, la verdad es que, lo que hemos visto es que, en los últimos 20 años, a pesar de que sí hay muchos más jóvenes en la enseñanza superior, siguen teniendo una ventaja notable”.

Y añade que se trata de “un punto muy importante, incluso para que en las escuelas y en las comunidades no se deje a ningún niños atrás, que se busque una solución para todos”.

Pero no se trata de buscar la receta única del éxito: “Hay casos en los que hay que generar una diversidad de soluciones con las comunidades, para que puedan seguir estudiando, pero dentro de sus intereses, capacidades y condiciones”,

Desigualdad

A pesar de los avances, siguen existiendo grupos en los que la proporción de personas que dejan de estudiar es mucho más elevada. “Tenemos la situación de la población gitana. Que, aunque ha mejorado mucho su nivel educativo, todavía queda muy rezagado en relación al promedio. Otros grupos, como los migrantes o los entornos rurales, siguen necesitando un tipo de intervención mucho más enfocada”.

Ese impacto también se produce en el plano de la participación en la comunidad. Y tiene consecuencias porque “hay implicaciones profundas, desde luego con el bienestar y la salud, porque esa integración lleva con el tiempo a problemas mentales y depresión. Pero, además, en términos sociales, genera una población que está al margen y luego es más difícil integrarlos”.