Seguro que conoces a alguien [o incluso tú misma] que está a punto o en proceso de reincorporación a las oficinas de su empresa, tras el largo período que llamaremos la era de la videoconferencia. Y es más que probable que ni el equipo directivo de la compañía tenga claro qué hacer: ¿volver todos los días, solo algunos…?

Por un lado, la gente piensa: “Con lo agustico que se está en casa”. Por otro, la mayoría de las personas afirman haber experimentado estrés, cansancio y dificultad para desconectar por culpa del teletrabajo.

La consultora McKinsey ha realizado una encuesta entre personas que ocupan puestos ejecutivos de primer nivel y más de tres cuartos afirman que la jornada típica de sus profesionales debe ser de al menos tres días en la oficina.

Alargar el trabajo en remoto puede dañar la cultura corporativa y el sentimiento de pertenencia

Éxito del teletrabajo

Es verdad que reconocen que el trabajo desde casa ha sido “sorprendentemente eficaz”, pero también creen que alargar la situación puede dañar la cultura corporativa y el sentimiento de pertenencia. Vamos, que quieren que la cosa cambie lo menos posible.

Sin embargo, sus equipos no parecen estar muy de acuerdo. McKinsey también ha encuestado a alrededor de cinco mil y tres cuartas partes aseguran querer trabajar desde casa dos días como mínimo. Y más de la mitad quieren que sean tres o más jornadas de teletrabajo.

Según la consultora, “en su entusiasmo por volver del teletrabajo, los equipos ejecutivos corren el riesgo de incrementar en realidad la desconexión entre ellos y su gente. La idea de que cruzaremos una línea de meta y, de repente, se habrán acabado todas las dificultades, parece existir solo en las mentes de la alta dirección”.

Más de un 25 por ciento de las personas ya están buscando nuevo trabajo

Cambio de trabajo

Sus predicciones apuntan a una especie de “gran huida” en las compañías de todo el mundo en este mismo año y en los dos siguientes. Hay quien apunta a que más de un 25 por ciento de las personas ya están buscando nuevo trabajo y el cuatro de cada diez están pensando en cambiar de trabajo antes de fin de año.

Por eso recomiendan que los equipos directivos, en lugar de lanzarse a una carrera loca por volver a las oficinas, deben centrarse en escuchar más y tratar de comprender lo que necesitan sus plantillas para definir un modelo de trabajo a largo plazo que se adapte a las expectativas de la mayoría.

Un modelo híbrido es más complicado que uno completamente en remoto

Híbrido

El modelo híbrido parece ser el que más probabilidades de éxito tiene. Pero “es más complicado que uno completamente en remoto”. De hecho, advierten de que “la pregunta de cuántos días de trabajo en la oficina a la semana son la mejor opción es la más obvia, pero no es la única y puede que ni siquiera sea la que haya que contestar la primera”.

Antes que esa, se plantean otras como “¿qué trabajo se realiza mejor en persona que virtualmente y viceversa?, ¿cómo funcionan mejor las reuniones?, ¿cómo se equilibra la influencia y la experiencia entre quienes trabajan en presencial y quienes no lo hacen?”.

La mejor opción, aparentemente, es dejar que las políticas vayan evolucionando en función de los aprendizajes que se produzcan sobre la marcha. Se trata de un proceso de adaptación que durará años.

El mayor error puede ser negar la desconexión que se ha producido en los equipos

Ser realistas

En todo caso, el mayor error puede ser negar la desconexión que se ha producido en los equipos. Durante la pandemia, un 39 por ciento de las personas afirmaban tener dificultades para mantener una conexión fuerte con sus colegas, las redes informales de contacto y trabajo se debilitaron y las personas se centraron en los grupos con los que se sentían más identificadas. “Sería bonito que los empleados saltaran de alegría ante la perspectiva de un retorno completo a la oficina. y sería bonito que el futuro resultara ser tan glorioso y estable como a veces imaginamos que ha sido el pasado. Pero esas fantasías están construidas sobre la nostalgia”, afirman desde McKinsey.

Por el momento, lo que parece más urgente e importante es que las personas decidamos qué modelo preferimos, que las compañías nos escuchen y construyan esquemas de trabajo que respondan a esas expectativas. Pero, claro, veremos si es así o simplemente las decisiones se toman en los despachos porque sí, porque yolo.