Aunque parezca que no, la telefonía móvil surgió en España en 1976 de la mano de la entonces empresa Telefónica, pública hasta la aparición estelar años más tarde del ex presidente José María Aznar y su compañero de pupitre, Juan Villalonga, pero esta es otra historia.

La que nos ocupa tiene que ver con otro tipo de conexiones y funcionalidades que va más allá de la parte económica de las compañías, aunque no se pueda separar de ella. ¿Sabes que es un dumb phone (teléfono tonto) o feature phone (teléfono básico)? Pues esta información se refiere a esos dispositivos.

Lo primero que hay que decir es que ambas expresiones se utilizan indistintamente para designar aquellos móviles debutantes de las primeras épocas de la expansión de este tipo de telefonía.

Seguramente los millenials no, pero los que empiezan a peinar canas o se han dejado el pelo por el camino recordarán los Sony Ericsson, aquellos Alcatel que si se te caían en un pie lo destrozaban o, cómo no, los Nokia, todo un clásico, o los Motorola, con su móvil ‘concha’ StarTac 130.

Los ‘básicos’ al poder

En estos tiempos de conexiones 4 y 5G, de GPS, de redes sociales como setas, aunque parezca mentira ganan terreno y mercado los teléfonos básicos o tontos que planteaban casi como única opción la de hacer y recibir llamadas.

Echando la vista atrás y tratando de comparar aquellos móviles del ‘Hola, soy Edu, feliz Navidad’, con los actuales smartphones de cuatro cámaras y conexiones ultrarrápidas, no siempre salen victoriosos estos últimos; por ello, sin entrar en más detalles, nos quedamos con estos tres motivos que nos invitan a volver a creer en los dumb phones o feature phones.

En primer lugar ¿cuál es una de las mayores preocupaciones de los fabricantes de teléfonos inteligentes? En efecto, la duración de la batería.

Con la cantidad de funciones y posibilidades que ofrecen los smartphones el tiempo que se puedan utilizar sin necesidad de parar es fundamental.

Las manos a la cabeza

Es verdad que los dispositivos básicos no ofrecen tanta opciones a los usuarios, pero basta recordar lo que duraba la batería de aquel Nokia 3310 (ahora vuelve a venderse). Si esto se lo cuentas a los representantes de las generaciones millenials o Z se llevan las manos a la cabeza.

Mientras que ahora, con suerte, tienes que cargarlo al día siguiente, los de antes podían estar días sin necesidad de enchufarlos.

Y qué decir de los materiales con los que se fabrican. Los smartphones necesitan de un protector de pantalla porque, a pesar de la ‘dureza’ de estas, al mínimo golpe o caída se rayan o rompen.

En contraposición, los básicos son mucho más resistentes (segundo motivo), algo que también deriva de que no disponen de tanto componente sensible.

El tercero de los motivos que pueden animar a volver a los dumb phones es muy poderoso es el relativo a los precios.

Ya cuando aparecieron, eran más baratos en particular porque las diferentes operadoras de telefonía (sí, las Airtel, MoviLine y Amena de aquellos primeros años) regalaban los dispositivos cuando se contrataba una línea.

Lo curioso de este asunto es que no es la primera vez que en El Telescopio hablamos de estos teléfonos básicos, lo que significa que están en auge. Quizás el mayor ejemplo de esto es que ya son varias las compañías que también están optando por fabricar este tipo de dispositivos.

Por cierto, aún podríamos mencionar un cuarto motivo: la obsolescencia programada. Estamos seguros de que conoces a alguien que todavía tiene su antiguo Nokia. Sin duda alguna, esto se debe a que el citado fenómeno parecía no estar tan desarrollado entonces (aunque suponemos que los nuevos móviles básicos en esto sí ya se parecen más a los actuales smartphones).