En un universo digital que idolatra la perfección y mide cada gesto en likes, La Sotanita (Álvaro Negro, 2000) ha logrado abrir un hueco para algo tan poco habitual como la autenticidad. Su historia empieza lejos de cualquier plan de marketing: un partido desastroso, una cámara de móvil y un tipo que decide reírse de sí mismo antes de borrarse del mapa. Esa torpeza inicial —la de quien no busca brillar sino divertirse— se convirtió, casi sin quererlo, en una declaración de intenciones frente a la impostura generalizada de las redes.
Hoy, lo que empezó como una broma entre amigos es una comunidad donde el error se celebra y la autocrítica se convierte en identidad. Álvaro, el rostro detrás del personaje, ha hecho del fallo su bandera y del humor su refugio. En un entorno saturado de apariencias, su éxito radica en lo contrario: en mostrar el temblor, en compartir la caída y convertir el ridículo en punto de encuentro. Porque ahí, en lo que nadie suele enseñar, es donde se esconde la verdad.
En esta entrevista, repasa el vértigo del éxito, su colaboración con LaLiga y cómo ha aprendido a convivir con el personaje que creó casi por accidente. Porque, como él mismo resume, “si fallas, ríete, que se rían tus colegas y ya está”.
Pregunta (P): ¿Cómo surge todo esto de La Sotanita?
Respuesta (R): Una vez fue mi novia a verme jugar un partido, me grabó un par de vídeos y luego los vi en mi casa. Justo ese partido jugué estrepitosamente mal, fue un desastre. Cuando lo vi en casa me estaba riendo yo solo. Por la noche, en la cama, como tengo con mis amigos ese vocabulario y forma de hablar, se me empezaron a ocurrir comentarios para meterle. Al día siguiente lo hice, y fue lo típico que lo ves y piensas: “esto no va a ningún lado, es horrible, no le va a gustar a nadie, ni mis amigos se van a reír con esto”. Subí ese vídeo a TikTok, a mi cuenta personal —que era donde subía música— y de repente, en tres horas, ya llevaba 200 o 300 mil visitas. Y ahí dije: “uf, cuidado con esto”. Luego lo dejé, porque mi pareja se quedó embarazada y ya no pudo venir a grabarme. Hasta mayo, que volví a subir otro partido. Porque La Sotanita, el primer mes que la creé, era una cuenta tipo podcast: hablar con mis amigos sobre fútbol, comentar, reírnos, pero con un tono más serio.
P: Es importante, a veces le damos demasiada seriedad al fútbol y al final no deja de ser un deporte, ¿no?
R: Sí. Mi intención era esa: grabar charlas con mis amigos muy cotidianas, como las que tienes con una cerveza con tu colega hablando de fútbol. Pero no funcionaban: tenían mil visitas como mucho. Hasta que subí un resumen de un partido que tenía grabado de hacía tiempo, y explotó el primer día. Ahí dije: “bueno, pues voy a crear un personaje en base a esto”. No un personaje como tal, pero sí darle una forma, un estilo propio.
P: ¿Hubo alguna frase que te sirviera como punto de partida?
R: Sí. Tenía una frase que era “juega tú que me da la risa”. La decíamos mucho entre mis amigos, porque un colega nuestro estaba obsesionado con ella, la repetía todo el día, y a mí me hacía mucha gracia. Fue con esa con la que empezó todo y la primera que usé.
P: ¿Recuerdas el momento exacto en el que dijiste: “¿Esto funciona?”.
R: Es que ha sido tan rápido… Desde el primer vídeo pensé: “¿qué pasa aquí?”. Había muchos comentarios, la gente se reía, les gustaba mucho. Al principio, las dos o tres primeras semanas, los números estaban bien, pero nada loco. Le decía a mi pareja: “Si esto, viéndolo poca gente, gusta tanto, cuando lo vea mucha más, se va a descontrolar”. Porque es un contenido que puede gustar mucho.
P: Tus vídeos se alejan un poco del típico contenido de fútbol: no es blanco o negro, haces autocrítica y usas lenguaje popular. ¿Por qué decidiste tirar por ese camino?
R: Porque siempre he sabido reírme de mí mismo saber cuáles son mis limitaciones limitaciones. En el fútbol tengo tantas que era fácil. No iba a hacer vídeos de lo bueno que soy cuando la realidad no es esa. Además, mucha gente me decía que mi forma de correr o moverme era graciosa, y viéndolo en vídeo, yo también lo pensaba. Me gusta que el mensaje que se quede sea ese: si fallas, ríete, que se rían tus colegas y ya está. No pasa nada.
P: Además, mostrar tus debilidades te hace más cercano. A veces parece que hay que ser perfecto todo el rato…
R: Sí. En redes se ha instaurado esa imagen perfecta: tu vida es increíble, vas a los mejores sitios, comes en los mejores restaurantes… Pero realmente conectas más si dices: “mira, fallo, tengo errores, y no pasa nada”.
P: Entre todos esos clips malos, se te ha colado alguno en el que se ve calidad. ¿Hasta dónde llegaste a jugar?
R: Lo máximo fue en Tercera División. Debuté con 16 años, y al año siguiente me rompí la rodilla. Y ya a partir de ahí, todo fue cuesta abajo.
P: ¿Crees que eso te ayudó a ver el fútbol desde otra perspectiva?
R: Sí. Aunque incluso antes de la lesión, tampoco pensaba que el fútbol fuese a ser mi vida. Me he roto la rodilla tres veces, así que después de la primera aún tenía esperanzas de volver, pero ya con la tercera era imposible. Puede ser que eso me ayudase a ver el fútbol de otra manera, sí.
Antes todos querían subir su mejor gol, ahora los chavales suben su peor fallo
P: Has creado una comunidad muy fiel. ¿Qué crees que te hace tan único?
R: Creo que he conseguido darle la vuelta a lo típico: antes todos querían subir su mejor gol, ahora los chavales suben su peor fallo, su caída, su error. Y eso conecta: la gente se ríe, entiende que no pasa nada por reírte de ti mismo. Eso ha hecho que se forme una comunidad tan cercana, tan “de todos”.
P: ¿Has tenido algún comentario de hate o cómo reaccionas a eso?
R: A ver, mi comunidad está tan metida en el rollo de reírse de mí y de que yo me ría de mí mismo que ya no sé distinguir si un comentario va con mala intención o si es broma. Es complicado, porque el tono es el mismo.
P: ¿Hay alguna frase tuya que te guste especialmente?
R: A mi me parecen malas todas. Se pueden aplicar en el día a día en ese tono humorístico, pero no me parecen… Aunque hay una que me marcó mucho, una que me decía mi mejor amigo de pequeño: “sin gafas no te oigo”. Esa me parece la mejor, la verdad.
P: ¿Algún futbolista te ha escrito para que hagas algún juego de palabras con su nombre?
R: No, todavía no. Pero si me llega alguno y me dice “haz algo con esto”, estaría guay.
P: Ya hay equipos que se ponen en contacto contigo, ¿no?
R: Sí, ahora estamos trabajando con LaLiga y con varios equipos y jugadores.
P: ¿Cómo viviste eso de que en el Real Madrid usaran una de tus frases?
R: Fue una locura. No me lo creía, pensaba que alguien se había equivocado. Pero muy guay, la verdad.
P: Has pasado del cero a cien en nada. ¿Cómo lo llevas a nivel personal?
R: De momento bien, muy tranquilo. Vivo en una ciudad muy tranquila, así que mi día a día es igual que antes, salvo el trabajo y estar más pendiente del móvil. Además, ha coincidido con el nacimiento de mi hija, así que todo es un poco caos. No me da tiempo ni a pensar demasiado, simplemente es ir viviendo lo que va saliendo.
P: ¿Sientes que hay una diferencia entre Álvaro y “La Sotanita”? ¿Has entrado en una especie de dualidad entre ambos?
R: La verdad es que no. Lo hablo mucho con mi pareja, y me dice: “si es que tú eres así”. Obviamente no voy a comprar y decir “ponme una Coca-Cola que me da la risa”, pero es mi humor, el que tengo con mis amigos. Así que sí, es un personaje, pero soy yo llevado al extremo.
P: Si pudieras comentar un partido, ¿cuál elegirías?
R: Un Barça-Madrid, claro. Pero la verdad, cualquiera me haría ilusión.
P: Vamos con tu faceta musical, que no se conoce tanto. Has sido telonero de Israel B, Natos y Waor… Llevas un tiempo sin sacar música, ¿no?
R: Sí, llevo como un año sin sacar nada. Pero yo empecé con la música a los 12 años, nunca lo he dejado hasta el año pasado. Y lo echo mucho de menos. Me gustaría retomarlo pronto. Conocí a Israel, le gustaron mis vídeos, y ahora tenemos muy buena relación, hablo mucho con él. Para mí, que crecí escuchándolo, es una locura.
P: Y para acabar: ¿hacia dónde te gustaría llevar La Sotanita?
R: Llevo tan poco que no me ha dado tiempo a pensarlo mucho. Disfruto un montón, la gente se lo pasa bien, y quiero aprovecharlo al máximo. No tengo claro un punto fijo ni qué puede salir de esto. Si consigo que el mensaje de quitarse los complejos, la presión y la responsabilidad y reírse de uno mismo quede ahí, yo ya estaré orgulloso. Y luego, pues seguir haciendo que esto crezca y conseguir más cosas poco a poco.