La historia dirá que Curazao se clasificó al Mundial de 2026. Pero lo que no cabrá en los resúmenes ni en las estadísticas es el tamaño del milagro: una isla con poco más de 150.000 habitantes —el país más pequeño que jamás disputará una Copa del Mundo— resistió 100 minutos en Kingston ante Jamaica, sobrevivió a tres postes, a un penalti anulado, al empuje de un estadio entero y terminó sellando un empate que vale oro. Y que vale, sobre todo, una página eterna en el fútbol caribeño.

La selección dirigida por Dick Advocaat, curiosamente está formada íntegramente por jugadores nacidos en Europa, que han sido moldeados en ligas del continente. Esto se debe a que Curazao, que entre 1954 y 2010 se conocía como Antillas Holandesas, desde hace 15 años es un país autónomo perteneciente al Reino de los Países Bajos. En la última convocatoria de noviembre, había un futbolista que si había nacido en la isla, Tahith Chong. Sin embargo, el centrocampista del Sheffield United se cayó de la misma por no estar al nivel físico requerido para encuentros de tal envergadura.

La clasificación de Curazao es también hija de un ecosistema particular. Por primera vez, tres gigantes de la región, México, Canadá y Estados Unidos, no formaron parte de la fase previa al estar ya clasificados automáticamente como anfitriones del Mundial 2026. Su ausencia abrió una ventana histórica para que selecciones de menor peso competitivo soñaran con un camino antes impensable.

Tampoco es menor el impacto del nuevo formato mundialista, ampliado de 32 a 48 selecciones. El aumento de plazas, unido al reordenamiento de las eliminatorias de la Concacaf, multiplicó las opciones de las llamadas “naciones emergentes”. Curazao, que hace una década ocupaba posiciones residuales en el ranking regional, supo aprovechar un escenario irrepetible.

Un proyecto que nació hace 21 años

Lo que hoy parece un salto prodigioso empezó a gestarse en 2004. Ese año, la federación curazoleña diseñó un proyecto a largo plazo con un objetivo explícito: algún día, disputar un Mundial. Dos décadas después, se ha cumplido. “Después de 21 años hemos podido culminar el proyecto mundialista que iniciamos en 2004”, celebró Gilbert Martina, presidente de la federación, en declaraciones a Marca. “Es una sensación muy grande, muy bonita… Somos pequeños en tamaño, pero grandes en alma y corazón”.

La clave de ese proyecto siempre estuvo en la diáspora. Con una población reducida y una estructura futbolística limitada, Curazao optó por captar talento en Países Bajos y en otros países europeos donde familias curazoleñas habían echado raíces. Hoy, absolutamente todos los internacionales nacieron en Europa y juegan en ligas profesionales del continente. Incluso figuras como Jurgen Locadia, exinternacional neerlandés y ex de la SD Amorebieta e Intercity, se sumaron al proyecto.

El país más pequeño que jugará un Mundial

Con solo 153.000 habitantes y una superficie diez veces menor que Cabo Verde, que poseía el récord desde octubre y ni si quiera ha podido estrenarlo. Curazao pulveriza registros. Se convierte además en la quinta selección caribeña que jugará un Mundial, tras Cuba, Haití, Jamaica y Trinidad y Tobago. “Creo que nuestro éxito ha sido la perseverancia. Todos creímos que algún día clasificaríamos al Mundial y por fin lo hemos logrado”, celebró Martina. “Que vengan todos, nosotros ya hemos ganado el Mundial”. Curazao se une a Jordania, Cabo Verde y Uzbekistán como debutantes confirmados para 2026.

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