El fútbol de 2025 vive instalado en una paradoja constante: nunca se ha hablado tanto de sostenibilidad financiera mientras las grandes estrellas siguen moviendo cifras que pertenecen a otra dimensión económica. En ese contexto, comparar cuánto gana Messi y cuánto gana Cristiano Ronaldo no es solo un ejercicio de curiosidad, sino una radiografía bastante precisa de hacia dónde se dirige el negocio del fútbol global. Ambos siguen en activo, ambos son iconos culturales más allá del césped y ambos representan modelos distintos de industria deportiva.

El auge del "soccer"

Lionel Messi, desde su llegada al Inter Miami, se convirtió en la piedra angular del proyecto de la MLS para ganar relevancia mundial. Su impacto no se mide únicamente en goles o asistencias, sino en audiencias televisivas, ventas de camisetas y acuerdos comerciales que se dispararon desde el primer día. Cristiano Ronaldo, por su parte, eligió Arabia Saudí como escenario final de su carrera de élite, liderando una ofensiva económica sin precedentes que ha cambiado el mapa del fútbol internacional en apenas dos años.

La trayectoria de ambos es sobradamente conocida, pero conviene recordar el punto desde el que llegan a este momento. Messi lo ganó todo en el FC Barcelona, culminó su legado con el Mundial de Catar y, tras un breve paso por el PSG, optó por una experiencia distinta, menos competitiva en lo deportivo pero estratégica en lo empresarial. Cristiano construyó una carrera marcada por el rendimiento físico, los títulos en varias ligas y una obsesión por seguir siendo protagonista, incluso fuera del eje tradicional Europa–Sudamérica.

En el debate sobre el sueldo de Messi y el contrato de Cristiano Ronaldo, el contexto importa tanto como las cifras. Durante buena parte de la temporada, el Inter Miami ha justificado el fichaje del argentino como una inversión estructural. La MLS flexibilizó normas salariales, Apple reforzó su apuesta por los derechos audiovisuales y Miami se convirtió en un escaparate global. En Arabia Saudí, en cambio, el salario de Cristiano se entiende como una pieza clave de una estrategia país, ligada a imagen, turismo y posicionamiento internacional.

Una diferencia gigantesca

Hasta aquí, la comparación parece más filosófica que numérica. Pero llegado el segundo tercio del análisis, las cifras empiezan a marcar diferencias claras. El salario de Messi en 2025 en el Inter Miami se sitúa en torno a los 20 millones de euros anuales en concepto fijo, lo que equivale aproximadamente a 1,6 millones de euros al mes o unos 385.000 euros semanales. Es una cantidad elevada para la MLS, pero moderada si se compara con los estándares que él mismo manejó en Europa.

Cristiano Ronaldo, en cambio, juega en otra liga económica. Su contrato actual le reporta alrededor de 200 millones de euros al año, lo que supone más de 16 millones de euros mensuales y cerca de 3,8 millones de euros cada semana. La diferencia entre ambos no es marginal: Cristiano gana en un año lo que Messi percibiría en una década solo en salario deportivo.

La comparación directa convierte a Cristiano en el líder indiscutible entre los futbolistas mejor pagados 2025, mientras que Messi aparece como un caso híbrido, donde el sueldo es solo una parte del paquete total. Y es precisamente ahí donde el análisis se vuelve más interesante. Porque si el salario puro favorece de forma abrumadora al portugués, los ingresos paralelos equilibran parcialmente la balanza.

La fortuna de Messi se apoya en acuerdos comerciales históricos con marcas globales, participaciones en proyectos audiovisuales y un porcentaje de ingresos ligados a la expansión de la MLS. Su vinculación con Apple, Adidas y otras multinacionales convierte su figura en un activo a largo plazo, más allá de su rendimiento semanal. En términos de patrocinio, Messi sigue siendo uno de los deportistas más rentables del planeta.

Cristiano Ronaldo, sin embargo, ha llevado la monetización de su imagen a un nivel casi industrial. A su contrato deportivo se suman acuerdos publicitarios, inversiones en hoteles, clínicas y plataformas digitales, además de una presencia dominante en redes sociales que multiplica su valor de mercado. Su sueldo es solo la punta del iceberg de una estructura empresarial diseñada para generar ingresos incluso después de su retirada.

Vidas diferentes

El estilo de vida de ambos también refleja esa diferencia de enfoque. Messi mantiene un perfil relativamente discreto, con residencias de alto nivel en Miami y propiedades en Europa, pero sin una exposición excesiva. Cristiano, en cambio, ha convertido el lujo en parte de su narrativa pública: superdeportivos, mansiones y una imagen aspiracional que conecta con mercados emergentes y audiencias masivas.

En términos económicos, Messi representa el modelo de estrella que impulsa ligas y ecosistemas completos, mientras que Cristiano encarna la superestrella total, capaz de justificar por sí solo una inversión multimillonaria. El contrato de Messi se entiende como una apuesta estratégica de crecimiento. El de Cristiano, como una declaración de poder financiero.

La conclusión es clara: en el fútbol actual no existe una única forma de ser rentable. El sueldo de Messi y el salario de Cristiano Ronaldo responden a lógicas distintas, pero igualmente válidas dentro de un mercado globalizado. Uno gana menos en el campo, pero multiplica su impacto institucional. El otro domina el ranking salarial y refuerza una industria emergente a golpe de cifras récord.

Súmate a El Plural

Apoya nuestro trabajo. Navega sin publicidad. Entra a todos los contenidos.

hazte socio