El relato inicial que se impuso a golpe de titular —“un manifestante provoca una caída en plena carrera”— se desmonta al revisar con calma las imágenes. A falta de 55–56 kilómetros, en una curva del recorrido hacia Monforte de Lemos, un aficionado envuelto en una bandera palestina intenta levantarse desde la cuneta, resbala y ni siquiera llega a pisar la calzada. En ese preciso instante, un agente de la Guardia Civil irrumpe transversalmente en la carretera para interceptarlo y pasa por delante del grupo de corredores. El frenazo y el bandazo que provoca esa intervención desencadenan el “afilador” que manda al suelo a Javi Romo (Movistar) y, detrás, a Edward Planckaert (Alpecin-Deceuninck). Se ve claro en la señal televisiva y en los cortes que circulan después: no es el manifestante quien corta la trayectoria del grupo, es el guardia civil quien cruza la calzada justo por delante de los ciclistas.
¡Ni mientan miserables!
— Manel Márquez 🍉 (@manelmarquez) September 7, 2025
La caida del ciclista (Javi Romo) no la provoca el aficionado con la bandera de #Palestina, sino el #policía. que cruza por delante de Trek que hacer un movimiento para evitarlo.
¡O es qué no tienen ojos en la cara, ni neuronas en el cerebro!#LaVuelta25 pic.twitter.com/q8QoVD3Io5
La propia organización admite el encadenado de hechos. En declaraciones recogidas tras la etapa, el director de La Vuelta, Javier Guillén, explica que la irrupción del espontáneo “obligó a intervenir a un guardia civil” y que esa intervención “generó la caída” de Romo. Es decir, la causa inmediata del accidente no es la presencia del activista, que tropieza en el arcén, sino la maniobra del agente al meterse en la línea de paso del grupo. La secuencia coincide con los vídeos: activista que cae, policía que cruza la carretera y, acto seguido, el frenazo que precipita el accidente.
Romo, que se levantó con raspaduras y el culotte roto, pudo continuar la jornada y completar la etapa; Planckaert también siguió en carrera. La propia narración en directo hablaba de “incidente de seguridad con un espectador” y de un policía que “cruzó la carretera” antes del trompicón en cabeza del grupo. Si a esto le sumamos que el aficionado cae sin alcanzar el carril de circulación y que el agente aparece literalmente en la trazada de los corredores, el encuadre correcto de lo sucedido es inequívoco: la caída la provoca la irrupción del guardia civil.
La jornada dominical en Lugo venía ya cargada. Varias movilizaciones propalestinas estaban convocadas en O Corgo y Monforte de Lemos y, según el recuento de la prensa local y de fuentes policiales, se saldaron con una decena de detenciones por desórdenes públicos. Colectivos convocantes denunciaron cargas y un despliegue “desproporcionado” antes de la llegada del pelotón. En O Corgo, de hecho, la Guardia Civil practicó la mayoría de los arrestos al intentar un grupo cortar la carretera al paso de los ciclistas. Todo ello en un clima que, etapa tras etapa, ha ido dejando claro que la Vuelta 2025 no se habla solo en clave deportiva.
El episodio de este domingo llegaba, además, después de un sábado atípico: activistas consiguieron colarse en la frecuencia de Radio Vuelta e introdujeron consignas y canciones a favor de Palestina, interrumpiendo la comunicación habitual de la carrera. La propia organización y fuentes de seguridad consultadas por la prensa nacional confirmaron el “hackeo”, restándole gravedad técnica pero subrayando la molestia y el riesgo de confusión que genera una intrusión en el canal de información que guía a directores, jueces y motoristas.
El telón de fondo es conocido: la participación del equipo Israel–Premier Tech ha convertido esta edición en un campo de batalla simbólico. La tensión tuvo un pico a mitad de semana en Bilbao: la etapa 11 se dio por neutralizada a tres kilómetros de meta, sin vencedor, por motivos de seguridad tras una concentración masiva en la zona de llegada. Ese precedente —inédito en la Vuelta— provocó un giro adicional en el relato: días después, la escuadra israelí anunció que correría el resto de la prueba con maillots sin la palabra “Israel”, en un intento de rebajar la exposición y los riesgos.
Con el lunes de descanso por delante, la organización y los cuerpos policiales tienen margen para revisar lo sucedido y ajustar dispositivos. Las protestas van a seguir —lo asumen todos los actores—, y el ciclismo también: proteger a los corredores exige precisión operativa y prudencia informativa. Y aquí, a la vista de las imágenes, la precisión es cristalina: la caída de Javi Romo se produce por la irrupción de un guardia civil en la carretera, no por un manifestante que, aunque buscó llamar la atención, no llegó a cortar la trayectoria del pelotón. Lo demás son titulares que no resisten el “frame a frame”.