El precio de la cesta de la compra no se reducirá, por lo menos no próximamente. La coyuntura vuelve a golpear a los alimentos y en este caso el suceso extraordinario es la sequía. La llegada de la pandemia, cuyo golpe se notó casi un año después en este sector, y las crisis de la cadena de suministros, agravadas por los paros de transportistas, propiciaron un incremento notable del precio de la alimentación. La guerra de Ucrania y el encarecimiento de los combustibles dificultó aún más esta situación y los datos del Índice de Precios de Consumo (IPC) de los alimentos a inicios de 2022 (en torno al 5%), momento en el que comenzó el alza, quedan lejos del máximo del 16,6% marcado este febrero.

El mes de marzo, último con datos disponibles, ha reflejado una contención de la subida, con un dato del 16,5%; sin embargo, los meses de precios desmedidos en la cesta de la compra hacen insuficiente una contención para la gran mayoría de familias, que requieren de una reducción notable urgentemente. Las lluvias, en este caso la falta de ellas, imposibilitan ahora que la línea de la curva se invierta, muy a pesar de las reducciones del IVA aprobadas por el Gobierno a finales del pasado año. Diversos supermercados han anunciado ofertas y reducciones de precio, nimias, según los consumidores, pero el Ejecutivo sigue confiando en que la situación mejorará.

"Mantenemos la visión de que los precios de la alimentación van a disminuir de forma progresiva y en un periodo próximo”, aseguraba este martes Luis Planas, ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, tras un Consejo de Ministros con la sequía como asunto central. “Hemos visto que esa contención se ha producido al principio de año y evidentemente esa es la perspectiva que tiene el Gobierno", continuaba, aunque reconociendo que “tanto la guerra en Ucrania como la sequía son factores que están afectando a los mercados, con una gran volatilidad”. La mesa de la sequía se reúne este miércoles y estos ámbitos deberán estar presentes, más en un momento en el que ya existen territorio en España donde la llegada de agua depende de camiones cisterna.

La oferta puede ser más escasa y en alguna tendencia inflacionista”, lamentaba este martes el secretario general de Agricultura y Alimentación, Fernando Miranda, reconociendo la situación complicada que previsiblemente atravesarán los alimentos por la falta de precipitaciones. Desde el Ejecutivo evitan aventurarse a cuál será el grado de afectación que tendrá, como ha reconocido Planas, pero no niegan la preocupación por cosechas como “el olivar, la fruta de hueso o los cítricos”, expuestos a los efectos, “que ya se ven”, de la sequía “en la producción”. La perspectiva a futuro es la misma que se lleva repitiendo desde hace varios años para todos los sectores y ámbitos: “incertidumbre”.

Sin agua en la huerta de España

El problema se agrava atendiendo a la afectación territorial de la sequía. La huerta de España, ubicada en el mediterráneo sur, o el gran campo de olivos, situado en el interior sur de la península, son las zonas más castigadas por la falta de precipitaciones y afrontan campañas de recogidas de cultivos que podrían ser desastrosas. Las cuencas hidrográficas del Guadalquivir (25,2%), Guadalete-Barbate (28,4%), Guadiana (34,4%), Segura (35,1%) o la Mediterránea Andaluza se encuentran en mínimos y la estrategia ahora es la que apunta Planas: búsqueda y utilización de nuevos caudales para el riego.

"Hay miles de agricultores en una situación muy complicada por la falta de agua y que afrontan con una gran incertidumbre cómo su medio de vida está ahora amenazado", lamentan desde la Federación Nacional de Comunidades de Regantes (Fenacore). En este sentido, los representantes del sector primario urgen al Gobierno a que apruebe “cuanto antes” medidas que solventen la problemática a la que se enfrentan los agricultores, la falta de agua para poder regar sus cultivos.

Reserva Hídrica

Actualmente, los alimentos más básicos que componen la cesta están disparados. Los de origen animal, también afectados por la sequía, como denuncian los ganaderos, que aseguran no contar ya con agua para nutrir a sus animales, superan las dos cifras de IPC en el último baremo presentado. La carne, es especial la de cerdo (19,6%), marca cifras récord, aunque se mantiene lejos del encarecimiento de los huevos (24,5%), la leche (30,4%) o el resto de productos lácteos (20,6%).

Las legumbres y hortalizas tampoco escapan y sitúan la evolución de los precios en el 27,8%, seguidos por los cereales (22,8%). Por su parte, el aceite, con la recogida de la oliva a la vuelta de la esquina, alcanza ya un 28,1% (junto con el resto de grasas), valor que podría incrementarse con la sequía. Por el momento, las frutas frescas son las que mejor están resistiendo los arreones de las diversas tempestades económicas y climáticas, manteniendo su evolución de los precios en un 5,6%, valor que parece ínfimo en comparación con el del resto de los alimentos.

Confianza en los organismos internacionales

Más allá de la confianza expresada por el Gobierno español o por organismos independientes como el Banco de España, que apunta a una “desaceleración en los incrementos de los precios de los alimentos en España y la eurozona” a fututo; instituciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI) también apuntan a que lo peor en materia alimentaria ya ha pasado, en concordancia con lo señalado por Planas hace varias semanas.

“La reducción de la oferta de alimentos básicos en los principales países exportadores, debido a las grandes conmociones de los últimos dos años por la pandemia y la guerra en Ucrania, se ha detenido”, señala el organismo internacional, atribuyendo este efecto a la reacción, tanto de la oferta como de la demanda, a los elevados valores de inflación. En consecuencia, el FMI espera una tendencia a la baja apoyada en una mejora de los suministros y un aumento de la producción.

Como es evidente, y señala la institución, el consumo de alimentos no es un privilegio al que los ciudadanos puedan renunciar; sin embargo, estos si se ven empujados a modificar su menú diario a consecuencia del encarecimiento. Menos carne y pescado en las neveras de las familias más humildes ejemplifican esta situación, que no es otra que el empeoramiento de la dieta en los hogares más vulnerables.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) sigue la línea del FMI y presenta una reducción de los precios de los alimentos casi del 50% en comparación con marzo de 2022. Los datos así lo muestran, aunque lo cierto es que las mayores reducciones a nivel mundial se han producido en los cereales (-18%) o en aceites vegetales como la soja o colza, poco consumidos en España. El trigo, la cebada y el aceite también se desploma en nuestro país, pero alimentos tan utilizados como el aceite de oliva, los cítricos o el arroz siguen castigando los ticket de la compra de la ciudanía, temerosa de tener que renunciar a más cosas tras la carne y el pescado.