Ya hemos hablado de gastos, ingresos, deudas y cosas así. Me queda dialogar sobre  impuestos y  alguna cosa más. Casi seguro que aquel correcto entrevistado por la Cadena SER (y sus compañeros) se interesarán también por este texto; o con ese deseo lo escribo.

Vamos a comentar primero lo de los impuestos. Los impuestos pueden ser directos o indirectos. Los primeros son una carga económica que debe paga el triunfador para compensar al fracasado. Los segundos son cargas que se imponen por igual a los triunfadores y a los derrotados.

Esta forma de dividir a los ciudadanos por los resultados económicos puede ser muy útil para entender esto de los impuestos. A nadie le gusta pagar impuestos, pero si se le explica que los paga por que está triunfando en la vida, igual acepta que es lógico. Si pides impuestos a un rico dirá que se lo hubiera trabajado el pobre. En esta clasificación (triunfador/derrotado) se da por descontado que todos han intentado no ser pobres.

Pero este modelo tan sencillo tiene alguna condición: ningún triunfador puede tener sistemas especiales para evitar pagar unos impuestos (los que sean) a los derrotados. Este juego tiene que mantenerse a tope o el sistema va a un modelo arbitrario peligrosísimo. Por ejemplo, no creo en sistemas de ahorro específico para los grandes triunfadores (SICAV); y no soporto la evasión fiscal; y creo que la lucha contra los paraísos fiscales debe ser importante. Sobre este asunto, un triunfador me dijo un día: no insistas, Luis, si no eludo al fisco aquí, me iré allá. Pues yo creo que no hay que asustarse, influye poco y en cambio da credibilidad al país; que se vaya: animemos a los Servicios del Estado a trabajar intensamente en el tema; algún día caerán en manos de la Justicia. O no. Pero dejar al triunfador un segundo triunfo (con trampa), no es muy correcto en ninguna competición.

En este terreno, la izquierda debería ser (y debería haber sido) implacable. El PSOE -por ejemplo- no lo ha entendido.

Los impuestos que realmente consiguen recursos altos y rápidos para el Estado, son los indirectos. Hay que utilizarlos como la base fundamental del sistema. Pero, aunque reporten poco a la Hacienda, es imprescindible que los impuestos directos se mantengan. O mi teoría del triunfador y el derrotado deja de tener sentido.

Nunca debió suprimirse el impuesto sobre sucesiones: mínima aportación; máxima información. El impuesto sobre la renta no debe ser plano: a más triunfo más impuesto; con el límite que sea, pero escalando. (No me hagáis que vuelva a daros otro dato de por qué el PSOE ha perdido las elecciones).

Ya sé que este blog y el anterior pueden parecer “antiguos”: reclamo la vuelta a esta izquierda “antigua/moderna”. Ni una brizna de demagogia: todo dentro de la economía globalizada y competitiva que vivimos. Pero sin olvidar que todavía existen derechas e izquierdas. Los del 15-M son de izquierdas con letras torcidas. Y el PSOE con letras derechas también lo es sin casi ninguna duda. Pero alguna cosa deberá corregir.

Luis Solana es militante socialista y promotor de Nuevas Tecnologías
www.luissolana.com