El oro es el gran aliado de las crisis, sean del tipo que sean. Es por ello que en estos días en los que se habla de la gran depresión que se avecina, similar a la que el mundo asistió en el año 1929, y que tan duramente golpeó los mercados, el valor de este metal precioso se ha disparado. 

En concreto, en estos días la onza ha alcanzado los 1.775 dólares (1.623 euros). Su máximo desde el mes de agosto de 2011, rozara los 1.828 dólares (1.671 euros).

El oro y el Covid 19

Lo cierto es que el colapso de los precios del petróleo y la carrera por obtener liquidez, impactaron al comienzo de la crisis sanitaria sobre el precio del oro, prueba de ello es que en el mes de marzo se desplomó. Tanto el oro como los bonos o las divisas sufrieron jornadas de alta volatilidad lo que llegó a cuestionar al propio sistema financiero. Sin embargo, a medida que hemos conocido mejor al virus y su evolución a nivel global, tanto desde el punto de vista sanitario como desde el punto de vista del comportamiento de los mercados, el oro ha recuperado la estabilidad que parecía haber perdido. 

Por sus cualidades - difícilmente falsificable y destructible- los inversores han confiado en el oro a lo largo de la historia. Al menos hasta que en 1971 Richard Nixon, entonces presidente de Estados Unidos, apostara definitivamente por el dinero fiduciario, es decir, el papel moneda, el oro  también ‘era considerado dinero’. Fue entonces cuando el oro se adaptó al nuevo orden económico y adquirió nuevos roles. Pasó definitivamente a ser un valor al que aferrarse en épocas de incertidumbre. ¿Por qué?

Escaso, limitado y difícilmente depreciable. Todo lo contrario a lo que ocurre con el papel moneda, que llega a devaluarse hasta perder prácticamente su valor. Ejemplo de ello es el bolívar venezolano, una moneda prácticamente simbólica y en la que resulta prácticamente imposible ahorrar. Por ello el país se ha dolarizado por completo. 

Sin embargo, esto no ocurre con el oro, que es considerado un excelente activo para resguardar valor, proteger las carteras de los efectos de la crisis o de la paralización temporal de la economía.  Es decir, una cobertura contra la inflación y la depreciación de la moneda. Una situación que ya se produjo entre 2008 y 2012, los años más difíciles de la última crisis económica que este país ha soportado. De hecho, se produce una relación inversa entre el papel moneda y el oro: cuando uno cae, el otro se dispara. 

En lo que va de año el oro  se ha revalorizado más de un 15 por ciento, frente a lo que han hecho índices de referencia mundial como el S&P 500, que ha caído en picado. De hecho, el oro superado en rentabilidad a monedas refugio como el yen japonés. 

Además, hay que tener en cuenta que los tipos de interés, que se encuentran por los suelos, también colaboran a su revalorización y, por ende, al incremento de su atractivo de cara a los inversores preocupados por la actual situación económica. La predicción del Fondo Monetario Internacional para el año 2020 es que la economía mundial se contraiga en un 3 por ciento debido a la pandemia, el peor desplome desde la Gran Depresión. 

Por ello, algunas agencias de calificación internacionales como JP Morgan o Goldman Sachs recomiendan a sus inversores desde el inicio de la pandemia comprar oro y estiman que su valor puede llegar a alcanzar los 1.800 dólares por onza, es decir, los 1.646 euros. El rally por el metal dorado ha comenzado. 

Concretamente Goldman Sachs, en un informe reciente, afirma que, “en el caso de que el efecto del virus se extienda al segundo trimestre podríamos observar cómo su valor supera los 1.800 dólares por onza”. Es decir, la agencia, eleva el pronóstico de los lingotes a medida que se prolonga en el tiempo la pandemia y a su vez se genera una mayor demanda de este valor refugio. 

No obstante, entidades como Scotiabank estiman que una vez se inicie una desescalada de las medidas preventivas frente al virus, este movimiento alcista podría tener una vida más corta que en el pasado.