27 países de la Unión Europea (todos los miembros excepto el Reino Unido) han examinado este lunes por primera vez, a nivel de ministros, el acuerdo de divorcio negociado entre Bruselas y Londres, un acuerdo que la primera ministra británica, Theresa May, podría intentar reabrir por las presiones de su Ejecutivo, pero que el bloque europeo da por cerrado.

La reunión de ministros europeos sobre el Brexit es el comienzo de una "semana dolorosa para la política europea", ha apuntado a su llegada el ministro austríaco responsable de Asuntos Europeos y presidencia de turno de la UE, Gernot Blümel. "Llegan a su fin 45 años de difícil matrimonio", ha continuado Blümel, antes de aclarar que el bloque comunitario no contempla reabrir el acuerdo que hay sobre la mesa y que es en esa línea en la que trabajan para preparar la cumbre extraordinaria del próximo domingo, pensada para formalizar el pacto.

La UE a 27 centra sus contactos de esta semana en cerrar los últimos flecos y precisiones del acuerdo negociado entre Bruselas y Londres, que cuenta ya con el aval del Gobierno británico, pero que no será válido hasta pasar por la ratificación del Parlamento europeo y del Parlamento del Reino Unido.

"Esta locura del Brexit"

También ultiman una declaración política sobre el futuro de las relaciones tras el Brexit y que supondrá uno de los "cimientos" del acuerdo que tendrán que negociar la UE y Londres cuando el Reino Unido sea un país ajeno a la Unión Europea, según ha considerado el ministro de Exteriores holandés, Stef Blok. En un debate a nivel de embajadores celebrado el pasado domingo, la Unión Europea a 27 constató que el principio de acuerdo supone un consenso "delicado" y "frágil", por lo que "no debe reabrirse", según informaron a Europa Press fuentes europeas.

El responsable de Exteriores luxemburgués, Jean Asselborn, se ha unido a las voces que sostienen que el documento pactado es "el mejor acuerdo" que se puede lograr y ha añadido que no hay margen para negociar algo "mejor" para "esta locura del Brexit". A juicio del viceprimer ministro belga y responsable de Exteriores, Didier Reynders, es momento de "avanzar", porque se está "al final del proceso" y los 27 ya han hecho lo posible para "ayudar" a May para llegar a un acuerdo satisfactorio para todos. El secretario de Estado checo para Asuntos Europeos, Ales Chmelar, por su parte, tampoco cree posible "reabrir" la negociación sobre el Tratado de Retirada y ha apuntado que el debate se dirige ahora a cómo construir una relación estrecha en el futuro. La UE a 27 y Londres deben consensuar ahora una declaración política que dibuje las bases del marco futuro de relación y República Checa insistirá en que el resultado no altere las relaciones comerciales cuando se consume el Brexit. En este sentido, Chmelar ha indicado que su país no tiene ninguna objeción al borrador que hay sobre la mesa, pero ha concedido que hay otras delegaciones que sí plantean cambios. "Hay algunos Estados miembros que pueden tener propuestas individuales, no es nuestro caso, sobre asuntos delicados para aclarar la (situación) de la pesca u otras áreas territoriales sensibles", ha explicado.

La incógnita de la transición británica al exterior de la UE

Entre los asuntos que quedan por cerrar figura hasta cuándo se podrán prorrogar los 21 meses del periodo de transición que ya han acordado las partes, para que Reino Unido siga bajo las reglas de la UE tras el Brexit, aunque sin representación ni voz en las instituciones, por lo que ya no contarán con eurodiputados, comisarios europeos o jueces en el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, entre otros cargos institucionales.

El negociador europeo, Michel Barnier, ha propuesto una única prórroga hasta "máximo finales de 2022", un calendario que los embajadores de los 27 vieron con buenos ojos en una primera discusión el domingo, pero sobre la que Londres no se ha pronunciado aún. Queda también por aclarar si esta ampliación que se negocia cubriría de manera automática el protocolo para Gibraltar -por el que se pide a España y Reino Unido cooperar en cuestiones fiscales, entre otras-, ya que España mantiene reservas.