Cuando hace un mes y medio el ministro de Economía, Luis de Guindos, anunció en solemne rueda de prensa tras el Consejo de Ministros en La Moncloa que había encargado una auditoría a dos empresas extranjeras para conocer la situación “real” de los bancos españoles y que los resultados se conocerían en un mes, hasta a los alumnos de primero de económicas se les pusieron los pelos de punta. Nada más y nada menos que el ministro de Economía acababa de hacer oficiales las sospechas sobre la solvencia del sistema financiero español y la prima de riesgo comenzó su escalada.

Destrozo en el Banco de España y nula credibilidad
Pero De Guindos en esa rueda de prensa hizo algo que nunca ningún Gobierno de España en toda la Democracia se había atrevido hasta la fecha: cuestionó pública y oficialmente el prestigio del Banco de España, con gran credibilidad internacional ganada con las reformas de los años 80. De una tacada el ministro dijo a los inversores internacionales que nuestro sistema financiero no era fiable y que nuestro gran organismo supervisor era un desastre. Eso más la forma en la que el Gobierno del PP nacionalizó Bankia que, según el presidente del Banco Central Europeo, Mario Drahgui se hizo “de la peor manera posible”, llevó la prima de riesgo a 500 puntos básicos. Y estas dos acciones hubieran provocado, en un Gobierno serio, la destitución inmediata del ministro de Economía.

Adjudicación a dedo
Expertos y técnicos no salían de su asombro. En la misma rueda de prensa el ministro ya anunció el nombre de las auditoras que iban a ser contratadas: Roland Berger y Oliver Wyman. ¿Por qué De Guindos contrató a estas dos auditoras? ¿Cómo se hizo el proceso de selección? Son preguntas que el ministro no ha respondido.

Es absolutamente indiscutible que no se puede hacer una auditoría seria a los bancos españoles en un mes, así que –como las propias empresas contratadas reconocen por escrito en el informe- han hecho la autoría examinando informes y documento del Banco de España. Es decir, han hecho un refrito de lo que ya habían hecho los técnicos españoles. Y por eso han cobrado un millón de euros cada una. Los técnicos del Banco de España están tan indignados que han hecho público un comunicado de protesta.

Y el Gobierno se rectifica, una vez más, así mismo
Como será la chapuza de Luis De Guindos que poco después, concretamente la semana pasada, el Gobierno informaba que la auditoría definitiva se conocerá en septiembre, que la harán otras cuatro auditoras internacionales distintas a las contratadas por Economía, y que además estará supervisada por el Banco Central Europeo, el Banco de España, el Banco Nacional de Holanda y el Banco de Francia. Y obviamente el resultado se conocerá en septiembre porque se necesitan meses para analizar entidad por entidad.

La auditoria “De Guindos” añade más incertidumbre
Basta buscar en la prensa análisis de expertos económicos que no se dejan llevar por pasiones ideológicas (John Müller en El Mundo, por ejemplo), para comprobar que la conclusión sobre la auditoria encargada por De Guindos es una chapuza.

En primer lugar, al certificar que los tres grandes bancos españoles, Santander, BBVA y Caixa Bank no necesitarán ayuda ni en el peor escenario posible, deja a los pies de los caballos a los bancos medianos: Sabadell, Popular y Bankinter entre otros. El Gobierno nunca debió poner nombres propios.

Pero aquellos que se han molestado en leer la letra pequeña del informe de las auditoras, han encontrado perlas que no tienen desperdicio porque para lavarse las manos de cualquier responsabilidad se pone por escrito cosas como las siguientes: En la auditoria de Oliver Wyman dice que “la información facilitada por terceros, en la que se basa todo o parte de este informe, no ha sido verificada”, y en otro párrafo explicita: “Todas las decisiones relacionadas con la puesta en práctica o con la utilización como asesoría o consejo de los contenidos en este informe no son responsabilidad de Oliver Wyman”.

La auditora Roland Berger es todavía más contundente y deja constancia por escrito que “no acepta ninguna responsabilidad por la integridad y precisión de los documentos e informaciones puestas a disposición de Roland Berger en el curso de este proyecto”.

Y sobre la mesa otras cifras distintas de lo que necesitará España para rescatar los bancos. Primero según el Gobierno no haría falta nada porque no habría ningún rescate, luego se habló de 30.000 millones de euros, luego de una horquilla entre 40.000 y 50.000, luego Europa ofreció 100.000 millones y ahora las auditoras contratadas a dedo que se han limitado a resumir documentos del Banco de España hablan de una horquilla que va de 25.000 a los 62.000 millones. Un lío “colosal”, como diría Rajoy.