Al final de la Segunda Guerra Mundial, la derecha europea sufría un desprestigio al estar en mayor o menor medida contaminada por los fascismos recién derrotados. Tras un periodo de postguerra confuso, la democracia liberal finalmente se estableció en los países occidentales y Europa salió fortalecida; se construyeron las sociedades más libres, justas e igualitarias que ha conocido la humanidad y las más democráticas de la Historia. Una impronta que se ve reflejada en la jurisprudencia, en la filosofía, en la ciencia, en la política, en la protección de los derechos de los ciudadanos y en todos los demás aspectos profesionales y humanísticos. Y la Unión Europea fue su gran proyecto. 

Una democracia, en su amplia definición, se centra en el logro por parte de la mayoría del poder gubernamental. Como contrapeso, el liberalismo constitucional ajusta y limita ese poder y su acumulación, para evitar un mal uso del mismo. La democracia, cuando se aleja de estos principios se convierte en una fuerza que puede minar la libertad de los ciudadanos. Tocqueville apuntaba que “La propia esencia del gobierno democrático consiste en la absoluta soberanía de la mayoría.” Pero también advertía sobre “la tiranía de la mayoría”.

Se ven florecer antiguas corrientes de pensamiento extremista, con falsa apariencia democrática, que tratan de erosionar nuestro sistema de libertades y sus instituciones desde dentro

Esta amenaza de la mayoría comienza a estar muy presente en todo el mundo. Se ven florecer antiguas corrientes de pensamiento extremista, con falsa apariencia democrática, que tratan de erosionar nuestro sistema de libertades y sus instituciones desde dentro. A través de las urnas, sin golpes de estado, cualquier acción política o discurso es justificado ante la opinión pública internacional, ya que los protagonistas de las mismas salen legitimados por unas elecciones democráticas. Los valores democráticos están retrocediendo. Y el discurso del miedo parece estar calando en la opinión pública. La inmigración, con un 38%, y el terrorismo, con un 29%, son los problemas que más preocupan a los europeos, según el Eurobarómetro de marzo de 2018. Esto significaría que una gran parte de la población europea podría estar dispuesta a ceder libertades si con ello se elimina la percepción de estos peligros.

Análisis del nivel democrático

The Economist, que analiza el nivel democrático de 167 países entre los años 2006 y 2017, identifica solo a 19 países como democracias totales. 16 de estas democracias pertenecen a la Europa Occidental, junto a Canadá, Australia y Nueva Zelanda. Este grupo apenas supone alrededor del 5% de la población y un 11% de países. Entre las democracias imperfectas hay 57 países. Sorprendentemente, están Francia, Italia y USA. Hay 97 países híbridos, y autoritarios, que engloban a más del 50% de la población. Pero lo más asombroso de este estudio es la evolución del modelo democrático en el mundo, con una tendencia a la baja. Más de la mitad de los países han visto reducir sus niveles de libertad. Entre las causas, se encuentran que los medios de comunicación han perdido autonomía, sobre todo los medios digitales. Otro dato inquietante es la progresiva concentración de estos medios de comunicación cada vez en menos manos, mayoritariamente privadas. También se observa un retroceso de la participación ciudadana en la política y sobre todo que la cultura política de la población se ha empobrecido. Los últimos datos incluyen los recientes triunfos electorales de opciones políticas populistas.

Democracia liberal

Fuente: The Economist

Populismo

Esta tendencia menoscaba a las democracias liberales y desconecta al ciudadano de la política. La máxima expresión de esta tendencia lo representa “The Movement”, movimiento liderado por Steve Bannon, quien dirigió la estrategia de Donald Trump para llegar a la Casa Blanca. Ahora está tratando de reunir a todo el elenco populista europeo para preparar su llegada masiva al Parlamento de la Unión Europea, que celebra las elecciones el próximo año.

Recientemente, se ha descubierto cómo las nuevas herrramientas tecnológicas han podido influir en un resultado electoral como el de Donald Trump.  La falta de privacidad en nuestros datos y las posibilidades de ser usados en nuestra contra no hacen sino ponernos delante de un mundo desconocido de consecuencias difíciles de predecir. El caso Facebook-Cambridge Analytica fue un terremoto de dimensiones aun por explorar. Sin embargo, el pasado mayo se aplicaba la directiva europea de protección de datos (Directiva UE 2016/680). Con ella, los europeos tienen el mismo derecho a la protección de sus datos en toda la UE y con independencia del lugar donde se procesen. Limita las malas prácticas y su uso. Con esta nueva legislación, la Unión Europea demuestra que funciona en su protección a las libertades y derechos de los ciudadanos. Y esto es sólo un ejemplo de lo que se hace y se puede hacer desde Bruselas.

La democracia liberal del siglo XXI, y la Unión Europea en concreto, se enfrenta a un mundo muy diferente del que surgieron. La globalización, el poder de las grandes corporaciones multinacionales y las nuevas tecnologías de la información y su control ilegal son retos para los que se tienen que desarrollar nuevos marcos legislativos y estructuras políticas atendiendo al nuevo escenario digital. Hoy necesita ser defendida la democracia no solamente como un sistema electoral sino como un modelo político-social que se apoya en la dignidad del ser humano, que cultiva unos valores morales como la solidaridad, la igualdad, el respeto y la empatía hacia los demás, que estimula la compasión y ayuda a comprender el sentido de la belleza. A todos los demócratas nos corresponde ponernos de parte de los diferentes, de los débiles, de las minorías para que las democracias liberales se refuercen y no caigan en “la tirania de las mayorias”.

Se necesitan partidos con fuerte convicción democratica y que no abracen postulados populistas y, así reforzar sus discursos europeístas. Que el parásito no contamine el árbol. La Unión Europea tiene que hacer frente a muchos retos globales y el Parlamento de la Unión Europea deberá discutir sobre ello, el futuro de Europa y su calidad democrática.