Apenas un mes ha transcurrido desde que Pedro Sánchez y Emmanuel Macron, acompañados de su plana mayor, firmaron el Tratado de Amistad entre ambos países en el marco de la XVII Cumbre Hispano-Francesa que se celebra en Barcelona. Lejos queda ya el acuerdo alcanzado en octubre de 2022, junto con Portugal, que daba conocer la nueva interconexión entre la península y Francia (H2MED) para transportar hidrógeno verde. Aquel jueves de hace cuatro meses el Midcat quedaba enterrado definitivamente después de las negativas constantes, pero no argumentadas, del país galo. Todo en pro de una cooperación que favoreciese la independencia energética para dar respuesta a situaciones como la devenida de la guerra de Ucrania. Ahora, lo que parecía definitivo, la apuesta por las renovables y el impulso europeo vuelve a estar en peligro por la cerrazón francesa.

La polémica está servida, y no precisamente tras las puertas de los despachos, ya que, ambos contendientes han decidido airear públicamente las discrepancias. Teresa Ribera, ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, hablaba este miércoles de “señales un poco extrañas” por parte del Ejecutivo francés en relación con el proyecto, a las que añadía que “si Francia ha cambiado de opinión sobre el H2Med, que lo diga”. Y efectivamente así ha sido. La nueva directiva sobre renovables de la Comisión Europea, denominada RED III, plantea aceptar, en una nueva pirueta, el hidrógeno rosa (procedente de la energía nuclear) como verde.

La aceptación de este hidrógeno, producido a mediante electrólisis del agua alimentada por energía nuclear, sería un triunfo para Francia al tener uno de los mayores parques nucleares. El vecino del norte exige ahora, apoyándose en esto, que el H2MED funcione en ambos sentidos y transporte también hidrógeno rosa. Nada de esto estaba contemplado en el acuerdo alcanzado, en el que solo se establecía un flujo con destino Francia y se contemplaban energías renovables y bajas en carbono. “Bajas en carbono” es la denominación a la que se agarra el Gobierno de Macron, pero el Ejecutivo español lo rechaza. “Hay maneras de expresarse que no me gustan”, señalaba Ribera sobre las reticencias francesas.

"A nosotros tampoco nos gustan algunas maneras de expresarse de la vicepresidenta tercera del Gobierno español y ministra de Transición Energética", ha contentado el embajador francés en España, Jean-Michel Casa, molesto por las palabras de la ministra española. La tensa situación podría incrementarse en las próximas semanas por la votación de la directiva RED III. Ya existe un grupo de países contrarios a aprobar esta modificación, que vuelve a ser laxa con las fuentes de energía no renovales, y la adición a este grupo de España o Alemania haría decaer la propuesta tan celebrada por Francia.

A raíz de esto han surgido las amenazas francesas, fruto del temor de que decaiga la directiva. Excluir el hidrógeno nuclear haría peligrar el proyecto que conecta Barcelona con Marsella, deslizan desde el Ejecutivo francés, mientras se siguen sucediendo las acusaciones por el incumplimiento del acuerdo. Al debate sobre la energía que transportará el corredor, y si el hidrógeno rosa es bajo en carbono o no, se suma el del flujo.

El acuerdo firmado "no hace ninguna referencia a un funcionamiento del H2Med únicamente en el sentido de Barcelona hacia Marsella (y el resto de Europa), como se ha pretendido en estos últimos días porque, como es lógico, las interconexiones de este calado siempre se conciben para funcionar en doble sentido", asegura el embajador francés. Por su parte, la cartera de Ribera asegura que el flujo acordado es únicamente de España a Francia, puesto que, de lo contrario, sería necesario instalar un inyector en Marsella, algo que no está contemplado en lo acordado.