En España hay muchos patriotas y demasiados patrioteros. Estos últimos andan desconcertados, con el pie cambiado, ante las medidas nacionalizadoras en algunos países a los que siguen considerando como antiguas colonias. No saben qué decir cuando el responsable de una petrolera española se exhibe feliz junto al gobernante que acaba de nacionalizar una empresa de su misma nacionalidad horas después de haber sufrido una medida similar en un Estado fronterizo. El nivel de patrioterismo se mide a tenor de la cuenta de resultados. Algunos dirigentes políticos españoles, y destacadamente la presidenta de la Comunidad de Madrid, gustan de presidir desfiles conmemorativos de gestas populares como las del 2 de mayo de 1808 y pronunciar solemnes discursos cargados de vacío. Exaltan la reacción del “noble pueblo” de ayer y denigran e insultan a quienes hoy ya no merecen esa calificación sino la de “turbas callejeras”, “gamberros sindicales”, etc., cuando osan ejercitar pacíficamente un derecho conquistado .Cuando su patriotismo ciudadano les obliga a defender, otra vez, la Independencia frente a ese Imperio sin cetro ni corona que quiere gobernarnos con virreyes. Simbólico que los dirigentes de los Bancos Centrales se llamen Gobernadores.
Eduardo Sotillos es periodista y secretario de Comunicación y Estrategia del PSM
Artículo publicado originalmente en la web de Fundación Sistema