El desencadenante de la crisis que sufrimos tuvo una naturaleza económica innegable: la financiarización excesiva de la economía, la desregulación de los mercados, el burbujeo en torno a los productos financieros de riesgo, la especulación urbanística española… Pero el bloqueo que hoy experimenta Europa para superar la crisis, a diferencia de otros actores internacionales, presenta un perfil claramente político e institucional. El agujero de Grecia (que representa el 3% del PIB europeo) o los ataques especulativos sobre las deudas soberanas de Italia y España no son ya problemas económicos. La crisis no se resuelve porque Europa se muestra política e institucionalmente incapaz para hacerle frente.

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