Desde entonces han pasado veinte años y ahora la economía domina  todo el discurso político. En nuestro mundo actual, globalizado de una manera ya irreversible, toda la acción política está absolutamente subordinada o condicionada por la economía, y este dominio total de la economía sobre la política se concreta en la dictadura constante de los mercados financieros sobre todos los gobiernos, sea cual sea su signo político u orientación ideológica.

De ahí los reiterados fracasos electorales que durante los últimos años han sufrido, en especial en Europa, todo tipo de formaciones políticas progresistas y de izquierdas, que no han sido capaces de enfrentarse a la implacable dictadura de los mercados financieros, que se han convertido en los auténticos gobiernos “de facto”. Hemos tenido innumerables ejemplos de ello. El más reciente, al menos para España, ha sido la humillante rectificación sobre el límite del déficit público que el presidente Mariano Rajoy se ha visto obligado a realizar al dictado de las exigencias de la Comisión Europea, pocas horas después de haber dado a conocer públicamente una cifra distinta.

Hoy más que nunca debe ser esta la hora de la política. De la política de verdad, capaz de recuperar la supremacía indiscutible de la política frente a la dictadura de una única economía basada en los intereses de los mercados financieros, culpables y sin embargo beneficiarios de la actual grave crisis económica global. Nadie pone ya en cuestión la economía libre de mercado, pero es imprescindible que existan unas normas que impidan que un liberalismo sin freno ni reglas nos imponga la ley de la selva.

Un personaje tan poco sospechoso de radicalismos ni extremismos revolucionarios como fue Thomas Jefferson, uno de los Padres Fundadores de Estados Unidos, principal redactor de la Declaración de Independencia y tercer presidente de su país, dijo en 1802 unas palabras que tienen hoy más actualidad que nunca: “Pienso que las instituciones bancarias son más peligrosas para nuestras libertades que ejércitos listos para el combate. Si el pueblo americano permite mudo que los bancos privados controlen su moneda, los bancos y todas las instituciones que florezcan en torno a los bancos privarán a la gente de toda posesión. Primero por medio de la inflación, enseguida por la recesión hasta el día en que sus hijos se despertarán sin casa y sin techo sobre la tierra que sus padres conquistaron”. Era el mismo Thomas Jefferson que dijo también otra frase que tiene también absoluta vigencia: “Dios nos libre de pasar veinte años sin una rebelión”.

Jordi García-Soler es periodista y analista político