Las agencias de calificación crediticia han mostrado su confianza en la evolución de la economía española después de la llegada al poder del gobierno socialista de Pedro Sánchez.

De hecho, sería visto de manera muy positiva y con certeza llevaría consigo la elevación del rating un resultado de las elecciones que diese mayor respaldo al partido del gobierno actual, ya que no se vería limitado por la necesidad de apoyos de los partidos nacionalistas.

La agencia S&P ha mantenido sin cambios su calificación de A- y se ha abstenido de mejorarlo a la espera del resultado de las elecciones. Las otras dos agencias Fitch y Moody’s mantienen un mismo nivel de calificación y esta última además le añade una perspectiva positiva.

Las agencias estiman que el crecimiento del Producto Interior Bruto español continuará en los años próximos en terreno positivo, por encima de la media europea, con una proyección del 2,2% para el 2019.

Igualmente, las agencias confían en que la reducción del déficit se mantendrá, con una cifra de déficit presupuestario del 2,2% para el año en curso. Esta visión optimista se refleja en el comportamiento de la cotización de la deuda púbica española que ha visto descender sus rentabilidades hasta el 1,12% actual, muy cercana a los mínimos históricos.

La prima de riesgo con respecto al bono alemán se sitúa también en niveles bajos en torno a 117 puntos básicos, habiéndose distanciado de la italiana que en la actualidad está a 260 puntos básicos e incluso mejor que la portuguesa- a 130 puntos básicos- aun cuando este último país ha logrado reducir el déficit presupuestario hasta el 0.5% en 2018.

Todos estos datos nos indican que los mercados financieros apuestan por un buen desempeño de la economía española y que aprueban las políticas económicas del gobierno actual.

Una continuidad de estas favorecería la inversión en nuestro país y darían soporte al crecimiento y a la creación de empleo que sigue también comportándose de manera positiva.

Y todo ello, a pesar de los obstáculos que siguen presentes como son la posibilidad de un Brexit duro y los obstáculos al comercial internacional que suponen las medidas proteccionistas que la Administración norteamericana pretende imponer.

El único elemento de incertidumbre propio de España se situaría en un agravamiento de la tensión en Cataluña. Así lo manifiestan de manera explícita las agencias de rating y es por ello que el resultado de las elecciones va a ser seguido por los inversores con especial atención.

De momento la ventaja relativamente amplia que según los sondeos tiene el partido socialista ofrece tranquilidad a los mercados como estamos presenciando.

Una mayoría mas holgada permitiría al gobierno saliente de las elecciones llevar a cabo su cometido sin la dependencia que hasta ahora ha tenido de los partidos secesionistas catalanes. Por el contrario, un gobierno de una derecha fragmentada en la que intervendría el partido antieuropeo y fascista Vox y que adoptaría políticas de enfrentamiento y de tensión con Cataluña daría lugar a un incremento de la aversión al riesgo en España, un empeoramiento de nuestra prima de riesgo y un descenso de la inversión en nuestro país. Así se interpreta de los informes emitidos por estas agencias que pueden ser acusadas de todo menos de ser partidistas.

En los últimos días y ya en campaña electoral se vienen criticando por los partidos de derecha y en medios no simpatizantes con el gobierno socialista, las ya numerosas medidas de política económica de corte social que el gobierno está implementado con el argumento de que empeorarán las finanzas del Estado y que harán imposible conseguir los objetivos de déficit presupuestario.

Pero el propio Banco Central Europeo en su informe anual de 2018, prevé que España cumplirá en plazo los compromisos establecidos en por el Procedimiento de Déficit Excesivo, aunque eso sí, al mismo tiempo y de forma algo contradictoria hace mención a la existencia de un déficit estructural oculto “abultado y creciente”, sin dar más detalles al respecto.

  El Banco Central Europeo se refiere a la diferencia entre gastos e ingresos que no están vinculados al ciclo económico y que se mantienen de manera estructural.

Otra manera de presionar sobre el gasto derivado por el sistema público de pensiones, al que hace mención con carácter general y advierte de su “insostenibilidad” a medio plazo y especialmente en los países con elevados niveles de deuda pública.

La insistencia en “reformar” el sistema de pensiones, pilar del estado de bienestar, es manifiesta y aunque no lo reconozcan explícitamente, es uno de los objetivos principales de los partidos de ideología neoliberal como ocurre con el Partido Popular a la vista están sus últimos fichajes en el campo de la economía.

Reforma que no pasa mas que por la reducción de las pensiones y el fomento de los sistemas de pensiones privados, sin tener en cuenta que estas además de un derecho adquirido son uno de los mayores logros de las sociedades democráticas modernas y que han supuesto una contribución inigualable al progreso y a la cohesión social. No todo son números.

Llama la atención que el Banco Central Europeo mas allá de sus cálculos fríos macroeconómicos se permita hacer consideraciones con un matiz claramente ideológico y aún mas que intente suavizarlas e incurra en contradicciones.

La prueba de estas contradicciones la tenemos en el comportamiento del mercado Este si que no tiene en cuenta sesgos ideológicos, se atiene a las cifras y de momento, como indicaba al principio, sigue sintiéndose cómodo con la política económica del gobierno de España que si como todo indica sigue gobernando, mantendrá su política social y sin lugar a duda el sistema público de pensiones.