Alemania, considerada la punta de lanza de la economía europea y punto de referencia, ha esquivado por la mínima la recesión. Según los datos publicados este jueves por la Oficina Federal de Estadística, el PIB alemán creció un 0,1% en el tercer trimestre del año.

De esta manera se han evitado las temibles predicciones. El PIB cayó una décima durante el segundo trimestre del año y la puerta de la recesión quedó abierta, puesto que se puede comenzar a hablar de contracción de la economía tras dos periodos de tres meses con tendencia negativa.

El enfriamiento se ha producido tras una década de crecimiento ininterrumpido, que ha consolidado al país como la primera economía europea.

Las variables que han detraído la economía son fruto del contexto internacional: las tensiones comerciales y el Brexit han tenido un impacto negativo que ha sido contrarrestado por el consumo interno.

La producción industrial registró en septiembre una caída del 0,6% mensual, según las cifras del ministerio de Economía publicadas la pasada semana. Eso sí, otros indicadores publicados recientemente dejaron datos más halagüeños. Las exportaciones alemanas crecieron un 1,5% en septiembre respecto al mismo mes del año anterior, según la oficina de estadística, lo que supone la mayor subida en casi dos años.

Los pedidos industriales también crecieron en septiembre más de lo previsto, un 1,3% debido a la fuerte demanda interna. El crecimiento de la venta al exterior se registró sobre todo en las compras de otros países europeos y de Estados Unidos. Las ventas a China, sin embargo, cayeron.

Conviene recordar, además, que los asesores del Gobierno de Alemania ya anunciaron que el periodo de crecimiento llegaba a su fin, pero desterraron la idea de una recesión intensa y profunda.