El consejero delegado de Ryanair, Michael O'Leary, ha anunciado el fin de los billetes de la compañía a diez euros o menos al afirmar que "no los volveremos a ver en unos años", según ha manifestado en una entrevista con la cadena de radio británica BBC 4.  El motivo de este cambio para O'Leary es el aumento del coste del combustible, que "está haciendo subir las tarifas aéreas", aunque "también está incrementando las facturas de energía de los hogares, lo que afecta a los ingresos disponibles de los ciudadanos".

No obstante, durante la entrevista ha asegurado que a pesar de la posible pérdida de poder adquisitivo los consumidores seguirán volando "frecuentemente", sin embargo tenderán a "mirar mucho más los precios y, en consecuencia, millones de usuarios se pasarán a las compañías de bajo coste".

De 40 a 50 euros, Ryanair sube los precios

Además, el consejero delegado de Ryanair prevé que la tarifa área media de la aerolínea aumentará diez euros, ya que pasará desde los 40 euros hasta los 50 euros en los próximos cinco años. Sobre sostenibilidad, ha afirmado que la compañía británica está invirtiendo en aviones más eficientes en cuanto al consumo de combustible, pero que "las mayores reducciones en el uso de combustibles fósiles vendrán de la mano del cambio de la gasolina y el gasóleo a los vehículos eléctricos de carretera".

Escasez de personal en aeropuertos

En cuanto a los retrasos y cancelaciones que se están produciendo en aeropuertos de Europa por la escasez de personal, O'Leary se ha mostrado "esperanzado" de que los problemas en el país británico se resuelvan para el próximo verano.

Así, ha destacado que Ryanair ha gestionado la situación mejor que otras aerolíneas porque había sido "en parte afortunada y en parte valiente" en su decisión de empezar a contratar y formar a la tripulación de cabina y a los pilotos el pasado mes de noviembre, "cuando la variante ómicron todavía afectaba a los viajes internacionales".

En este sentido, ha acusado al aeropuerto londinense de Heathrow de "mala gestión", tras limitar el número de pasajeros que llegan al aeropuerto durante el verano y pedir a las aerolíneas que no vendan más billetes para evitar retrasos, colas o cancelaciones de última hora.