Resulta lógico, además. Si la primera ronda de recortes, a pesar de la falta de resultados positivos y del dolor infligido, no tiene consecuencias electorales adversas el 25 de mayo, como prevé el PP, ¿por qué no aplicar una nueva vuelta de tuerca?

La presencia permanente de Rajoy en la campaña de las elecciones europeas legitimará al Presidente del Gobierno para interpretar el resultado en términos de plebiscito sobre su gestión en estos dos últimos años y medio. Si el resultado fuera positivo, lo coherente sería perseverar.

Hay más razones para anticipar un segundo ciclo de ajustes en clave ideológica conservadora si el PP obtiene un buen resultado en esta cita. Por convencimiento, y también por necesidad. Si el PP gana las europeas aquí y en Bruselas, Juncker sería muy probablemente Presidente de la Comisión y sus recetas de obligado cumplimiento para España tendrían la marca del control drástico del déficit y el recorte del gasto público.

Además, el diferencial entre las previsiones de déficit para 2015 que establece el Gobierno de España y las cuentas de la Comisión es de dos puntos sobre el PIB, nada menos. Rajoy calcula un 4,5% y Bruselas un 6,5%. Esto anticipa la exigencia europea de nuevos recortes en el presupuesto público español por valor de 20.000 millones de euros.

Las últimas cifras conocidas sobre la evolución de la deuda pública española apuntan en el mismo sentido. Estamos ya en el 97% del PIB. Durante el mandato de Rajoy, los españoles hemos sumado 216.000 euros cada minuto a la deuda estatal. Una Comisión Europea de derechas exigiría invertir esta tendencia con nuevos ajustes.

Pincha aquí para seguir leyendo el blog de Rafael Simancas