Es, precisamente, esta ubicación estratégica del sector de la limpieza, la que invita a los "monos azules de la basura" a mantener en pie la indignación de sus escobas ante las zancadillas de Botella. Mientras los profesores y otros colectivos no cuentan con "el poder de la basura" para ejercer coacción durante los procesos negociadores, los operarios de la limpieza cuentan con el arma de la "vergüenza" para acercar posturas y salvar su comida. El ruido visual de los residuos invita al débil de la balanza a mantener intacto su "as" en las mangas de su camisa. Gracias a esta "carta negra" – la no recogida de basura -, las concesionarias de la limpieza han reducido, de palabra, un cuarenta por ciento el número de candidatos previstos para las colas del paro. La molestia de los residuos en las calles madrileñas y la foto dantesca de los mismos en las cabeceras internacionales ha hecho que los madrileños se suban al carro de la basura. La ecuación: "a mayor tiempo, más basura", es la que, día tras día, pone nerviosa a la élite de la caverna ante el temor de que los intereses privados pasen factura en la tienda de las urnas.
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