El diario ABC ha rectificado este martes. Lo ha hecho por una intolerable portada publicada en la edición del lunes en la que aparecía una sonrojante pancarta en la que se podía leer una soflama alejada de las reglas democráticas: “Sánchez, muerto, abono pa’ mi huerto”. Concretamente, la imagen fue extraída de una manifestación celebrada en Madrid en la que agricultores y ganaderos, exhaustos, mostraban su disconformidad con las políticas llevadas a cabo por el Gobierno central para defender al campo de la sequía, la inflación y unas cosechas que se prevén demoledoras para la supervivencia del sector primario.

Sin entrar en si el Ejecutivo ha adoptado buenas o malas medidas para paliar esta crítica situación, la queja es legítima: las causas lo merecen y cualquier reivindicación ciudadana merece la escucha activa de los medios de comunicación. No obstante, las formas utilizadas por el diario conservador han sido muy criticadas. Tanto que ABC ha decidido pedir perdón públicamente a través de su editorial. Una decisión con pocos precedentes en la prensa diaria, reacia a mostrar sus disculpas. El mensaje publicado por el medio es corto y sencillo. Apenas dos párrafos en los que la voluntad del texto queda ratificada: “Después de la publicación y tras las quejas de algunos lectores pudimos advertir que la imagen elegida contenía un cartel destacado que se prestaba al equívoco al figurar la palabra «muerto» junto a Sánchez y la referencia a los huertos agrarios”.

Portada ABC

“Más allá del mal gusto, la inserción de tal mensaje es un fallo editorial, muy alejado del propósito informativo y que resulta lamentable y contraproducente. Sin duda, entre la galería de imágenes de la manifestación, habría que haber optado por otra para la primera página que representara igualmente el hartazgo del sector agrario y del mundo rural contra las políticas de Pedro Sánchez, sin dar lugar a confusiones o mensajes inaceptables o violentos”, sentencia el editorial.

No solo ABC, como medio, ha decidido pedir perdón a los lectores. También lo ha hecho Diego Garrocho, jefe de opinión, a través de un mensaje en Twitter: “Ayer, la portada de ABC mostraba una foto con un mensaje reprobable y que en nada se compadece con los valores del periódico. Aunque el error fuera involuntario, toca reconocerlo y lamentarlo”.

Resulta complejo creer que ABC publicó esa instantánea por error: la pancarta monopoliza la imagen, destacando sobre el resto de soflamas que se pueden leer en la cartelería que llevaban los manifestantes. El mensaje, incitando al odio contra el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no es casual, y bien valdría la pena preguntarse si el ambiente de crispación y polarización incitado por los propios medios de comunicación -además de por algunos grupos políticos abonados a la política del show- es fruto de la casualidad. Pese a todo, las disculpas enriquecen y son un buen punto de partida. Pero queda mucho más.

Una práctica poco común (aunque hay precedentes)

Es una práctica extraña. El aura de profesionalidad que se discute continuamente en la prensa tradicional suele provocar una falta flagrante de autocrítica. El periodismo, desde sus primeras definiciones, nunca ha ocultado su voluntad de influir sobre el lector. Informar, entretener e influir. Sin embargo, no resulta anecdótico que la confianza en la prensa diaria caiga año tras año. La llegada de la crisis económica, sumada a una pérdida de ingresos por publicidad y la caída de las ventas del papel, hizo del cuarto poder un negocio propicio para la compraventa de favores.

Ahora bien, ¿vale todo? La respuesta solo puede ser un no rotundo. Hay ciertas reglas democráticas que bien merecen ser preservadas si no queremos que esta pocilga se convierta en irrespirable. Es aquí, cuando este límite pende de un delgado hilo, cuando los ciudadanos tienden a poner a redacciones frente al espejo del perdón. Disculparse para seguir vivo. Recular para sobrevivir.

Pero, retomando el hilo: ¿cuándo los medios se han visto obligados a rectificar? En España ha pasado de todo: desde portadas como las del 11M dictadas por José María Aznar hasta editoriales que no tenían otro fin que cambiar candidatos. El cuarto poder al servicio del que debe ser investigado. Las disculpas siguen esperándose. Las mentiras, incluso, defendidas.

Sin embargo, la decisión de ABC sí que cuenta con algunos precedentes. Hace cerca de año y medio, quien pedía perdón era El Mundo. Concretamente, el diario entonces dirigido por Francisco Rosell decidía publicar un editorial lamentando las palabras utilizadas por Jaime Peñafiel en una de sus columnas publicadas en la sección La otra crónica. “El colaborador de este periódico Jaime Peñafiel incurrió en un gravísimo error al desear la muerte de Miguel Bosé en su página del último número de nuestro suplemento LOC, algo que excede toda compostura y que nunca debió haberse publicado”, arrancaban.

En la misma línea hemos podido leer, recientemente, a medios de índole internacional. De hecho, hace apenas un mes, no pasaba desapercibida la disculpa de The Guardian, quien decidía llevar su ejercicio de contrición a la portada. Lo hacía tras realizar una investigación académica independiente, en la que quedaba patente que su fundador y varios de sus patrocinadores se beneficiaron de negocios con empresas esclavistas de cultivos de algodón. En este caso, más allá de la visibilidad de su perdón, llamó la atención que el medio británico decidió invertir 10 millones de libras para las comunidades afectadas y para la formación de periodistas de minorías étnicas e información especializada.

Unos pocos meses antes, era el sensacionalista The Sun quien, acostumbrado a la especulación, se pasaba de la raya al hablar de Meghan Markle y tenía que lamentar su propia publicación. Concretamente, el tabloide lamentaba una columna publicada por su periodista Jeremy Clarkson, que, desatado, había escrito que le caía mal la actriz y pareja del príncipe Harry, llegando a compararla con una asesina en serie y desearle la muerte.