Don dije digo, digo Diego. Unas veces blanco, otras negro. La volubilidad es un estado que de vez en cuando emerge de nuestro interior. Independientemente de las situaciones, casi involuntariamente caemos en ella por alguna razón. Podría ser por convencimiento, o porque cuanto más conocemos el mundo más tenemos claro lo que queremos y lo que no.

A sus 74 años, Albert Boadella no esconde lo que ha sido y lo que es. A lo largo de su vida ha jugado con el común denominador de su defensa de la libertad y su crítica al dogmatismo, realizando críticas furibundas al poder desde todas sus vertientes: Jordi Pujol, Franco

Aquel sentimiento catalanista en su juventud no comparte el músculo independista del presente, y la crítica al franquismo se traduce ahora en leves abrazos.

Juventud cercana a la izquierda

Durante su primera juventud, Albert Boadella arrimó el hombro a posiciones catalanistas y a la izquierda antifranquista catalana, convirtiéndose en uno de los iconos de la época. Sin embargo, a raíz de la restauración de la Generalitat de Cataluña y tras la Operación Ubú, se empezó a aproximar al PSC, que por aquel entonces se encontraba en la oposición.

Evolución ideológica

Su odio hacia la ultraderecha española, el independentismo catalán y sectores del catolicismo se fue remarcando cada vez con el paso del tiempo. Poco a poco se desmarcó ciertas ideologías para abrazar algunas -unas más que otras- que le han ido acompañando hasta nuestros días.

Actualidad

Una cosa queda clara: su oposición beligerante ante la independencia de Cataluña. O como él definió: “deriva catalanista”.

Su apoyo a los partidos políticos ha cambiado varias veces de pareja, aunque no haya tenido tantas. Desde la plataforma Ciutadans de Catalunya -la actual Ciudadanos-, pasando por UPyD y regresando a Ciudadanos, donde volvió a apoyar en actos públicos a la formación naranja.

En contra de lo ‘proge’, afinidad con el franquismo

No es que Boadella haya pasado de un extremo a otro de la noche a la mañana, todo lo contrario. Pero sí ve la causa franquista con otros ojos, quizás menos crispados. Lo que antes parecía una incoherencia ahora es un sistema que puede resultar válido según se mire la situación de España. Digamos que es un leve apadrinamiento.

Esto conlleva que exista también en nuestro protagonista un rechazo hacia lo ‘progre’. En alguna que otra ocasión Albert Boadella ha mostrado su disconformidad con Pablo Iglesias y la nueva definición de izquierda que se ha fraguado en nuestro país en los últimos años.