El Observatorio Social de la Fundación “la Caixa” ha presentado el dossier Estado del bienestar, ciclo vital y demografía. En él se incluye un estudio que demuestra que España no solo tiene una de las tasas de fecundidad más bajas del mundo, sino que también registra una de las mayores brechas entre la fecundidad deseada y la fecundidad lograda. Sobre este tema hablaron en el encuentro, que tuvo lugar en CaixaForum Madrid, las autoras del estudio, Alicia Adserà, de la Universidad de Princeton, y Mariona Lozano, del Centro de Estudios Demográficos. También participaron Concepció Patxot, coordinadora del dossier, y Arantxa Ribot, directora del observatorio.

Adserà hizo hincapié en las causas que han llevado a España a esta situación, y concluyó que los principales factores son las condiciones adversas del mercado laboral, las dificultades para crear un hogar, el aumento de la inestabilidad en las parejas y el escaso apoyo para que se pueda conciliar la vida laboral y familiar. Lozano destacó las dificultades que trae a la economía la baja tasa de nacimientos, y remarcó que la llegada de inmigrantes no llega a equilibrar la balanza. Justamente, en ese tema se detuvo Patxot, para indicar que hay un déficit de trabajadores activos en relación con el número de pensionistas, algo que irá a peor cuando lleguen a la edad de jubilación los baby-boomers. La pirámide poblacional de España ha dejado de ser pirámide para transformarse en un rombo que, de no remediarse, llegará a ser un triángulo invertido, en el que la mayor parte de la población tendrá más de 65 años.

Un estudio del Observatorio Social de la Fundación la Caixa pone de relieve que, en todas las franjas de edad, las mujeres españolas manifiestan su deseo de tener o de haber tenido dos hijos   Foto de Shutterstock

La equidad entre generaciones es la garantía del bienestar social"

Se produce una paradoja: aunque se necesita más gente en edad de trabajar, el paro, sobre todo entre los más jóvenes, está entre los más altos de Europa. Esto atenta contra el estado del bienestar, que se sostiene fundamentalmente con los aportes de los trabajadores activos. Las políticas con las que se ha intentado incentivar la natalidad en nuestro país han tenido vuelo muy corto, ya que ayudaban por un tiempo muy limitado, como si el coste de la crianza de los niños acabara a los pocos meses de su nacimiento. Por eso, el estudio también analiza y cuantifica los movimientos de recursos que se producen entre grupos de edad, y llega a la conclusión de que las dependencias económicas más altas se producen en los extremos de la vida, y se financian de forma diferente: mientras los niños dependen fundamentalmente de la familia, las personas mayores se financian con transferencias públicas, además de eventuales ahorros que hayan podido acumular. Es decir, el estado del bienestar socializa en mayor medida el coste de los dependientes mayores que el de los niños, y este es un factor más que influye en la baja tasa de fecundidad.

Otra de las piezas de este puzle es la edad media en la que las mujeres tienen su primer hijo. En España se encuentra en 30,9 años, una de las más altas a nivel internacional, y es algo que, obviamente, lleva a un menor número de nacimientos. Hay otro dato saliente, el 19% de las mujeres mayores de 45 años no tiene hijos, algo que coloca a España por encima de la media europea, y solo por debajo de países como Italia, Reino Unido y Países Bajos, que se acercan más al 20 %.

En España la tasa de fecundidad es de 1,3 hijos por mujer   Foto de Shutterstock

La dedicación de más tiempo por parte de los hombres a tareas domésticas favorece la subida de la tasa de natalidad"

Hemos tenido la ocasión de preguntar a Alicia Adserá sobre las previsiones a mediano plazo, teniendo en cuenta que, como se dijo antes, los flujos migratorios no alcanzan para cubrir el déficit de nacimientos, que a menor desarrollo de los países, hay mayor tasa de natalidad, y que a mayor desarrollo, esa tasa es menor, pese a que la economía familiar debería ir mejor y esto favorecería la posibilidad de mantener una eventual descendencia. “Es la pregunta del millón”, respondió Adserà, que ha trabajado en fertilidad de inmigrantes. “La fertilidad de los inmigrantes se adapta en solo una generación a la realidad española”, añadió, por lo que su llegada queda allí, como fenómeno puntual, no es que vaya a aumentar la tasa de natalidad del país. Pero hay esperanza, ya que en países de referencia, como Dinamarca, se está empezando a invertir la tendencia, y los más formados están empezando a tener más hijos. Algo relacionado directamente con la incorporación del hombre al hogar, según concluyó Patxot.

Para finalizar, el estudio presentado recomienda diseñar políticas imaginativas para proteger a la llamada generación sándwich. El reto será el de mantener las transferencias dirigidas a las personas mayores, que son cada vez más, sin disminuir la fecundidad ni la inversión en las nuevas generaciones.