El doctor Arcadi Navarro es el director de la Fundación Pasqual Maragall, centro impulsado por la Fundación "La Caixa". Con él hemos hablado sobre la actividad de la fundación y sobre presente y futuro de la investigación del Alzheimer y otras enfermedades relacionadas.

Pregunta- ¿A qué se dedica la Fundación Pasqual Maragall, de la que usted es el director?

Respuesta- Se funda hace unos 12 o 13 años, cuando al ex alcalde y ex presidente Pasqual Maragall le diagnostican la enfermedad de Alzheimer, con el objetivo de combatir esta enfermedad y las demencias relacionadas, esencialmente las vinculadas a la edad, a través de la ciencia. Utilizar las herramientas de la ciencia para solventar el problema para las generaciones futuras, dado que esta es una enfermedad que, junto con el diagnóstico, las personas que la padecen y sus familias reciben una información que es que la enfermedad tiene tratamientos paliativos, pero que no tiene cura. Esto es algo que solo puede solucionarse a través de la ciencia, que tiene que investigar de manera masiva. Últimamente, nos hemos dado cuenta de que estas enfermedades asociadas a la edad no tienen el nivel de inversión en investigación que tienen otras enfermedades tiene mucho que ver con la percepción social. Se consideran estigmatizadas, se cree que no son tan importantes como el cáncer o como las enfermedades infecciosas. La fundación, entonces, trabaja también para cambiar la percepción social del Alzheimer, para conseguir que tenga otra consideración social. Si se ha logrado con el cáncer, al que antes nos referíamos como "una larga enfermedad", también se podrá lograr con las demencias. 

P.- ¿De qué manera se estigmatizan el Alzheimer y sus enfermedades asociadas?

R.- Aún se culpa mucho al enfermo. '¿Pero por qué me vuelves a pedir la hora, si me la pediste hace 5 minutos?', se suele decir. Además, se tiende a esconder a la madre o al abuelo que padecen la enfermedad, a ocultar el hecho.

P.- ¿En qué punto está la investigación? Usted me hablaba de tratamientos paliativos. ¿Esos tratamientos paliativos están logrando resultados, al menos, en términos de ralentizar la evolución de la enfermedad?

R.- De hecho, no. Los tratamientos paliativos que hoy en día hay en el mercado son sintomáticos. No frenan, no modifican en absoluto el curso de la enfermedad. Lo que hacen es disminuir, por algún tiempo, algunos síntomas. Es decir, si la enfermedad provoca que haya menos producción de neurotransmisores, lo que hace el tratamiento paliativo, mientras van muriendo las neuronas, es disminuir la destrucción natural de esos neurotransmisores. De esta manera, garantiza que haya más, pero claro, eso solo funciona mientras se van produciendo. Llega un momento en el que si ya no se producen esos neurotransmisores, por mucho que tengamos un medicamento que los mantiene, si no hay nada que mantener, poco se puede hacer al respecto. Son medicamentos que lo que hacen es bajar la fiebre sin tratar la infección. De todas maneras, hay muchísima investigación, decenas y decenas de ensayos clínicos en marcha ahora mismo en todo el planeta y muchos de ellos tienen que ver con potenciales tratamientos. Estos pueden modificar el curso de la enfermedad. Desgraciadamente son ensayos clínicos cuyos resultados aún se desconocen. Veremos si alguna vez se aprobará algún medicamento que sea realmente modificador.

"La enfermedad de Alzheimer, al final, es una forma de ataque que el cuerpo hace sobre sí mismo"

P.- ¿Cuánto influye, si es que influye en algo, el desarrollo intelectual de la persona? ¿Es un mito o es una realidad que una persona con más actividad cerebral a lo largo de su vida tiene un Alzheimer más lento, o al menos, con menos síntomas?

R.- No es un mito. La enfermedad de Alzheimer, al final, es una forma de ataque que el cuerpo hace sobre sí mismo. Es una agresión que el cuerpo hace sobre el cerebro. Si el cuerpo encuentra un cerebro más resiliente, un órgano más fuerte, el ataque tarda más en surtir su efecto. La resistencia del cerebro, que hoy en día está demostrada, se produce de muchas formas. Una vida activa, una dieta saludable -como la Dieta Mediterránea-, una intensa vida social, controlar la hipertensión arterial, la diabetes. Hay 7 u 8 factores de los que se ha demostrado que, interviniendo sobre ellos en una etapa muy temprana, en una etapa preclínica, cuando la persona en riesgo no tiene síntomas, permiten retrasar 1 de cada 3 casos de Alzheimer. Eso es algo que se ha podido hacer porque la comunidad científica, si bien no ha conseguido ningún medicamento que modifique el curso de la enfermedad, sí ha sido muy eficiente en las últimas décadas en el diagnóstico precoz. Como somos capaces de detectar la enfermedad de Alzheimer hasta 20 años antes de los primeros síntomas, tenemos todo ese margen. Dos décadas completas para intervenir e intentar mejorar la una resiliencia del cerebro de la persona.

"Consumir pescado azul aumenta la resiliencia de las personas que tienen un riesgo más alto de padecer Alzheimer"

P.- Ha mencionado la alimentación. Hay un estudio del centro de investigación de la Fundación Pasqual Maragall, el Barcelonaßeta Brain Research Center (BBRC), impulsado por la Fundación "La Caixa" que habla de los beneficios del consumo de pescado azul. ¿Qué nos puede decir al respecto?

R.- Desde luego que el consumo de pescado azul es de gran ayuda. Sabemos que la dieta es un factor realmente importante. Yo lo resumo siempre diciendo que lo que durante décadas hemos sabido que era bueno para el corazón, ejercicio, verduras, legumbres, nada de tabaco, es bueno para el cerebro y lo que hemos demostrado recientemente en nuestros centros de investigación es que hay un componente concreto de los ácidos grasos de origen animal, el tipo de ácido graso que se obtiene del pescado azul, que es distinto del que se obtiene de otros alimentos, aumentan la resistencia cerebral, su resiliencia en las personas que tienen un riesgo más alto. No de todas, pero sí precisamente, las que por su perfil genético tienen un riesgo más alto. Este colectivo se beneficia enormemente de la ingesta de ácidos grasos, porque al final, lo que se detecta es un menor deterioro cognitivo.

"Si uno tiene costumbre de hacer ejercicio tiene una mejor salud vascular, controla su hipertensión, baja el riesgo de diabetes, todo esto acaba resultando en un organismo sano"

P.- ¿Cómo beneficia la práctica del deporte a quien padece Alzheimer?

R.- Exctamente igual. Si uno tiene costumbre de hacer ejercicio tiene una mejor salud vascular, controla su hipertensión, baja el riesgo de diabetes, todo esto acaba resultando en un organismo sano. Es el viejo adagio mens sana in corpore sano. A nivel preventivo es un factor a tener en cuenta. En una etapa preclínica, el tener un cerebro más resistente, conduce a tener un número menor de microembolias, de microhemorragias, y eso es importantísimo para preservar la estructura cerebral. Dieta y deporte. Si somos capaces, a partir de una cierta edad. Si nos avisan que tenemos un perfil de riesgo, por el motivo que sea, y tenemos la fuerza de voluntad de hacer estos cambios, que encima son cambios que generan bienestar y buen humor, podemos bajar notablemente nuestro riesgo.

"Hay personas que durante mucho tiempo reconocen a sus hijos, parientes y amigos, y hay personas que pierden mucho antes esta capacidad"

P.- Solemos creer, cuando sabemos que alguien padece Alzheimer, que lo primero que pierde es la memoria sobre hechos recientes. Pero no siempre es así. En algunos casos, esa memoria se mantiene y las primeras dificultades que afloran tienen que ver con la expresión o con la pérdida de orientación. ¿Se diferencia mucho el efecto del Alzheimer en las distintas personas?

R.- Las fases del deterioro cognitivo no se suceden exactamente igual en todos los pacientes. Ni con la misma velocidad, ni exactamente por el mismo orden. Hay personas que no empiezan a tener problemas de expresión hasta que no está muy avanzada la enfermedad, y en cambio, pierden de manera muy rápida la memoria a corto plazo. Hay personas que durante mucho tiempo reconocen a sus hijos, parientes y amigos, y hay personas que pierden mucho antes esta capacidad de reconocimiento de los rostros. Hay personas que pasan, incluso, por fases un tanto agresivas. Hay descritas una multitud de etapas. Una manera simple de contar eso es que se van apagando distintos módulos del cerebro. Y se apagan siguiendo órdenes distintos porque la enfermedad tiene un cierto componente aleatorio y porque puede atacar a zonas del cerebro que distintas personas han desarrollado de manera diferente en su vida. El cerebro es muy práctico. Hoy, con Google es más difícil de saberlo, pero en su momento, los taxistas de Nueva York tenían la zona de orientación del cerebro más desarrollada. Ha habido casos sorprendentes. Hay personas a las que después de hacerles una autopsia,  muestran un altísimo grado de deterioro físico y fisiológico en el cerebro, pero no habían mostrado absolutamente ningún síntoma. No acabamos de entender por qué, más allá de que el cerebro es un órgano extremadamente plástico, que empezamos a conocer ahora.

P.- ¿Qué nos puede decir de la eficiencia de los tratamientos como la plasmaféresis para el Alzheimer, cuando hasta ahora ha estado asociada a pacientes con patologías renales y otras enfermedades autoinmunes, en relación al Alzheimer?

R.- Desgraciadamente, no tenemos información suficiente. Hay ensayos clínicos en marcha y, eventualmente, será pública la información, cuando esté disponible. Diré lo que digo siempre de todos los tratamientos experimentales cuyos detalles desconozco: ojalá. El concepto, en el fondo, es muy sencillo. Si es cierto que la albúmina hace de "camión de la basura" y retira del organismo, incluido del cerebro, limpiando la albúmina y volviéndola a introducir limpia en el organismo, eso debería ayudar, porque vamos vaciando más rápidamente esa basura. Es una idea científicamente plausible. Pero de la plausibilidad a que funcione, hace falta un recorrido importante.

"La pandemia ha provocado un empeoramiento notable de las personas que padecen Alzheimer"

P.- ¿Cuánto ha afectado la pandemia a las personas que padecen Alzheimer, que se vieron obligadas a estar mucho tiempo encerradas, alejadas de esa vida social cuya importancia ya ha mencionado?

R.- Lo que ha sido evidente, desde el día 1 del confinamiento, es que hay un empeoramiento notable de las personas que padecen Alzheimer. Muy notable. Si se cierran los centros de día, donde ellos hacían parte de su actividad y podían tener una vida satisfactoria, se produce un cambio de rutina. Y estos cambios de rutina tienen un efecto devastador. Ya empezamos a tener cifras que demuestran un cierto deterioro cognitivo, que será, hasta cierto punto recuperable, si vuelven a abrir los centros de día. Pero solamente hasta cierto punto, porque las enfermedades degenerativas, como el Alzheimer, no tienen marcha atrás. Por otro lado, es razonable pensar, que las personas que padecen Alzheimer son singularmente sensibles a la Covid. Es decir, que pueden tener respuestas agudas a la infección por Covid. Hay varias líneas de evidencias que apuntan a esto que le digo. Por un lado, sabemos que ha habido una enorme mortalidad en las residencias de ancianos. Y sabemos que esta enorme mortandad ha afectado de manera singular a las personas que sufrían alguna demencia. Solo con esa información, es evidente que cuando uno padece una demencia, no toma según qué medidas de precaución, de manera que atribuir eso a la propia enfermedad es complejo. Pero por otro lado, se ha visto, que hay perfiles genéticos de alto riesgo de enfermedad de Alzheimer, por ejemplo el famoso alelo ApoE4, que incluso sin padecer la enfermedad hacen que las personas sean más proclives a una respuesta crítica, a una infección aguda, con ingreso en cuidados intensivos de la Covid-19. Repito, el mismo perfil genético que aumenta el riesgo de Alzheimer, aumenta también el riesgo de tener una mala respuesta a la infección por coronavirus, incluso aunque no tenga Alzheimer. Eso es una evidencia muy clara de que es posible que existan mecanismos moleculares en común que hay que estudiar, y de hecho hay proyectos de investigación en marcha en nuestra propia entidad, respecto a esta cuestión.

"Desgraciadamente se detecta una cierta "covidización" de la inversión pública en investigación y es preocupante"

P.- Eso en cuanto a los efectos en las personas. Supongo que también habrá afectado, en forma de ralentización, a la investigación del Alzheimer. ¿Se han distraído recursos, que antes se destinaban a esa investigación, para centrarlos en la Covid?

R.- Pues sí. Desgraciadamente se detecta una cierta "covidización" de la inversión pública en investigación, y esta "covidización" es preocupante. Hay países en los que se ha empezado a pensar más allá de la Covid. Un ejemplo muy claro son los Estados Unidos. El presidente Biden anunció la semana pasada un incremento sin precedentes en los presupuestos de investigación de los institutos de salud y de la Fundación Nacional de Ciencias. Estados Unidos sí va a invertir en ciencia más que nunca. No solamente en ciencia para la Covid, sino en ciencia en general. Porque si uno ve más allá de la Covid, aunque es cierto que ahora mismo no ha habido los incrementos que esperaríamos en España y en la Unión Europea, si se hace un análisis adecuado de lo que ha pasado con la Covid, lo que uno ve es que es la ciencia la que ha aportado soluciones estables, estructurales. Hay un problema, que en este caso es de salud, pero que en otros casos fueron de salud pública y de higiene elemental. El hecho de poner flúor en el agua, por ejemplo, que es algo que salva los dientes de las personas. Las energías renovables, los nuevos materiales que necesitamos para una mejor comunicación, todas estas grandes soluciones que tenemos ahora, y que no teníamos en el pasado, vienen de la ciencia. Permítame que sea un poco más filosófico: llevamos miles de años de historia de la humanidad, hemos pasado por regímenes políticos y económicos de lo más variados, repúblicas, monarquías, imperios, teocracias, ciudades estado, colectivismo, comunismo, capitalismo, con lo que uno quiera, pero la gran diferencia de nuestras sociedades actuales es que tenemos ciencia. Y que no podemos mirar a nuestro alrededor en la habitación en que estemos, sin ver los resultados de esta ciencia. Yo hago un llamamiento a las autoridades políticas a que despierten a la realidad de que sin una inversión masiva en ciencia, no podemos garantizar un futuro mejor para las generaciones que vienen.

El futuro de la investigación

P.- ¿Cómo ve ese futuro a corto, mediano y largo plazo, respecto a los resultados sobre la investigación del Alzheimer?

R.- Yo soy muy optimista. Y no soy optimista a lo tonto. Me baso en lo que he visto a lo largo de mi vida, y estoy seguro que usted también a lo largo de la suya. Han ido apareciendo problemas sanitarios y, con esfuerzo, con tesón, con mucho talento y con inversión, se han ido solucionando todos. Hemos cronificado el sida, estamos siendo capaces de curar la mayor parte de los cánceres, etc. Hasta ahora, jamás, jamás, jamás, la ciencia nos ha fallado. Nunca. Repito que con inversión y talento seremos capaces, sin duda, de solucionar la enfermedad de Alzheimer. Quedará más cerca o más lejos, pero la distancia no es un tiempo fijo. La distancia depende mucho del esfuerzo que hagamos.

"Avanzando en detección precoz y en tratamiento, acabaremos teniendo una panoplia de armas con las que atacar la enfermedad"

P.- Somos impacientes por naturaleza, pero es evidente que no se trata de enfermedades que se curarán haciendo un click de un día para otro. Necesitarán un proceso que se va a ir desarrollando y brindando soluciones parciales antes de la solución definitiva, ¿verdad?

R.- Exacto. Otra lección que nos ha enseñado la ciencia es que eso tan típico de la ciencia ficción o de las novelas, en las que alguien descubre la "bala de plata" que acaba con el mal, esa pastilla que si usted se la toma, se acabó, no funciona así. El mundo es complejo, pero avanzando en detección precoz, en lo que nosotros nos especializamos, y avanzando en tratamiento, acabamos teniendo una panoplia de armas con las que atacar la enfermedad. Eso es lo que está pasando con los cánceres, con todas las enfermedades infecciosas. No acaba habiendo la vacuna que lo cura todo, acaba habiendo una gran diversidad de vacunas, cada una indicada para edades distintas, con propiedades distintas, etc. Es este conjunto de elementos el que nos permite combatir las enfermedades, no la "bala de plata". En el caso del Alzheimer, por ejemplo, hace 20 años, no éramos capaces de detectar la enfermedad con 20 años de antelación. Ahora sí podemos. Estamos superando, incluso, los 20 años de antelación en detección precoz. Esto es extremadamente importante, porque nos da 20 años para actuar. Puede alguien descubrir un tratamiento que sea eficaz durante los primeros 10 años, después de la detección, y que ya no sea eficaz a partir de que uno desarrolla la fase clínica de la enfermedad. Por tanto, la detección precoz, igual que en la detección del cáncer de mama. Hoy esta es una enfermedad que se supera, en la inmensa mayoría de los casos, entre otras cosas, por que nos hemos acostumbrado a que las mujeres se hagan mamografías una vez al año. Cuando se detecta algo, se puede hacer una cirugía mucho menos agresiva, hay tratamientos muchísimo más eficaces, en fin, es esta combinación la que me hace ser optimista. Seremos capaces de vencerlo.