Siete de la mañana. Vallecas. El trasiego de coches, gente saliendo a toda prisa con cara de sueño y rezagados a los que no les ha sonado el despertador y corren a toda prisa al trabajo vuelve a ser habitual. Ya no es agosto, hay que dar un par de vueltas a la manzana para aparcar y el barrio vuelve a recobrar la vida y el bullicio de siempre. Una estampa que se lleva repitiendo toda la vida en la que solo falta un elemento vertebrador del distrito: su línea de Metro.

La Comunidad de Madrid cerró a finales de junio la línea 1. De Valdecarros a Sol. 19 paradas que unen más de 10 kilómetros de recorrido y que solo entre Puente y Villa de Vallecas afectan a más de medio millón de personas. La resignación es la tónica y el deseo de que la línea abra aumenta por días. Sin embargo, cada vez es más complicado salir de la zona por las mañanas. Ahora, la Comunidad de Madrid ha anunciado que abrirá la semana que viene el tramo entre Sol y Nueva Numancia. Un problema que sigue sin resolver el problema de movilidad al completo.

En los primeros días de cierre muchos optaron por coger el coche o incluso probar con la bici. La ampliación de BiciMad fuera del entorno de la almendra central hizo que muchos probaran a pedalear y hacer uso de la bici eléctrica aprovechando que era gratuita. De hecho, en torno a las ocho de la mañana, costaba a veces encontrar alguna estación con bicicletas operativas porque rápidamente se vaciaban. A cambio, otros cogían la línea SE. Un servicio especial que transcurre de Valdecarros a Atocha y que puso a disposición de los vecinos el Ayuntamiento de Madrid para recorrer en superficie el camino que hace el Metro.

Evidentemente tenía sus carencias. Los tiempos en hacer el recorrido completo se duplicaron y la nula intervención del Ayuntamiento para controlar el tráfico, dar prioridad a los autobuses o despejar los carriles habilitados para el transporte público hicieron más complicado moverse. Si vamos al final del recorrido, en Atocha, es habitual ver la escena de buses de la línea SE que llegan juntos a Atocha a pesar de haber salido con varios minutos de diferencia.

Tampoco se contempló la mejora de frecuencias en otras líneas de la EMT. La geografía vallecana hace que muchos de los desplazamientos para ir al trabajo se realicen por la avenida de la Albufera, la A-3 o la M-40. Escenario por el que circulan varias líneas que bien podrían aliviar la demanda de viajeros y vaciar un poco la línea SE como el 144, 142, 145, 54 o 113. De hecho, ni siquiera se asegura que el bus especial circule con las frecuencias previstas provocando colas y paradas con colas con decenas de personas que tienen que esperar hasta 35 minutos hasta tener hueco. Una situación complicada, que hacía adelantar unos minutos el despertador y que, como podían, los vecinos solventaban como buenamente podían durante el verano temiendo el aumento de desplazamientos tras las vacaciones.

Llegó septiembre y con ello 'la vuelta al cole' las calles. Se notaba que ya no había gente disfrutando de días de descanso y, para colmo, casualidad o no, vino la DANA. Tras el paso de las lluvias torrenciales se experimentó en el transporte público un aumento de personas. Una buena noticia para el aire de la ciudad si no fuera porque el aumento de la demanda no se transforma en más buses.

"Antes cogía todos los días el autobús a la misma hora, con el conductor de siempre, pero ya hay tanta gente que he tenido que dejar pasar el bus y coger el siguiente. Si consigo entrar es por la puerta de atrás y sin poder pasar el abono por la maquinita", indica Carmen, de 55 años, que cada mañana coge la línea 144 para ir desde Vallecas a Pavones.

"Han descubierto que no hace falta hacer el bus especial y que en la línea 9 se llega igual y sin aglomeración. Es todo una ratonera", completa otro vecino que lleva a su hijo al colegio también en dirección Pavones. Al coger el bus solo siete tienen suerte. Tres suben por la puerta delantera y cuatro por la trasera. Lo ha pedido el conductor. "Por atrás hay algún hueco, subid alguno por allí". Ninguno de los siete ha validado su abono o billete porque es imposible acercarse al lector.

Una vez dentro, el conductor se pone a hablar con un usuario, que tampoco ha alcanzado la máquina que valida el viaje. "Esto es por la obra del Metro, ¿no?". "Todos los días así, y este verano no ha bajado. La gente no se va de vacaciones como antes y si puede se va una semana como mucho. A ver si lo acaban ya. Deben estar cerca porque en Miguel Hernández no deja de haber camiones sacando escombro", contesta optimista. 

Una vez llegados a Pavones, final de línea, casi todo el autobús se vacía una parada antes de llegar al intercambiador. Unos minutos y dos semáforos que ahorran unos minutos y que provocan una estampida de 100 metros hasta la boca del Metro de la línea 9. "Estoy harto del camino este, pero es lo que hay. No hay día que llegue puntual porque cada día es una aventura. Cuando no pasa el bus, tarda el metro o se queda parado en cualquier lado diez minutos. (...) Menos mal que me lo perdonan en clase", indica una joven que espera a cruzar un paso de peatones antes de entrar a la boca del metro.

Un plan que no es "exitoso"

Mientras muchos emplean hasta 35 minutos para salir del barrio cuando antes lo hacían en menos de diez, el delegado de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad del Ayuntamiento de Madrid, Borja Carabante, ha afirmado este lunes que el servicio de autobús alternativo está siendo "un auténtico éxito" y es utilizado por 70.000 personas al día.

Álvaro Fernández Heredia, exgerente de EMT durante el mandado de Manuela Carmena y actual concejal del Ayuntamiento de Madrid explicaba hace unos meses a ElPlural.com las diferencias entre este plan y el aprobado entonces. "En 2016, durante el gobierno de Manuela Carmena, la EMT preparó el dispositivo especial para el cierre que consistía en tres servicios especiales con más de 43 autobuses articulados con unas frecuencias de entre 3 y 6 minutos y reforzó entre un 20 y 46% hasta 5 líneas de la red convencional para que fuera más rápido llegar a otras líneas de Metro. Preparamos un plan alternativo de movilidad que incluyó la implantación del carril bus de avenida de Albufera, desvíos provisionales y un dispositivo de seguimiento de agentes de movilidad, al tiempo que se coordinó una campaña comunicativa con el Consorcio de Transportes desde el mes de abril", recuerda destacando que el mencionado dispositivo "dio como resultado que se pudiera transportar a más de 10 millones de personas entre julio y noviembre sin ninguna incidencia".