El Comité Olímpico Español ha renunciado a presentar una candidatura conjunta de Cataluña y Aragón para los Juegos Olímpicos de Invierno de 2030. Un fracaso que estaba cantado desde hacía semanas por el desinterés de las dos partes en llegar a un acuerdo y que ahora intentarán capitalizar unilateralmente con grandes exclamaciones de victimismo. El presidente de la DGA, Javier Lambán, podrá presentarse como el defensor numantino del orgullo aragonés frente al tradicional imperialismo catalán; el presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, podrá rasgarse las vestiduras por la falta de apoyo del gobierno de Pedro Sánchez ante su sueño olímpico, que nunca fue tal, porque de entrada su decisión estaba pendiente de las dos consultas convocadas, la oficial, de carácter vinculante, y la oficiosa del Consell per la República.

La candidatura del Pirineo quedó enterrada técnicamente en marzo, cuando Lambán se negó a aceptar el dossier organizativo pactado por sus delegados con los del COE y la Generalitat. El presidente del COE, Alejandro Blanco, sabe perfectamente que, a la familia olímpica, al COI, lo que más le incomoda es la falta de unidad de los impulsores de una candidatura. La apuesta por el fracaso era firme desde aquella ruptura. Es posible que el COE se ponga en marcha para intentarlo en 2034, pero este horizonte no responde a las urgencias políticas de los dos gobiernos autonómicos enfrentados y sus respectivos partidos. Las dos partes buscarán sacar rédito del fracaso, una especialidad muy catalana que desde hace algún tiempo también tienen estudiada los aragoneses.

Desde la perspectiva del gobierno independentista de la Generalitat, la reacción ya venía anunciándose desde hace algunos días. La culpa será de Miquel Iceta, por su condición de catalán, socialista y ministro de Deportes. “España nos ha vuelto a fallar”, sentenció de entrada el portavoz de Junts y algunos alcaldes del Pirineo se sumaron al instante. ERC no tardó en llorar por unos juegos que los republicanos nunca han sabido explicar si les interesaban a no, posiblemente por las divergencias internas. Desde la renuncia del COE, el proyecto les interesa mucho más, sin matices, incluso estarían dispuestos a organizarlos en solitario, aun sin saber si tienen el apoyo de los interesados, pendientes de votar sobre la autorización de una candidatura, fuera catalana o conjunta con Aragón. El memorial del victimismo incluye desde ya, el entusiasmo desenfrenado por unos JJ.OO de Invierno truncado insensiblemente por Madrid y además, el presidente Aragonés se ahorra una hipotética derrota en la consulta que debía dar luz verde o no a una candidatura ampliamente contestada desde que Jordi Hereu, el último alcalde socialista de Barcelona, lanzó la idea.

Los opositores a los juegos, incluidos la CUP y los Comunes, están encantados con la renuncia del COE. No hay que descartar, de todas maneras, que una vez fracasado el intento, algunas de estas voces se alineen con quienes señalarán al COE y al gobierno de Pedro Sánchez por su incapacidad para poner de acuerdo a dos gobiernos autonómicos.

Lambán ha conseguido imponer su tesis de “o candidatura en pie de igualdad o no habrá candidatura”, según él, una promesa de Pedro Sánchez. No habrá pues candidatura, aunque para ello tenga que desautorizar a sus técnicos. El presidente aragonés podrá alardear ante los suyos de haber frenado una nuevo (y supuesto) caso de imposición por parte de la Generalitat y, en última instancia, de haber salvado del desprestigio a España, de ver cómo los independentistas aspiraban a una candidatura olímpica en solitario al servicio de su proyecto político.

Este embrollo vendrá a complicar algo más la relación entre Pedro Sánchez y sus socios de ERC. Los republicanos, liberados de las diferencias internas en este tema, podrán añadir el silencio de los socialistas ante el inmovilismo de Lambán como una muestra más del desinterés crónico del Estado por los proyectos de Cataluña, ilustrado últimamente con el déficit de cumplimiento de inversiones públicas. No es el frente más acuciante de Sánchez, sin embargo, todo ayuda a acelerar un poco más el desenlace de su especial relación con ERC.