Las víctimas del franquismo ganan otra batalla en favor de la memoria después de que el Gobierno de España reflejara esta semana en el Boletín Oficial del Estado (BOE) que la Real Casa de Correos sería nombrada Lugar de Memoria Democrática.

La intención del Estado se ha encontrado con innumerables obstáculos por parte de la región liderada por Isabel Díaz Ayuso, por lo que considera una decisión “sectaria” por parte del Ejecutivo de Pedro Sánchez, una opinión muy alejada, no ya de la de Moncloa, sino de las personas que sufrieron torturas y vejaciones en este espacio.

ElPlural.com ha podido hablar con asociaciones de víctimas de la dictadura y con rostros que vivieron en primera persona la maquinaria del Franquismo, de hecho, en el lugar cuya resignificación está muy cerca. Uno de ellos es Julio Pacheco, el único que contó ante una jueza de forma presencial en nuestro país lo que ocurría de puertas para adentro lo que ahora es la sede de la presidencia de la región.

Pacheco, detenido por las fuerzas del régimen apenas había superado la mayoría de edad, reconoce en declaraciones a este periódico que el nombramiento de la antiguo Dirección General de Seguridad (DGS) como Lugar de Memoria le produce una tremenda “alegría”.

“Es increíble que haya existido polémica con este tema”, indica, en referencia a los constantes intentos de Ayuso por paralizar lo que está a punto de ser una realidad, todavía no se sabe si a modo de placa conmemorativa, lugar de visita…: “Ahora la pelea va a estar un poco ahí, pero creo que el éxito ya se ha conseguido. Yo personalmente siento mucha alegría y satisfacción”.

"Epicentro del terror franquista"

Pacheco recuerda que éste “fue durante todo el franquismo un lugar de terror en el que se torturaba e incluso se mataba”. “Fue el pilar de la represión del franquismo, y es algo que en democracia debería estar ya reivindicado (…) No deja de reconocer los crímenes del franquismo y la forma en la que Franco se mantuvo en el poder”.

El protagonista de estas líneas, que denunció entre otros al excomisario José Manuel Villarejo por aquellas atrocidades, responde también a la presidenta, quien ha anunciado en las últimas horas que recurrirá a la Audiencia Nacional este avance: “Hará todas las artimañas posibles, pero tiene que cumplir la ley, tal y como le dijo ya el Tribunal Constitucional”.

En una línea similar se pronuncia CEAQUA, siglas que responden a la Coordinación Estatal de Apoyo a la Querella Argentina contra los crímenes del franquismo; una asociación especialmente importante, sobre todo si se tiene en cuenta que hasta Pacheco todos los que habían declarado había sido en el país con capital en Buenos Aires o vía videollamada.

Nos atiende Charo Arroyo, miembro del equipo de comunicación. “Estamos contentos por el paso dado y esperamos que llegue a buen término (…) Y que no se quede en la colocación de una placa, sino que se dé también a conocer a la ciudadanía todo lo que sucedió”, señala, asumiendo que es una obligación moral y como sociedad “independientemente de quien gobierne”: “Tienen que quedarse resarcidas las personas que sufrieron allí torturas con el reconocimiento de lo que les ocurrió. A ellos y a otros”.

La Real Casa de Correos, Lugar de Memoria Democrática

Desde el pasado miércoles, el BOE recoge que la Real Casa de Correos de la Puerta del Sol de Madrid es Lugar de Memoria Democrática debido al papel que desempeñó durante la dictadura, cuando se llevaron a cabo torturas “por motivos políticos e ideológicos” a opositores del régimen.

De esta manera se cierra un capítulo que empezó hace cosa de un año cuando empezaban los trámites para declarar de la manera actual un edificio que acogió un trato vejatorio durante 40 años por haber desempeñado “un papel central en la represión política y social durante varias etapas de la historia contemporánea de España, especialmente durante la dictadura franquista”.

Levantado en el siglo XVIII, durante el reinado de Carlos III, acogió durante años el servicio postal de la ciudad, si bien con la llegada de Franco al poder se utilizó como brazo ejecutor de represión contra todo aquel que mostraba en público su descontento con el régimen, ya fueran socialistas, sindicalistas, homosexuales etc.

Entre los torturadores que encontraron en la actual sede de la presidencia un lugar en el que hacer y deshacer destacan el excomisario Villarejo o Antonio González Pacheco, conocido como “Billy el Niño”. En la práctica, estas personas, que se vanagloriaban de mantener el orden, no eran sino torturadores; y el epicentro la base de sus operaciones.

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