Era diciembre de 2015, en los inicios de la X Legislatura de la Asamblea de Madrid, aquella en que, por primera vez desde el Tamayazo, el Partido Popular no disfrutaba de mayoría absoluta. Cristina Cifuentes era presidenta gracias a unos recién llegados que respondían al nombre de Ciudadanos y enfrente también estaban unos novatos diputados de Podemos. En ese ambiente de regeneración política subió a la tribuna una casi desconocida treintañera de nombre Isabel y de apellidos Díaz Ayuso para defender una revolucionaria ley que traería la “libertad” a Telemadrid, tras años de impongo y mando de Esperanza Aguirre. Seis años después, la Díaz Ayuso del presente enmienda a su yo del pasado y pretende acabar con la misma ley que defendió para acabar con la Telemadrid plural de 2021.

Han sido solo seis años, pero muchas cosas han cambiado desde entonces. La principal, que en la Asamblea de Madrid ya no queda ni rastro de aquellos diputados de Ciudadanos que torcieron el brazo a Cristina Cifuentes. Una de las  exigencias para apoyar su investidura fue una ley que devolviese a Telemadrid la pluralidad y el prestigio perdido tras los años del aguirrismo liderados por Hermann Tertsch, Fernando Sánchez Dragó o Curri Valenzuela. Donde el que se apartaba de las loas era puesto en la calle, como le pasó a Germán Yanke tras una pregunta incómoda a Esperanza Aguirre.

La fórmula elegida fue la de exigir una mayoría cualificada de dos tercios para renovar al Consejo de Administración de RTVM y a su presidente, a quien además se le daba un mandato de seis años, para asegurarse su independencia de los ciclos de cuatro años que dura cada legislatura. Y solo se le podría destituir, según la ley, en casos muy concretos, por ejemplo, una desviación en las cuentas del ente. Una maniobra con la que el Gobierno de Ayuso ha maniobrado recientemente sin éxito y que pasa también por ahogar financieramente a Telemadrid al no renovar su Contrato-programa, algo que forzó el PP (con la sorprendente complicidad del PSOE) y la oposición estéril de Ciudadanos, entonces en coalición con Ayuso.

La desconocida Ayuso de 2015

Con todos estos mimbres, choca escuchar a la Ayuso de 2015 defender  en la tribuna la ley de la que era ponente como portavoz del PP en la comisión de control de Telemadrid en la Asamblea y que ahora repudia. Su posición ha cambiado de manera radical, aunque su discurso vehemente y deslavazado que ahora le critican sus rivales ya estaba ahí. “Queremos que no haya partidismo por primera vez en la historia”, deslizaba Díaz Ayuso, obviando que en buena medida su ley era una copia de la que rigió en RTVE durante el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Alabó la hoy presidenta de la Comunidad el papel de Ciudadanos en la elaboración de una ley que conseguiría que “los periodistas estén trabajando en libertad sin injerencias políticas”.

Su fiereza con la oposición también es de las pocas cosas que ha permanecido de aquel discurso de 2015. "Les da miedo porque no lo pueden controlar, pero tienen que estar tranquilos porque nosotros tampoco", aseguraba, al tiempo que echaba en cara a Podemos que sus modelos de televisión son la "venezolana, la iraní y La Tuerka, donde tienen a la gente contratada en B", y donde por cierto ella colaboraba y cuyos debates acababan de cañas con un Pablo Iglesias al que ahora señala como “el mal”.  También incluyó Ayuso varios elogios a la forma de elegir al director de Telemadrid para librarle de “presiones” y que ahora quiere desterrar: “Nos tendremos que poner todos de acuerdo para elegir a su director, que va a formar parte de un nuevo equipo en el que la asamblea no va a tener control”.

Desencuentros con Telemadrid

El giro de 180 grados entre la Ayuso de ahora y la de hace seis años ha estado adoquinado de varias disputas y enfrentamientos con el actual director, José Pablo López, hacia el que tiene una conocida animadversión que arrancó nada más ser elegida presidenta, cuando en entrevistas deslizaba que era "la única presidenta" que tenía "una televisión que le es crítica". Y en varias ocasiones ha declarado que Telemadrid ha dejado de ser “un servicio público”, algo que sí defendía con ímpetu en 2015. Mientras, la audiencia y el prestigio han vuelto a los estudios de Pozuelo de Alarcón.

Pero hay dos episodios recientes que han marcado la mala relación. El primero, en plena pandemia, la entrevista que le hizo Silvia Intxaurrondo en octubre, cuando preguntó a Ayuso de dónde pensaba sacar a los sanitarios para dotar al polémico hospital Isabel Zendal. La presidenta salió del mal rato contestando: “Yo no he de bajar a la letra pequeña. Son preguntas que no se han a un presidente autonómico”. Desde entonces, Ayuso impuso varios vetos a Telemadrid. El primero, durante la nevada de Filomena, en la que se negó a atender a la cadena autonómica. El segundo, el veto a entrevistas que mantuvo durante dos meses y medio y que volvió a ampliar hasta casi el final de la campaña electoral. Y tercero, su negativa tajante a celebrar un debate electoral en la cadena pública, que finalmente retiró ante la presión de todos los demás candidatos.

La mano de Miguel Ángel Rodríguez

Tampoco hay que olvidar el papel que ha tenido en esta mala relación su actual jefe de gabinete y figura de gran ascendencia en la Puerta del Sol, Miguel Ángel Rodríguez. Cuando solo era un asesor de Díaz Ayuso, MAR se prodigaba en Twitter con ataques e insultos a Telemadrid y sus trabajadores. En agosto de 2019 se burlaba de “una noticia positiva” en la cadena, asegurando que su director general y el de informativos estarían de vacaciones. Un mes después, deslizaba sin pruebas que tanto el director del ente como el de Informativos formaban parte de “una trama de contratos irregulares”.

Tras ascender de asesor a todopoderoso jefe de gabinete de Díaz Ayuso, Miguel Ángel Rodríguez imponía el silencio en su otrora activo Twitter. Sin embargo, su actividad entre bambalinas se entreveía cuando, en el estallido de la pandemia y en pleno estado de alarma, Ayuso anunciaba una auditoría a Telemadrid para investigar los contratos realizados en 2019, lo que desde la dirección se interpretó como una medida de presión.

Quien, curiosamente, sí sigue activa en Twitter es la expresidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes. A pesar de haber recibido de la mano de Ayuso la medalla de la Comunidad el pasado 2 de Mayo, que le fue negada en su día por sus escándalos, y de sus elogios a su sucesora en plena campaña electoral, Cifuentes daba en sus redes sociales hace unos días el chivatazo de quién defendió en su día la ley de Telemadrid y que, hasta ahora, era uno de sus pocos legados.

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