El pasado martes 25 de mayo, múltiples vecinos de varios distritos de Madrid se movilizaron ante sus centros de mayores para reivindicar su reapertura, dado que sus puertas llevan cerradas desde el confinamiento de marzo de 2020. Sus actividades rutinarias como gimnasia, informática, yoga o bailes de salón eran el motor que les mantenía activos.

La iniciativa se dio de la mano de usuarios y usuarias de centros de mayores de Carabanchel, teniendo su foco más multitudinario en el Centro Francisco de Goya, concretamente en Carabanchel Alto, donde se concentraron cerca de 80 personas con numerosas pancartas que alzaron para dar voz a sus necesidades. A partir de este encuentro, las reivindicaciones se extendieron por todo el territorio sur de la capital.

Los mayores reivindican así que, debido a que ya han recibido la pauta completa de la vacuna, se reanuden estas actividades para volver a socializar y recuperar la estabilidad en su salud y estado de ánimo. De la misma manera, todos los usuarios coinciden en que no entienden por qué otros sectores sociales como hostelería, cines, teatros u otros centros culturales lleven un largo periodo abiertos mientras que sus actividades básicas y necesarias aún no han sido atendidas.

Desde la Consejería de Sanidad de Madrid, la cual dirige Enrique Ruiz Escudero, aún no han fijado una fecha para abrir las puertas de estos espacios, ya que se valorará "cuando lo valoren los técnicos de Salud Pública según la evolución epidemiológica", según indicaron a Madridiario.

"Nadie piensa en nosotros ni nos ven, somos transparentes"

Desde ElPlural.com, nos hemos puesto en contacto con varias usuarias del Centro Francisco Goya para conocer de primera mano sus historias. Marisa Maroto, 71 años, se hace eco de la “necesidad de hacer algo al respecto” dada la situación de sus compañeros y la larga espera ante la reapertura de los centros: “La gente mayor está muy tocada porque están solos y se les han quitado sus actividades. Antes tomabas contacto con tus amistades y ahora la cosa está muy mal”.

De la misma manera, condena que su centro cerró el 6 de marzo de 2020 y, desde entonces no saben “nada”. Asimismo, insiste en que la última semana de junio es fecha marcada en el calendario para celebrar una movilización más organizada: “Somos capaces de hacer una sentada todos juntos, para ver si el Ayuntamiento de Madrid toma cartas en el asunto de una vez”.

En segundo lugar, Felicia Palomo, de 68 años, otra de las usuarias, se hace eco de cómo han afectado estos cierres no solo a los mayores, sino a los propios trabajadores de los centros: “Hay otro factor, mientras nos dicen la importancia de reactivar la economía, ¿por qué motivo todos los centros públicos están cerrados si tienen un montón de trabajadores que necesitan que se abran?”, condena. “Que no vuelvan a menciona la palabra ‘actividad económica’ cuando se permiten el lujo de tener centros públicos cerrados con un montón de personas jóvenes en ERTE sin trabajar”, prosigue.

Asimismo, alude a su propia historia, ya que relata que lleva varios años acudiendo a realizar las actividades para mantenerse en forma y avivar el contacto social, pero confiesa que su situación es desesperada: “Todo eso a mí se me ha acabado, intento hacer eso en casa y no puedo”.

“Somos los más olvidados de todos, nos sentimos inservibles, nadie piensa en nosotros ni nos ven, somos transparentes"

Por otra parte, Belén Izquierdo remarca la soledad en la que cientos de mayores llevan viviendo durante el último año de pandemia, una situación más agravada al no poder mantener sus rutinas habituales: “Necesitamos ver a nuestros amigos, socializar, hablar, entretenernos”. Aunque en su caso, la tercera usuaria entrevistada por este medio asegura que sí mantiene una vida activa gracias a su agenda, incide en que no entiende por qué los centros de mayores continúan cerrados cuando “los centros culturales sí que pueden realizar todas las actividades”.

Frente a las movilizaciones previstas en junio y el impacto que ya han generado las convocadas esta semana, Belén Izquierdo, de 64 años, lanza un mensaje claro y contundente hacia los dirigentes madrileños: “Somos los más olvidados de todos, nos sentimos inservibles, nadie piensa en nosotros ni nos ven, somos transparentes, los más perjudicados en esta pandemia han sido los mayores. Nos sentimos indefensos”.

Por último, esta situación ha hecho mella en la salud mental de los mayores, generando así más síntomas depresivos, tal y como Sonsoles Prada, usuaria del Francisco Goya con 72 años, confiesa: “Al no poder hacer actividades ni poder salir de su casa se están dando nuevas patologías depresivas, es una preocupación bastante seria”. De la misma manera, insiste en que los servicios psicológicos tampoco se encuentran disponibles: “No había posibilidad porque todo estaba cerrado, todo se hacía por vía telefónica pero estaban saturados, se ha paralizado toda esa atención”.