Una vez más, y ya van unas cuantas, Alberto Núñez Feijóo volverá a presentarse para liderar el Partido Popular de Galicia, o lo que es lo mismo, repetirá como presidente de la formación.

Lo ratificará el XVII Congreso regional que se celebrará a mediados del próximo mes de julio, tal y como se ha acordado en la junta directiva del PPdeG celebrada hoy.

Es la normalidad ‘popular’ gallega, es decir, en el marco de una mayoría absoluta, Feijóo volverá a ser aclamado por los suyos. Ahora, ni siquiera, elementos discordantes que trataban de mantener su reino ourensano encabezados por el autodenominado ‘cacique bueno’, entonces, y su hijo, ahora, le hacen sombra. El de Os Peares manda y saca pecho tras la gestión de la pandemia.

Sin embargo, en esta ocasión, todo está marcado por lo que ocurre en el partido a nivel nacional. Las intenciones capitalinas de Feijóo parecían tener un camino plácido con los batacazos de Casado. A ellos se sumaron los errores en la gestión de la crisis sanitaria y las meteduras de pata dialécticas de su protegida, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.

La victoria abrumadora de ésta rompió muchos esquemas. Los seguidores gallegos y no gallegos de Feijóo pasaron de la euforía por el triunfo inapelable, al escalofrío porque en la terna entraba una nueva aspirante a la que, por ahora, otorgan solo el papel de aprendiz de lideresa.

Hoy, durante su discurso, el máximo dirigente del PP de Galicia ha vuelto a emocionarse. Ha ocurrido a los 25 minutos de su alocución. Justo en el momento en que anunció que, "si a la militancia le parece bien volveré a pedir su confianza para presidir el Partido Popular de Galicia". En ese momento se le quebró la voz, algo que también suele ser habitual en Feijóo en instantes en lo que hace algún anuncio. No faltarán quienes interpreten ese momento de emoción como de rabia por lo fácil que parecía tenerlo para hacer las maletas y convertirse en el salvador de su formación a nivel estatal.

Feijóo no va a dejar pasar la oportunidad, pero Ayuso es ahora una piedra en el camino. Es verdad que un discurso tan ‘madrileño’, con alusiones directas al centralismo y con sus desafortunadas comparaciones con otras Comunidades Autónomas, al más puro estilo Trump, no le abren puertas a nivel nacional a la presidenta de Madrid. Curiosamente, esto también le sucedió a Esperanza Aguirre en su lucha de poder contra otro gallego, Mariano Rajoy. 

El presidente de la Xunta es consciente de la importancia de Madrid; no obstante, también lo es de que el resto de España no disfruta y/o comparte el madriñelismo ayusiano, caracterizado por la confrontación constante para reavivar una especie de nacionalismo mesetario que, en ocasiones, parece incluso más rancio que algunos otros ejemplos identitarios que ofrece la Península Ibérica.

En Colón, no

Esa es la opción de Feijóo. No ha perdido fuerza en los foros más centristas del PP. A lo mejor, el efecto ha sido el contrario, es decir, ha ganado adeptos. Él lo sabe. Casado también. Por eso, tras lo ocurrido el pasado 4 de mayo en las urnas, el todavía máximo dirigente nacional 'popular', se ha lanzado a los brazos del discurso más radical que le marca Ayuso, con quien da la impresión de que ha intercambiado papeles y de protector ha mutado en protegido. A pesar de las encuestas, cada vez son menos los que le muestran externa o internamente su respaldo. Por criticarle, hasta se refieren a su número dos. Al fin y al cabo, Teodoro García Egea no es MAR, ni se le acerca.

El gallego volverá a arrasar en el congreso que tendrá lugar en la capital de las Rías Baixas. La imagen de los que aparezcan apoyándole -in situ o de forma telemática- en Pontevedra procedentes de otros lugares del Estado será el termómetro de sus posibilidades de liderazgo a nivel nacional.

En esa foto, es más que probable que haya varios barones regionales del PP, sin descartar a algún ex inquilino de la Moncloa. El propio Pablo Casado también estará acompañándole por las calles empedradas de la ciudad del Lérez, porque es casi una obligación.

Lo que no tiene forma de deber para Alberto Núñez Feijóo (y si la tiene no la cumplirá) es acudir el próximo 13 de junio al acto de Colón. Sería una gran sorpresa que asistiera, porque hay compañías malas, negativas y perjudiciales hasta para compartir una fotografía y el líder de los ‘populares’ gallegos lo sabe. Su agenda pondrá la excusa.