La pandemia ha hecho aflorar a los negacionistas que, curiosamente, suelen hacer de esta actitud casi un estilo de vida. Será por coincidencia o por razones de casualidad, quienes hoy niegan la eficacia de las vacunas y observan tras su dispensación una especie de conspiración interplanetaria, también se sitúan en un porcentaje elevado entre los que forman la corriente que niega el cambio climático.

En su vertiente médica, científicos y expertos de todas las nacionalidades han explicado los motivos de la conveniencia de una vacunación masiva. En el asunto de las consecuencias que la subida global de las temperaturas a causa de la acción del ser humano, un estudio que se acaba de conocer pone los puntos sobre las íes, a pesar de los escépticos de plataformas sociales.

En el mismo ha colaborado la Universidad de Santiago de Compostela a través del investigador Dominic Royé.

La principal y dramática conclusión del informe es que, entre 1991 y 2018, más de un tercio del total de fallecimientos relacionados con el calor fueron atribuibles al calentamiento global. Este trabajo internacional coordinado por la Universidad de Berna y la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, según explica la Universidad gallega en un comunicado, muestra por primera vez la contribución real de este fenómeno ocasionado de forma directa e indirecta por el hombre, al aumento de los riesgos de mortalidad debido al calor.

La revista Nature Climate Change acaba de hacer públicas las aportaciones de este análisis que está considerado ya el más grande de este tipo de los elaborados hasta ahora, no en vano, se han utilizado datos de 732 ciudades pertenecientes a más de 40 naciones de todo el mundo.

Con respecto a España, el estudio señala con rotundidad que el impacto de la subida de temperaturas durante el verano relacionada con el cambio climático fue mayor en países mediterráneos como es el citado caso español o los de Italia y Grecia. En palabras de Royé, “el número de muertes por calor relacionado con el cambio climático supera la barrera de los 700 por año en las capitales de provincia de España”, oscilando entre las casi cien muertes que se producen en Barcelona o las 170 que registra Madrid. En el caso gallego, el análisis calcula que experimenta cerca de una veintena de muertes anuales por este motivo.

Cuidado con el futuro

Otro apartado que subraya es que el cambio climático afecta a la salud humana de varias maneras, y es precisamente una de ella de carácter directo la que representa esa relación entre mortalidad y calor.

Los investigadores examinaron las condiciones climáticas pasadas proyectadas en escenarios con y sin emisiones antropogénicas, por lo que pudieron separar el calentamiento y el impacto en la salud relacionado con las actividades humanas, de las tendencias naturales. Tal y como indican los autores "esperamos que la proporción de muertes relacionadas con el calor continúe creciendo si no hacemos algo contra el cambio climático”.

El número de víctimas por el calor relacionado con el clima varía desde unas pocas docenas hasta varios cientos de muertes cada año, según los cambios locales del clima en cada área y la vulnerabilidad de su población. Las personas que viven en países de ingresos bajos y medianos y que fueron responsables de una pequeña parte de las emisiones antropogénicas en el pasado, son las más afectadas, con una proporción de mortalidad relacionada con el calor inducido por el hombre más alta en América Central y del Sur y América del Sur-Este de Asia.

Por ello, los investigadores dejan un mensaje muy claro: “El cambio climático no solo tendrá impactos devastadores en el futuro, sino que ya estamos experimentando las nefastas consecuencias de las actividades humanas en el planeta”.

Y es que, a pesar de que el informe es demoledor, solo se refiere a las últimas décadas. Sin embargo, a la vista de sus conclusiones, el futuro se presenta mucho más sombrío, puesto que los escenarios de las condiciones climáticas futuras predicen un aumento sustancial de las temperaturas medias, así como la aparición de fenómenos extremos como las olas de calor.