No es la primera vez que se reclama, pero de nuevo se vuelve a insistir en la necesidad de que haya controles a los cazadores que realizan su actividad en Galicia. Lo reclama la Fundación Franz Weber. Recuerdan sus representantes que desde 2007, a nivel estatal, se han registradon 125 víctimas mortales como consecuencia de la caza. A esta cifra hay que sumar las más de 700 personas lesionadas en relación con una actividad que “practica menos del 2% de la población”.

Según esta entidad, detrás de los episodios descrtios se encuentra lo que denominan una “sospecha habitual: el consumo de bebidas alcohólicas y otras sustancias estupefacientes”.

La denuncia de la Fundación es que el control de estos supuestos “está detallado en las normas autonómicas”. No obstante, ya el Reglamento de Armas de 1993 a nivel nacional especifica que queda prohibido portar, exhibir o usarlas "bajo los efectos de bebidas alcohólicas, estupefacientes, psicotrópicos, estimulantes u otras sustancias análogas".

Galicia dispone desde 2013 de su propia Ley de caza. Esta normativa, si bien es cierto que menciona el consumo de ese tipo de sustancias, no fija los medios técnicos y humanos necesarios que se requieren para llevar a cabo las pruebas de control a los cazadores.

En estos años no se ha producido un desarrollo de la mencionada legislación autonómica y por ello, en el marco de la “intensa campaña” que la Fundación Franz Weber desarrolla para “alejar a personas menores de edad de actividades lesivas como las propias cacerías o la tauromaquia”, insta a adoptar las medidas oportunas en este sentido. Añaden sus representantes que la consideración legal de la caza como “disciplina deportiva federada, debería llevar aparejadas medidas de vigilancia, entre las que se encuentran los controles anti-doping”.

Y este es el apartado que critican ya que tanto la Xunta como el Consejo Superior de Deportes y, claro está, lo que llaman “los lobbies procaza” han impulsado protocolo alguno a partir del cual se realicen “controles de alcoholemia y drogas”, una función que, en su opinión, podrían ser “fácilmente asumidas” por el Cuerpo de Agentes Medioambientales de la administración regional.

El aviso que lanza la Fundación coincide con el inicio de la temporada de caza, de ahí que también aprovechen para denunciar como las administraciones públicas “ignoran deliberadamente” el consumo de bebidas alcohólicas que se da en estos ámbitos.

Franz Weber, además de señalar que el Francia se acaba de llamar la atención a nivel parlamentario de los acciones que relacionan esta práctica y las drogas o el alcohol, apoyan su solicitud en Galicia con un dato: de 2013 a 2018 se se llevaron a cabo un total de 8 controles a cazadores, es decir, “una incidencia irrisoria del 0,02%”. La cifra sale de la petición elevada por la entidad a la Xunta.

En los últimos cuatro años ha insistido en sus “sucesivas peticiones” para conocer cuántos controles se han realizado. Sin embargo, ante esas preguntas “el Ejecutivo autonómico afirma desconocer su número”, algo a lo que tampoco el Gobierno central da respuesta.

A modo de conclusión dicen desde la Fundación Franz Weber que si un individuo es incapaz de reconocer a un jabalí, corzo o zorro con sus capacidades volitivas supuestamente adecuadas, estando bebido o drogado “los riesgos se multiplican de manera exponencial”.