ElPlural.com ha accedido a las actas de las residencias redactadas por la Policía Municipal de Madrid durante la peor etapa de la pandemia. Escritos que dibujan milimétricamente los horrores vividos y experimentados en estos centros de mayores, con personal exhausto, órdenes contrapuestas y una tónica general: si los internos hubiesen sido trasladados a tiempo a un hospital muchas vidas se hubieran salvado. La hemeroteca no miente: solo entre los meses de marzo y abril, durante la primera ola de la crisis sanitaria, fallecieron 9.468 personas en residencias de la Comunidad de Madrid, de las cuales 7.291 lo hicieron sin recibir atención hospitalaria.

Cifras demoledoras que nos retrotraen a las imágenes más duras que se recuerdan en la historia cercana de nuestro país. Calles vacías, el sonido de las ambulancias rompiendo el silencio, el palacio de hielo abarrotado de cadáveres, la Unidad Militar de Emergencias haciendo ímprobos esfuerzos de desinfección y el número de fallecidos actualizándose cada minuto, cada segundo, cada suspiro. La muerte acechaba y las residencias se convertían en el foco de los contagios entre acusaciones políticas que convirtieron a Madrid en la zona 0 de la epidemia.

Pasados cuatro años de los primeros casos detectados en nuestro país, superado o aliviado el duelo, llega la hora de pedir explicaciones. Es precisamente lo que hizo un particular al demandar a la Comunidad de Madrid todas las actas policiales que reflejan lo que sucedió durante la crisis sanitaria en los centros de mayores de la región. Una petición que, no obstante, se topó con el veto de la presidenta autonómica, Isabel Díaz Ayuso, y su Ejecutivo, que no dudaron en acudir al Tribunal Superior de Justicia de Madrid para anular cualquier opción de que estos escritos vieran la luz.

No obstante, las filtraciones no tardaron en aparecer. Fue este lunes cuando la Cadena Ser publicó los primeros fragmentos de algunas de las actas más demoledoras contra la gestión del Ejecutivo madrileño. Este miércoles, ElPlural.com desvela nueva información a la que ha podido acceder y que muestra la dureza y lo inhumana que fue la situación para los ancianos internos en residencias madrileñas.

Protocolos de la vergüenza

Más de 1.000 informes -cerca de 200 firmados por la Policía Municipal de Madrid- que dejan sobre el papel testimonios tan fríos como una vida que se pierde. Una muerte que acechó con contundencia en la residencia de mayores Mirasierra, como constata un acta policial firmada el 23 de abril a las 13.00 horas a la que ha tenido acceso ElPlural.com: “De los 69 fallecidos, nueve fallecieron en el hospital y el resto (60) lo hicieron en la residencia por la no derivación de dichos pacientes al hospital de referencia (hospital La Paz)”.

60 ancianos que no contaron la asistencia propicia en sus últimos suspiros. 60 familias que, además, se enfrentaron al más incómodo de los momentos: “La directora manifiesta que los familiares de seis residentes (de los 60 totales), previa comunicación de su gravísimo estado de salud, nos comunicaron la no derivación hospitalaria permitiendo que su familiar fallezca en la residencia (autorizándolo por escrito a la dirección del centro)”.

La realidad de que los conocidos como ‘protocolos de la vergüenza’ supusieron una losa para los ancianos internos en residencias se consuma, recurrentemente, en las actas policiales. Otro ejemplo de ello es la firmada el 9 de abril a las 11.00 horas en la residencia Geriasa, donde, pese a que los agentes reconocen que se “cumple el protocolo covid de manera eficaz y eficiente”, en el apartado de observaciones se vuelve a ratificar la idea predominante de estos escritos: “En el hospital no hubiese habido tantos fallecidos, puesto que son residencias y carecen de los medios de un hospital”.

Situación límite

“El personal está agotado física y emocionalmente”. Esta afirmación, suscrita en el acta de la residencia Geriasa, demuestra la inhumana carga de trabajo que tuvieron que hacer frente los trabajadores de estos centros de mayores. Algo que nunca hubieran imaginado, que llegó de la noche a la mañana, y obligó a los profesionales a cumplir estrictos protocolos e improvisar de la mejor manera posible en situaciones de emergencia.

“Todas las plantas excepto la tercera son de personas sin síntomas y cumplen con el protocolo covid-19 perfectamente. La planta 3ª acoge a los residentes con mayor vulnerabilidad y de cuidados especiales. Tienen un ascensor de uso exclusivo para servicio funerario”, reza el escrito de Geriasa.

Un ejemplo de buena praxis aplaudido por la Policía que no es el único que se puede leer en las actas. En Mirasierra, la Policía Municipal de Madrid valora positivamente el grado de comunicación que los internos tienen con sus familiares gracias a la tecnología y las videollamadas. Pese a que “el 6 de marzo se prohibieron las visitas” -una semana antes de que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, decretase el estado de alarma-, las conversaciones con las personas cercanas no cesaron: “Todos los días se comunican telefónicamente con los familiares sin ningún tipo de restricciones. En el caso de la planta de aislamiento, es el equipo médico quien se comunica mínimo una vez al día con los familiares”.