Centrándonos en Cataluña y dejando los delirios para el diván, quiero manifestar mi escepticismo respecto a ciertos aspectos del proceso de independencia de Cataluña que percibo con un tufillo oportunista (incluso en el acto del sábado) por lo delicado de la situación de crisis y de corrupción que azota tanto a Cataluña como al resto de España. Afirmación esta que no es óbice para mi reivindicación del derecho a que los catalanes decidan su futuro mediante una consulta popular como en su día hicieran los ciudadanos de Quebec o de Escocia.
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