[[{"type":"media","view_mode":"media_large","fid":"22198","attributes":{"class":"media-image size-full wp-image-349618","typeof":"foaf:Image","style":"","width":"640","height":"370","alt":"Artur Mas y Miquel Iceta \/ Fotos EFE-Archivo"}}]] Artur Mas y Miquel Iceta / Fotos EFE-Archivo


“El socialismo pretende curar lo incurable”

Stephan Zweig

Los precedentes de la sociovergencia

La teoría de la sociovergencia, es decir, la gran coalición entre nacionalistas y socialistas catalanes, viene de lejos. Sirvan como ejemplos algunos dirigentes contemporizadores con el PSC tales como el difunto Ramón Trías Fargas, liberal nacionalista al que el propio Pasqual Maragall siempre alabó en público, Miquel Roca o Duran Lleida. Todos intentaron contemporizar con la gran bestia parda del nacionalismo convergente, el PSC.

Incluso el propio Jordi Pujol, tras ganar las primeras elecciones autonómicas, ofreció al PSC de Joan Raventós entrar en su gobierno. Incluso a pesar del giro que supuso el caso Banca Catalana, CIU ha intentado siempre atraer a su órbita al partido socialista, calculando así que podía neutralizar a su principal adversario. Una jugada parecida a la que ha hecho con Esquerra. La ambigüedad del mensaje convergente, ora liberal, ora socialdemócrata, ora de derecha pura y dura, lo permitía.

Más recientes han sido las entrevistas de Duran con dirigentes del PSC, como Pere Navarro o Miquel Iceta. Con el común denominador de no querer en modo alguno la independencia, Unió y el PSC mantenían una buena relación de cara a lo que se ha venido desarrollando en Catalunya en éstos últimos cinco años. El propio ex alcalde convergente de Barcelona, Xavier Trias, se ha definido siempre como socialdemócrata y liberal, a partes iguales. Sus excelentes relaciones con alcaldes socialistas le hicieron ganar fama de persona proclive al diálogo y abierta al pacto.

No estaríamos, pues, ante un escenario nuevo. Artur Mas precisa escaños para asegurar su investidura; el PSC, por su parte, teme acabar siendo engullido por Ciudadanos o las CUP. Si el primero precisa seguir en el gobierno – para qué, ya se vería -, los segundos han de volver a tocar moqueta si desean sobrevivir a la atomización que padece la política en toda España.

¿Sería posible que los socialistas catalanes saliesen en ayuda de Mas y votasen su investidura? ¿La posición equidistante de Iceta respecto a la independencia, que se inclina por la consulta pactada y negociar con el estado, favorecería un enfriamiento por parte de Convergencia, a la espera del resultado en las próximas generales y un eventual triunfo del PSOE? En Catalunya todo es posible.

Un escenario plausible

Ya lo dijo Duran Lleida cuando fue elegido para encabezar la lista de las próximas generales, “Yo sigo”. El hombre más denostado por Mas a día de hoy, lejos de estarse quieto, se ha multiplicado en los últimos tiempos. Colocando a su alrededor a personas jóvenes y con un gran futuro político, como Roger Muntañola, Duran apuesta por el pacto, la negociación, no romper la baraja y seguir en el marco actual. Con retoques, claro, pero eso ya es moneda común y nadie, incluso dentro del PP, está en contra.

Lo que pueda suceder en los próximos días en los despachos, las mesas de algunos restaurantes y los domicilios de escogidos capitanes de industria va a determinar el destino catalán y el español en los próximos años. Mas desea que se le ofrezca un hueso para poder roerlo y mostrárselo a los suyos. Le tiene más pánico a las CUP que al Tribunal Constitucional. Y la clase política, junto a los empresarios, desea que se acabe de una vez este carajal en el que llevamos metidos hace años.

Una buena solución sería la del apoyo socialista, defienden no pocos. Mas salvaría los muebles, aduciendo que con Iceta ha encontrado a un socio eficaz de cara a una eventual negociación con el gobierno de Madrid, y evitaría tenerse que apoyarse en los cupaires. Iceta vería fortalecido su liderazgo, podría presumir de haber neutralizado el proceso, aportaría la experiencia en gestión y los cuadros que ni las CUP ni Esquerra pueden, y daría un giro copernicano al asunto.

Son muchas ventajas, pero todas están dibujadas en una pizarra. Acaso sea la mejor solución. Pero sería también un escenario duro para ambas formaciones, PSC y CDC, que tienen entre sí numerosos agravios históricos. Es, además, una operación que debería ser avalada por Pedro Sánchez y habría de contar con dirigentes del PSC poco proclives a la misma, como la ex ministra Carme Chacón. En fin, una tentación. Pero a las tentaciones, según nos enseña la santa madre iglesia, hay que combatirlas y no sucumbir ante ellas. Citando a Alfredo de Musset, desde que el mundo es mundo, la ocasión es una de las tentaciones más poderosas. ¿Será ésta la ocasión que busca Mas o la que busca el PSC? ¿Acabará llevándose a término ésta grossenkoalitionen o seguiremos dando palos de ciego en Catalunya?

Todo está abierto y todo es posible. Incluso éste gobierno sociovergente.

Miquel Giménez es periodista y escritor. Ha trabajado como guionista en la radio con Luis del Olmo, Julia Otero y Xavier Sardà