El juez Pablo Llarena ha decidido mantener en prisión preventiva al ex vicepresidente Oriol Jonqueras, el ex consejero de Interior Joaquim Forn y los dirigentes del ANC y Òmnium, Jordi Sánchez y Jordi Cuixart, respectivamente. El resto de consejeros cesados ​​podrán salir en libertad bajo fianza de 100.000 euros. La decisión apuntala la teoría de la existencia de un núcleo duro del Procés, cuyos integrantes reciben un tratamiento judicial más severo que el resto de los investigados, dada su supuesta capacidad de reiteración delictiva y movilización popular.

Todo ello no hace sino incrementar el clamor por la injusticia entre las filas independentistas y sus tres candidaturas electorales, dos de las cuales, ERC y JXC, llegarán al día de las elecciones con candidatos encarcelados. Nadie puede predecir estas alturas cuáles serán los efectos de esta decisión en el futuro electoral de las candidaturas ni ningún aspirante puede expresar sorpresa: es la consecuencia de la judicialización del conflicto y la certificación de un innegable retroceso democrático.

Los jueces no entienden de "efecto mártir", aunque tampoco los políticos se ponen de acuerdo sobre sus efectos reales en el electorado. Las valoraciones son contradictorias. Hay quien subraya el factor sentimental positivo para desencadenar una ola de indignación por el encarcelamiento de los dirigentes y otros hacen hincapié en la imagen de debilidad que confiere a la alternativa independentista el hecho de tener sus dos principales aspirantes sin prácticamente ninguna posibilidad de asumir el cargo.

La libertad de movimientos de Carles Puigdemont en Bruselas mientras espera conocer la decisión del juez belga sobre su regreso o no a Madrid para comparecer ante el tribunal Supremo se convierte en un hecho diferencial de carácter patriótico respecto a la situación de Oriol Junqueras . Habrá que ver si la firmeza exhibida por el candidato de ERC es utilizada en campaña por su partido, contraponiendo la huida del ex presidente con la dignidad de su ex vice presidente. Una lectura electoral comparando las actitudes de uno y otro, abriría las puertas a una campaña muy agria entre los dos antiguos socios de gobierno, de efectos imprevisibles entre un electorado ya bastante desengañado y desorientado por el confuso desenlace del Proceso y la incapacidad de renovar JxS. 

En el campo de los contrarios a la independencia, la persistencia de candidatos encarcelados y exiliados es una factor de incomodidad democrática, no tanto para el desarrollo de la campaña, sino en la perspectiva de una hipotética deslegitimación de los resultados por parte de las candidaturas soberanistas. Esta tendencia ya se había expresado antes de la decisión del Supremo y ahora, muy previsiblemente, se intensificará, convirtiendo la libertad de los dirigentes en el gran objetivo del 21-D.