La derecha nacionalista catalana, CiU -Convergencia i Unió- y la izquierda nacionalista catalana, ERC -Esquerra Republicana de Catalunya- han llegado a un acuerdo nacionalista para hacer de Cataluña un Estado-Nación soberano e independiente de España. O sea, que o bien han aparcado sus diferencias ideológicas porque para ambas formaciones es más importante la independencia que cualquier otra cosa, o bien simplemente es que esas diferencias no son tan profundas como podría parecer.

Que las derechas en general son nacionalistas (hipernacionalistasultranacionalistas) va de suyo. Tan de suyo como que la izquierda, si lo es,  no puede ser sino internacionalista. El proletarios del mundo, uníos sin duda no se refería al mundo provinciano, alicorto y paleto de un país, de una nación o de un Estado. Que ERC ponga por encima de la defensa de los explotados la construcción de un Estado-Nación y se alíe con la burguesía elitista es tan contra natura como el pacto extremeño entre el rancio PP y los que se presentaron como Izquierda Unida. Pero ya lo dijo aquel ministro del tardofranquismo, López Rodó: la política hace extraños compañeros de cama.

El compromiso firmado es el siguiente (la traducción es mía): Formular una Declaración de Soberanía del Pueblo de Cataluña (no aclara si Pueblo de Cataluña incluye charnegos o solo purasangres); Aprobar una Ley de Consultas (para convocar el referéndum); Abrir un proceso de negociación con el Estado español (y tampoco aclara si en pie de igualdad, lo que sería contradictorio en sí mismo); Crear un Consejo Catalán para la Transición Nacional, compuesto por personalidades de reconocido prestigio (prestigio nacionalista, se entiende); Tener todo listo a finales de 2013 para poder celebrar la consulta a lo largo de 2014, salvo que deba prorrogarse el plazo; y Convocar la consulta para que el pueblo catalán se pronuncie sobre la posibilidad de que Cataluña se convierta en un Estado en el marco europeo.

CiU y ERC quieren hacer de Cataluña un Estado propio, y con propio no me refiero a de los ciudadanos de Cataluña, sino de ellos: de CiU, de ERC y de los hipernacionalistas que se suban al carro. Y esperemos que el carro no sea de combate.

Jesús Pichel es filósofo y autor del blog Una Cuerda Tendida