El último ejemplo de este pragmatismo de los nacionalistas catalanes todavía está caliente, recién cocinado: el pacto de Xavier Trias, el alcalde de Barcelona, con el Partido Popular dirigido por Alberto Fernández Díaz para aprobar los presupuestos. Y con un añadido, bastante peculiar dicho sea de paso. El PP ha exigido a Trias que el pacto cerrado entre la derecha española y la derecha catalana sea excluyente. Es decir, el PP ha exigido a CiU que en este pacto no pueda entrar nadie más. Dicho con otras palabras, que este pacto margine al resto de las fuerzas políticas presentes en el Ayuntamiento.

El PP y sus críticas al Pacto del Tinell
Sorprende esta actitud del PP cuando han criticado por activa y por pasiva el Pacto del Tinell, aquel acuerdo entre socialistas, republicanos y ecosocialistas que decía que no se pactaría con el PP. Los dirigentes del PP hablaron entonces, y durante años, de su exclusión política en Catalunya. De una marginación que se acercaba a la dictadura de las fuerzas catalanistas. Corrieron ríos de tinta y ahora, los populares no han tenido ningún prejuicio por dejar fuera del acuerdo, por exigencia, al resto de las fuerzas políticas. Trias lo intentó la pasada semana reuniéndose con el que fuera alcalde, Jordi Hereu. El PSC le dejó las puertas abiertas, pero mientras CiU susurra in-de-pen-den-cia en la intimidad sigue prefiriendo pactar con el PP.

Un sustento recíproco
Por mucho que CiU diga ahora en campaña que el PP ha hecho mucho daño en Cataluña, los hechos demuestran que lo prefieren como socio. La retahíla de acuerdos es generalizada. En muchos ayuntamientos los populares sostienen a alcaldes de CiU. En Castelldefels gobierna el PP con el apoyo de CiU. En Badalona, CiU deja gobernar al PP. Los presupuestos de la Generalitat y las leyes más importantes superan los trámites parlamentarios por el rodillo de la derecha catalana y la española. La Diputación de Barcelona y la de Tarragona son gobernadas por ambos partidos. Quizás, los dirigentes de CiU azucen el sentimiento independentista de una parte de sus votantes, pero que nadie tenga dudas. Después del 20-N irán a presentar sus respetos y sus presentes al nuevo inquilino de la Moncloa. Eso sí, irán silbando y susurrando in-de-pen-den-cia.

Toni Bolaño es periodista y analista político