La situación que atraviesa el Cuerpo de Bomberos de la Comunidad de Madrid es dramática. En torno a 1.500 profesionales se enfrentan diariamente a las llamas y otros muchos escenarios de peligro que requieren su actuación sin el equipo de seguridad necesario. Equipos de protección (EPIs) desfasados, camiones con más de 30 años y parques de Bomberos con plagas son tan solo algunos de los problemas que afrontan. El abandono al que son sometidos los servidores públicos les ha llevado a plantarse en pie de guerra contra un Gobierno que ignora sus gritos de desesperación.

El equipo de Isabel Díaz Ayuso, liderado por Carlos Novillo, ha dejado de lado a un colectivo de trabajadores que se juegan la vida para desempeñar un servicio vital para la ciudadanía. Por ese motivo, 20 de los 21 parques de bomberos que existen en toda la Comunidad de Madrid se han aliado para exigir que se les proteja y permita hacer su trabajo con seguridad. El Sindicato de Bomberos Unión Profesional, federado en CSIT, lleva meses denunciando esta situación y, por el momento, solo denuncian haber recibido amenazas y coacciones por sus protestas.

La ausencia y no renovación de material llega a puntos tan graves como la falta de EPIs de sustitución, el pésimo estado de muchos de los trajes de intervención directa, la ausencia de stock de guantes de protección e incluso algo tan básico como la carencia de calcetines. Con esta tesitura, afrontar una situación tan notable como el incendio que golpeo duramente a Valencia hace poco más de un mes. “Si algo así pasa en la Comunidad de Madrid ese día hubiésemos fallecido dotaciones enteras porque no tenemos herramientas adecuadas para poder hacer frente a la situación”, denuncia Israel Naveso.

El responsable del sindicato lamenta que el Cuerpo atraviese esta situación y que “un servicio que fue puntero” esté ahora a la cola de España. La diferencia con el resto de los territorios es “la seguridad de los propios intervinientes”. En el caso de la catástrofe de Valencia, por ejemplo, “hubo compañeros que pudieron escapar gracias a sus equipos y a las herramientas que tenían para poder hacerlo”, explica, algo que en Madrid sería imposible con el equipo actual.

Muestra de ello es que los trajes especiales para la intervención de emergencias, los clásicos que portan los bomberos y conocidos como U2, “tienen muchos de ellos más de 15 años”. La Comunidad de Madrid anunció que los renovaría, pero los propios trabajadores revelan y evidencian con vídeos que esto no ha pasado. “No se han renovado. Han prometido que ya se habían comprado y es mentira porque ni siquiera se ha llevado a cabo la mesa de contratación”, denuncia Naveso, seguro que por el proceso administrativo “mínimo hasta dentro de otros dos años no van a llegar”.

Los existentes se caen a cachos y al mandarlos a lavarlos o a reparar se devuelven en igual o peores condiciones. “Mandas trajes a lavar por estar contaminados después de una intervención y un mes después no llegan. Pides trajes de reposición al almacén y no hay. Entonces tienes que pasar a clave cero, que es no estar operativo, y hacer funciones de emisora”, relata el bombero lo que tienen que afrontar diariamente.

Voluntarios en vez de Bomberos para ahorrar dinero

La desesperación entre los profesionales ha alcanzado sus niveles máximos y observan una “situación insostenible” en la que, además, está su vida en juego. “También está en juego el servicio que prestamos a los ciudadanos, que es de mucha peor calidad”, recuerda Naveso, que introduce otra de las estratagemas de la Comunidad de Madrid: “si ya encima metes de por medio a colectivos de voluntarios es el declive total del Servicio Público de Emergencias”.

En los últimos años, desde la llegada de Novillo como director general de emergencias (actualmente es el consejero de Medio Ambiente, Agricultura e Interior de Ayuso), la situación ha ido a peor. Los bomberos cada vez cuentan con menos recursos y la pretensión del Ejecutivo madrileño, apunta el sindicato, es cubrir las necesidades con trabajadores voluntarios que tienen un coste material y de inversión mucho menor. En este periodo, lejos de apostar por los servicios de emergencias profesionales, el número de voluntarios de Protección Civil se ha cuadriplicado, pasando de los 1.000 a los 4.000 miembros.

El objetivo es ahorrar el máximo dinero destinado al cuerpo de bomberos y cubrirlo con voluntarios

“Son conceptos de modelos de emergencias en el que tú puedes apostar por un servicio 100% público y de calidad, con la creación de empleo y la inversión que ello conlleva, para cumplir con la legalidad con la formación mínima necesaria; o puedes apostar por un modelo mixto en el que tú intentes reducir al máximo que puedas el servicio público y esencial que te cuesta mucho dinero y apuestas por un modelo de voluntarios que es gratis y en el que haces una mínima inversión en sus vehículos y EPIs”, expone Neveso.

“A partir de ahí tienes un ejército de personas dispuestas a hacer gratis una labor que es legalmente competencia del cuerpo de bomberos”. Se vería de la misma manera si un vigilante jurado desempeñase la función de un policía nacional o local, se preguntan los servidores públicos. Esta es la realidad que, acompañada de equipos técnicos y de protección obsoletos, sufren los bomberos y, en consecuencia, los ciudadanos. “Es apostar por calidad o decirle al ciudadano que tú el servicio lo sigues ofreciendo pero en realidad engañarlo”.