El pasado fin de semana he pisado por vez primera Cádiz en la era post-Teófila y he tenido la alegría de comprobar que ni ha desaparecido La Caleta, ni se ha hundido el Puente Carranza, ni las tres cuartas partes del que están a punto de terminar, ni la playa de la Victoria ha dejado de estar concurridísima el último domingo de junio, ni la alegría sabia de los gaditanos se ha resquebrajado al ver postergado ante los bilbainos el deseado ascenso a Seguna División del Cádiz C. F. de sus amores. Tampoco ha pasado nada porque doña Teófila (Teo. Teo, Teo, / que hasta el nombre lo tienes feo.) se haya visto evacuada de su despacho en la Plaza de san Juan de Dios y sustituida por José María González 'Kichi', personaje popular devoto y modesto protagonista del Carnaval y miembro activo de la Plataforma Antidesahucios y de Podemos que este fin de semana se ha descolgado escribiendo una carta abierta junto a sus concejales en apoyo al Referendum griego y en defensa de la dignidad democrática de Grecia y su gobierno y contra la pretensión internacional de los dirigentes de la Unión Europea de que los helenos se plieguen a suscondiciones de pago. Pues, como decía y a pesar de los cálculos agoreros derivados del vuelco electoral y de la desaparición de la alcadesa cantabrona, en Cádiz no pasa nada nuevo ni digno de mención. Incluso el Mantecas seguía despachando sus estupendas tapas en papel de estraza, como siempre, y las manducas de la barra de El Faro, tapas y raciones, eran también tan extraordinarias como imaginativas y lo eran tanto (papas aliñadas, tortillitas de camarones, paté de cabracho, tostas con anchoas y boquerones en vinagre sobre salsa de boronía, arroz del señorito, gambas al pill-pill, chocos fritos, ortiguitas de mar y para qué seguir) que permite comer de pie en la barra y recalcarse de camino que es como se apelmaza la comida en la tripa y abre camino al tragar para sucesivas cargas de ingesta. Tengo para mí que esta de El Faro es la mejor chicha y la mejor servida de España y Jerez -¡vivan!- y parte del extranjero que es Cuenca. Pues estando en la barra de El Faro entraron varios autores y organizadores del Carnaval, entre ellos Antoñito Martín, llamado en sus tiempos El Niño y que este año sacará de nuevo su comparsa tras descansar el pasado, y estuvieron hablando de que hay que empezar ya a organizar el Carnaval 2016, que la Provincia ya tiene todas las agrupaciones ensayando y que Cádiz no puede esperar ni dormirse en los laureles tras la conmoción provocada por la debacle de la Teófila (esto lo pongo yo) y la novedad de su sustitución por un gadita de a a pié, que sale y parece que saldrá este año también con su comparsa de toda la vida. Y yo, apoyado en el recodo de proa de la barra de El Faro y mientras me chiflaba un tinto de verano con tapa de vieiras con alcachofitas a la plancha, me he sentido tranquilo y contento al comprobar en qué poco queda el catastrofismo de Rajoy y del PP y cómo las previsiones constitucionales democráticas están fucionando y funcionarán con la mayor normalidad y no darán pábulo a esos agoreros de la derechona española y andaluza que se está viendo y se volverá a ver desalojada y apeada de sus privilegios. Por eso, tengo que recordar a Carlos Cano y su canción de El Salustiano y de cuando hablaba de que Parerce que el sombrero les ha tocao en la tómbola / a esos gachós trajeaos que no entienden de ná, / que lo roban, lo roban, / que con cuatro palabritas finas lo roban. Entiendan los lectores lo relativo y metafórico de la letra de esta canción gaditana del llorado cantautor granadino cuya vigencia y actualidad vuelven a ser hoy mayores que nunca: Esta es la murga / de los currelantes / que el mecanismo al respetable va a explicar / el mecanismo / p' andar p'alante /de la manera más bonita y popular./ Se acabe el paro / y haiga trabajo, / escuela gratis, medicinas y hospital, / Pan y trabajo nunca nos falten / que vuelvan pronto los emigrantes y haiga trabajo y prosperidad. //Ques les vamos a dar con el tran-la-la-rán / pico, pala, chim-pún y a currelar / pico, pala chim-púm y a currelar. ¡Viva Cái y viva la Pepa!