Ya lo decía su gran ídolo político, D. Manuel Fraga, en política gana el que aguanta. Y sin duda eso es lo que aplica a rajatabla Javier Arenas.
Sabe que esta es su oportunidad y todo el aparato del partido está a su disposición, sabe que los ministros “andaluces” están prestos a atacar como siempre a Andalucía y sabe que tiene que dinamitar los pilares de la institución andaluza, aunque suponga hacer daño a los andaluces.

Cuenta con un equipo de esbirros, entre los que destaca Tony Sanz y la dolorosa De Soto, que diariamente hacen comparecencias para repetir que hay un escándalo con algunos EREs, diariamente se hacen eco de las palabras y ataques que un sinvergüenza pueda decir y diariamente atacan al honor de los dirigentes socialistas, y más grave aún arremeten contra sus familias. ¿Dónde está el límite? En la frase de que para conseguir el objetivo todo vale, si hay que destrozar familias, carreras profesionales o políticas, o sembrar dudas, pues no pasa nada, es la telebasura llevada a la política por el campeón (entiéndase como hombre record en castañazos electorales) Arenas.

Se pueden recoger en un libro los ataques a Andalucía. En puestos relevantes se encuentra la ahora ministra Mato, que al no quedarse satisfecha diciendo que nuestros hijos eran analfabetos, vino a decir que en los colegios públicos andaluces, los niños y niñas estaban en el suelo porque no había sillas ni mesas. Pero más grave es el caso del ministro Montoro, al que han presentado por Sevilla, quien desde la Villa y Corte pone en duda las cuentas de la Junta y genera desconfianza con el fin de ayudar a destrozar la institución.

El intento de esperar con las reformas más duras para después de las elecciones en Andalucía, ya no sirve. El gran De Guindos (que se habrá caído de muchos sitios pero no de lo que dice su apellido) va a sacar pecho a Bruselas de lo brutal que va a ser la reforma laboral y Rajoy se ríe al comentar que le va a costar una huelga.

Y ahora el ministro de Educación, se cachondea de los miles de opositores, cambiando el temario de las oposiciones que muchas personas llevan meses estudiando, y todo para meter el dedo en el ojo de los andaluces.

Pero además es que en Andalucía estamos sufriendo todos los días como se las gastan en ciudades como Jérez, dónde se desaloja a palos a las trabajadoras que llevan meses sin cobrar. Ejemplo de eficacia y talante.
No se puede dejar de lado que a estos ayuntamientos los y las del PP se presentaban, como su líder Arenas, como “el cambio”.

El rosario de desbarajustes, mala gestión y autoritarismo no es un hecho aislado. Una de las abanderadas de la derecha andaluza, Esperanza Oña, es la alcaldesa que dirige el ayuntamiento menos transparente de España (la acogedora Fuengirola), oculta la deuda millonaria, pero gasta más que nadie en su televisión. Esto sería ya por si sólo muy reseñable, pero su gran plus es el acoso y derribo al que somete al portavoz socialista, al que se ha atacado incluso en cuestiones relacionadas con su profesión.
La otra gran perla de la derecha, la gaditana Teofila, que gobierna en una ciudad que necesita urgentemente medidas de choque en empleo y vivienda, se centra en gritar a los adversarios políticos y gastar enormes cantidades de dinero en publicidad, lo último pantallas que además del dineral, afean el casco histórico de la Tacita.

Arenas, pide una vez y otra que en Madrid esperen con lo que puedan hasta después del 25 de marzo y a los suyos y suyas de Andalucía que no hagan más trastadas de lo normal. Sabe que su única opción es que los andaluces no percibamos cómo atacan a Andalucía o cual es su forma de mandar, que no gobernar.