La recién estrenada reforma de las tarifas de la electricidad, aprobada en 2020 y en vigor desde el 1 de junio de 2021, le ha servido a la oposición para enfrentarse al Gobierno en un tema que afecta a la vida cotidiana de todos los hogares. La complejidad técnica de la formación de precios en el mercado eléctrico justifica la apertura de un debate sobre la eficacia a medio y largo plazo de las medidas adoptadas sobre el recibo de la luz.

Sin embargo, las redes se han inundado de memes, chistes y ocurrencias sobre la tarifa nocturna, que no es un invento de Pedro Sánchez, se implantó en España en 1983. En este tiempo, millones de hogares españoles se han beneficiado de la tarifa nocturna o de la discriminación horaria para hacer un consumo más responsable y económico. Esto es: se ponen lavadoras y lavavajillas de noche desde hace casi cuatro décadas.

De las ocurrencias en torno a la tarifa nocturna estrenada el 1 de junio la más sorprendente ha sido la del portavoz de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Sevilla, Alvaro Pimentel, que ha planteado la contradicción de la tarifa nocturna con las ordenanzas municipales sobre ruidos. Poner la lavadora o el lavavajillas por la noche puede acarrear una multa de hasta 300.000 euros, ha alarmado el edil sevillano de CS, según algunas piezas periodísticas publicadas, que han hecho los cálculos, sin pies ni cabeza, con una proyección de la ordenanza de ruidos, como si los ciudadanos solo tuvieran el oído fino para las lavadoras, pero no para los aires acondicionados que retumban como tractores en las noches de verano, el bullicio de los bares o las muchachadas cantarinas.

Aunque determinados políticos y sus ecos mediáticos parecen ignorar el sentido común mayoritario, conviene recordar que la mayoría de la población cuando pone la lavadora o el lavavajillas por la noche cierra la puerta y las ventanas de la cocina para no molestar a los convivientes en el hogar y a los vecinos. 

En España, es el ocio nocturno en la calle (terrazas al aire libre y botellonas) la actividad que más quejas provoca en los vecindarios afectados. La música a todo volumen y las fiestas en apartamentos turísticos son otras de las prácticas molestas más denunciadas. Los vehículos de los servicios de limpieza, las campanas de los relojes de las iglesias, etcétera, se han vuelto silenciosos. No es una regla de tres, pero a veces los enemigos del ahorro coinciden con los negacionistas del cambio climático.