Una viajera del tren Intercity Torre del Oro que hace el trayecto Cádiz-Barcelona ha obligado este viernes a detener el convoy durante una media hora en la estación de Valdepeñas al negarse a cubrirse el rostro con la mascarilla, como es preceptivo en el transporte público.
En Vilches, estación anterior a la ciudad manchega, el revisor intentó en vano convencer a la mujer, de unos 47 años y residente en Barcelona, de que se pusiera la mascarilla, a lo que ella se negó con maneras educadas pero rotundamente. La usuaria había subido al tren en Andújar.
Algo apurado por la situación, el empleado de Renfe se resignó a llamar al jefe de estación de Valdepeñas, que a su vez avisó del incidente a la Policía.
Dos agentes de la Policía Nacional y uno de la Policía Local -a los que más tarde su sumarían otro policía más y dos vigilantes de Renfe- subieron al vagón, de clase preferente, y estuvieron parlamentando con la viajera durante una media hora, al tiempo que uno de ellos grababa la conversación con su móvil.
Mientras, empezaban a sucederse las protestas de otros viajeros, a quienes el agente local de Valdepeñas rogó que tuvieran un poco de paciencia y les explicó que sus compañeros se estaban limitando a seguir el protocolo antes de proceder a bajarla del tren.
Según relató con detalle a este periódico uno de los viajeros, la mujer insistía en que tenía derecho a no ponerse la mascarilla, llegando a citar incluso artículos de la Constitución que supuestamente ampararían su negativa. También puso en duda la existencia del virus y recalcó que en los bares y restaurantes la gente se quitaba la mascarilla.
A todos sus reparos legales contestaba con solvencia su interlocutor, apelando al derecho de los otros viajeros a llegar puntualmente a su destino y a proteger su salud y citando las normas y protocolos que rigen en el transporte público por la pandemia.
Ante la reiterada advertencia de los agentes de que no les dejaba otra opción que llevarla a comisaría “no como detenida sino para identificarla”, la negacionista se avino a ponerse la mascarilla. Antes de hacerlo, sin embargo, advirtió a los policías de que era abogada y cargaría su minuta al Ministerio del Interior por las horas que la tuvieran retenida y por el retraso en llegar a su destino.
Finalmente, debió convencerse de cumplir la ley cuando el paciente policía nacional le recordó que Interior, por el despliegue policial que había tenido que hacer por su culpa, y la propia Renfe, por los gastos ocasionados por la demora, podrían reclamarle la correspondiente indemnización.